martes, 7 de noviembre de 2017

Poner límites, dejar ir





Sucede que a muchos nos parece complicado alejar o alejarnos de las personas difíciles, pesadas, que no fluyen, esas que llaman tóxicas. La culpa, la costumbre, el qué dirán o simplemente la flojera, nos lo impiden. A veces toma años poner manos a la obra, y no pocas veces luego de un proceso provocado por un tocar fondo, un no poder respirar bien por estar hasta la barbilla hundidos en la mierda.

No soy especialista en el área; si puedo ayudar, trato de hacerlo, pero lo que suelo hacer es recomendar ayuda profesional. No creo que haya un solo camino, en mi caso, lo que estoy aprendiendo es a soltar, desapegarme, dejar ir; centrarme más en el momento presente que en el pasado o en el futuro. Caray, no tenemos idea de cuánto vaya a durar nuestra vida, lo que sí percibo es que cada año, cada mes, cada semana, pasa a una mayor velocidad que antes, el tiempo pasa muy rápido, y sí, mientras le metemos galleta a nuestros afanes a futuro, me parece muy bueno aprender a disfrutar el presente con plena consciencia.



Una persona coherente en lo que dice, hace y piensa puede ser buena asesora/consejera, porque lo que diga lo estará viviendo en sí misma.

2 comentarios:

  1. A mi no me gusta dejar ir me cuesta 200 años dejar ir. Pero. Cuando diplomáticamente me dejan ir, pues tengo que entender

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  2. Sí, Rebeca. Suele ser difícil. Aprender a dejar ir es una vacuna al principio dolorosa (o quizá es más el miedo), pero vale la pena. La vida no es muy larga como para estarla gastando sin disfrutarla al máximo.

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