miércoles, 8 de mayo de 2013

Travesuras de la niña mala

Los estereotipos reducen a chiste personas individuales, ayuda pero también es injusto y muchas veces grosero. Estoy leyendo Las travesuras de la niña mala, de Mario Vargas Llosa, de Ricardo, un peruano que trabaja como traductor poíìglota en Europa durante los años sesenta y setenta, pincipalmente en París, y su relación con la exchilenita y ex muchas cosas, cada vez algo más sorprendente. 

Ricardito está enamorado de esta hermosa mujer, ambiciosa a más no poder, que denigra a Ricardito siempre que se ven, a cambio, de vez en cuando, le da a probar lo que él tanto desea. Pero ella no se quiere casar con él, como siempre lo ha pedido el sudamericano, el humillado, el eterno enamorado. Hasta aquí Vargas Llosa, porque el resto es pensar en cuántas mujeres locas, de veras, desquiciadas, eso sí, extraordinariamente arrebatadoras y alucinantes se han metido a nuestras vidas a jugar con el orden de nuestros principios. "Negro, dime que ha sido sólo una". Resumen, el pendejo es uno. La vida te enseña, pendejo el que no aprende. Voy a ver cómo termina Ricardito en sus amores con la ex chilenita.

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