Luego de cuatro años de darle vueltas, mi esposa estaba
decidida a comprar otra sala y al salir me pidió que liberara el espacio para
empezar con la limpieza y que una camioneta la encontrara lista para llevársela.
Al voltear el sofá encontré debajo una hoja doblada que al
parecer tenía mucho tiempo. Era una carta escrita a mano y que daba cuenta de
una confesión de hace quién sabe cuántos años.
Cuando Lorena llegó se la mostré y después de leerla fue a
la cocina. Tomó una coca de vidrio del refrigerador y le dio un traguito. Hay
personas que encienden un cigarro, toman café, toman pastillas. Lorena, cuando
acumula una tensión, va por un refresco y lo bebe despacio y eso le ayuda a calmarse.
La carta decía:
Amor, si alguna vez lees esta carta es que ya no estaremos
juntos. La escribí después de que me dijiste que venderías el carro porque la
situación se estaba poniendo más difícil. Yo quise decirte que no te
preocuparas, que ya saldríamos adelante, pero sólo te abracé fuerte. Luego nos
sentamos en el sofá, en el mismo que compramos al casarnos ¿recuerdas que
fuimos juntos a Muebles Victoria y yo elegí el color? En ese momento yo me
sentía tu reina y tú orgulloso de nuestra nueva casa.
En esta sala pasamos mucho tiempo juntos, me diste las
noticias más felices y también las más tristes. Pero hay otra razón: fue
nuestra primera compra para la casa; nos faltaba todo lo demás, pero yo sentía
que vendría más adelante, como realmente sucedió.
Luego de tu operación, me dijiste que podríamos vender todo
menos la sala, que nadie le daría el valor. Siendo honesta, temía por tu vida
pues aunque los doctores te daban un 70 por ciento de éxito, su semblante decía
otra cosa.
No contaba que lo del sarcoma me iba a poner una dura
prueba. Mañana por la mañana me internarán y se prevé que me operen. Tengo
mucho miedo, tengo miedo separarme de ti, no volver a verte. Te amo como nunca
imaginé, así como se ama la vida y la noche y el día y todos los abrazos y
besos juntos de todos estos años.
Te amo, amor mío. Si encuentras esta carta ya no estaré
contigo. Si vas a deshacerte de nuestra sala, te pido que se la dejes a tu
sobrina Lorena, ella es la persona indicada, sé por qué te lo digo.
Tuya por siempre, tu hermosa.
Lorena estaba en la cocina sollozando en silencio. Tenía la coca
a la mitad. Esta sala es mía, dijo, y apretó los ojos. Yo la abracé y estuvimos
así un largo rato.
Cuando el chofer de la camioneta llegó, encontró la puerta
abierta. Cuando nos vio yo me paré en silencio, saqué la cartera y le di el
dinero del viaje.