jueves, 26 de noviembre de 2020

Si la pandemia lo permite

 



Veo con cierta dosis de admiración, envidia y en ocasiones con incomprensión, la forma en que las amigas mujeres ser reúnen. Me parece desde afuera, que se les da muy fácil. Para ellas, hablar es una manera de estar juntas, en reuniones en las que trascurren a veces cuatro charlas simultáneas y de forma multicanal.

Es decir, la amiga uno prepara una ensalada mientras escucha que la amiga dos está pasando por un muy mal momento con su pareja, mientras que la amiga tres revisa su teléfono al mismo tiempo que escucha que ya se desocupó el baño pero también escuchó un automóvil que al parecer es una persona que quedó en pasar por ella. Todas hablan, todas escuchan, pero todas están, de algún modo, conectadas.

Así se cargan de energía y vuelven a la carga. 

Toda mi vida he tenido un mayor intercambio, mayor cercanía con mujeres que con varones. Un día me detuve y empecé a revalorar las virtudes masculinas (se oye dramático, lo sé).

El asunto es que mi relación con varones ha sido pobre. O era muy pobre. En los años recientes, observo, he ido recaudando nuevas amistades masculinas y dándole oxígeno a otras que ya tenían mucho tiempo, años, dormidas. Y no me ha ido mal.

En octubre del 2021 cumpliré 49 años. Y está en mi planes hacer una reunión de amigos —puros varones— con el fin de echarle turbosina a mis relaciones con amigos.

Puro tornillo, Jerry Fest, así he pensado que se llame la reunión mentada. Los varones que pienso invitar son compas que han sido significativos, batos a quienes quiero o admiro o todo junto. En todo caso, hombres que quiero en mi vida y quiero que lo sepan. Además, ya me imagino, una reunión con mis amigos, de quienes me siento orgulloso, estaría de poca madre.

En términos generales, más del 80 por ciento son personas cercanas a una expresión del arte; abundan las letras. Pero no hay uno solo del que no pueda decir que no es especialmente sensible. 

Al siguiente año, pal tostón, sí sería de ombligo y orgullo mixto. Me imagino.

Por lo pronto ya hice mi lista de invitados para el próximo 2021. Si la pandemia lo permite.

La vida es breve.


 


Los extremos se juntan

 



Lo que gusta en exceso y lo que desagrada en demasía causan por igual un alto grado de conmoción, de desasosiego, de falta de paz interior.

Ambas situaciones roban tranquilidad. En especial si lo primero no se puede tener y lo segundo no se puede evitar.

Pero al final es lo mismo... Hasta que uno cambie algo.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Cineros

 



Me da la impresión que los cinéfilos, los amantes del cine, los cineros crónicos, viven en un tipo de soledad que los hace interesantes. Es decir, me parece que una persona solitaria, que al mismo tiempo está ávida de historias, necesariamente tiene un mundo interior bastante vivo, una imaginación al que le brotan ramitas, hojas, y se pierden otras de manera orgánica.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Mamá

 



Me sentía vacía y exhausta luego de la partida de mamá. Cerré las cortinas de su cuarto y no quería que nadie entrara. Le pedí a mis hermanos que me dejaran revisar a mí sus cosas y ellos aceptaron. “Cada quien vive el duelo a su modo”, me dijo Rodrigo, el mayor, quien no ha vuelto a ir a la casa pero se ha encargado de los trámites. Llevo dos semanas viviendo aquí y el cansancio de los recuerdos, las noches en llanto y la cocina dolorosamente vacía me hacen vivir como en un sueño. Jorge, mi hermano menor, siempre ha sido muy reservado pero atento. Se casó hace año y medio y desde entonces nos hemos visto poco, pero siempre me saluda por whatsapp y en dos ocasiones hemos ido a comer él y yo en sábado. Le va bien en su nueva vida; Bertha, su esposa es de las que despiden al marido en la puerta con un beso. El tiempo que mi hermano duró trabajando en una fábrica de muebles, ella pasaba por él y a veces se iban al cine o a cenar. Bueno, todo esto antes de la pandemia.

Jorge siempre quiso tener su propio taller de carpintería, y en la fábrica al menos aprendió tapicería y algo de costura, así que poco a poco comenzó a hacer algunos muebles que vendía por su cuenta. Un día andaban mamá y él en el centro cuando ella vio una sala que le gustó. Se lo comentó a Jorge y él le contestó: “Mamá, yo te la hago”. Doña Sara creyó que su hijo lo decía porque ya se quería ir, pero un mes después, en su cumpleaños, Jorge le trajo una sala como la que habían visto.  

Ayer encontré una foto, entre varias, con mamá de joven. Tendría unos 19 años y aparece en una reunión familiar. Me habría gustado ser tan hermosa como ella, sus ojos grandes, el cabello negro hasta los hombros. Llevaba un vestido celeste y con flores pequeñas en el pecho. Estaba embobada con la foto y la vista se me volvió a nublar; sostuve la imagen en el regazo, mi cara hundida en mi pecho y dentro, en la garganta, la palabra mamá se me hacía como chicle, me hundí en la cama, en la almohada de mi mamá a quien no volvería a ver pero yo quería, necesitaba verla otra vez.

No quisimos llevarla al hospital. La despedimos aquí porque así lo quiso, porque así lo quisimos. Me quedaba con ella y sólo el sábado en la tarde salía a comprar lo que hiciera falta. Un martes por la noche se me quedó mirando desde la cama. Yo creí que me quería decir algo y me senté, le tomé la mano.

Matita, me dijo, no te vayas a poner triste si me voy. A mí me ha gustado lo que hemos hecho juntas, y al decirlo le brotó una sonrisa cariñosa. A sus 83 años mantenía su mente activa; hasta antes del encierro obligado salía a caminar por casi una hora. Me sorprende su energía. En dos años yo tendré 60 y me alegra y al mismo tiempo me entristece por mí que ella a mi edad trabajaba y tenía más actividades que yo ahora.

No, si me la he pasado muy bien, me dijo con voz pausada y suave. Juntas recordamos los viajes que habíamos hecho con su grupo de amigas. Era una prestación que tienen las personas jubiladas, no es sólo el ingreso, sino la libertad de disfrutar.

Nuestra amistad, podemos decir, llevaba más de 30 años. De pronto, tuvo un sonrisita. ¿Recuerdas la primera vez que fuimos al Papi Chulo? Tú de novedosa nos llevaste, mugrosa esta. Y ahí vamos todas. 

(Continúa).