Ser joven, de entre los 14 y los 24 o 25 años es un regalo que tiene un precio muy ingrato y alevoso.
El regalo es contar con sueños hermosos, elaborar el borrador de una vida cuyo guion se olvida a veces en la banca de un parque y malversar hermosamente carretadas de tiempo en pasatiempos, aficiones y otros sueños más hermosos que los primeros.
El precio que se paga es extemporáneo, irónico
y socarrón. Consiste en que no te des cuenta que era una fortuna hasta que ese regalo se haya agotado por completo.