sábado, 26 de diciembre de 2020

Aniversario 75 de Roberto Arizmendi. Una felicitación


 

Mi querido Roberto:


He estado pensando en ti y me detengo. Pienso en tu vocación por la vida. Pienso en todo lo que das y no te acabas. Pienso en que ofreces para permanecer lleno. Pienso en tu versión más acabada cuando has repasado tus quince años cinco veces.

O tus veinticinco, tres.

¿Te importará mucho el tiempo, la edad? Pienso que sí y no. Sí porque elaboras registro, porque asientas conciencia de fechas, etapas y geografías temporales. No, porque el tiempo fluye sin conciencia de sí mismo; el tiempo sólo existe para quien, de pie, observador temporal, lo mire. El tiempo es cantidad, pero la vida no. La vida es fluir en calidades. 

Sin embargo, para fines prácticos, para fines de método, para fines de escalones y arquitectura, de horneo y esperanzas, medimos el tiempo.

Hoy 26 de diciembre del tartamudo 2020, un año cerrado, difícil pero con señorío, busco celebrar contigo, aunque sea de lejos, tu aniversario. 

Veo tu vida a la par de la Guerra Fría, la ONU, Maracaná, el voto femenino, Kennedy, Beatles, Pelé, Crisis de los Misiles, Marilyn, Madera, El Che, Vietnam, La Liga, Teología, Franco, Tlatelolco, Creedence, Travolta, Neruda, Vaselina, Romero, Gabo, Mecano, Microsoft, EZLN, Colosio, Selena, Facebook, narcoguerra, Francisco, Andrés Manuel.

Este es el mundo en que te tocó vivir y por fortuna es el mismo mundo que el mío.

Felices 75 años.

Te quiere

Gerardo.

jueves, 26 de noviembre de 2020

Si la pandemia lo permite

 



Veo con cierta dosis de admiración, envidia y en ocasiones con incomprensión, la forma en que las amigas mujeres ser reúnen. Me parece desde afuera, que se les da muy fácil. Para ellas, hablar es una manera de estar juntas, en reuniones en las que trascurren a veces cuatro charlas simultáneas y de forma multicanal.

Es decir, la amiga uno prepara una ensalada mientras escucha que la amiga dos está pasando por un muy mal momento con su pareja, mientras que la amiga tres revisa su teléfono al mismo tiempo que escucha que ya se desocupó el baño pero también escuchó un automóvil que al parecer es una persona que quedó en pasar por ella. Todas hablan, todas escuchan, pero todas están, de algún modo, conectadas.

Así se cargan de energía y vuelven a la carga. 

Toda mi vida he tenido un mayor intercambio, mayor cercanía con mujeres que con varones. Un día me detuve y empecé a revalorar las virtudes masculinas (se oye dramático, lo sé).

El asunto es que mi relación con varones ha sido pobre. O era muy pobre. En los años recientes, observo, he ido recaudando nuevas amistades masculinas y dándole oxígeno a otras que ya tenían mucho tiempo, años, dormidas. Y no me ha ido mal.

En octubre del 2021 cumpliré 49 años. Y está en mi planes hacer una reunión de amigos —puros varones— con el fin de echarle turbosina a mis relaciones con amigos.

Puro tornillo, Jerry Fest, así he pensado que se llame la reunión mentada. Los varones que pienso invitar son compas que han sido significativos, batos a quienes quiero o admiro o todo junto. En todo caso, hombres que quiero en mi vida y quiero que lo sepan. Además, ya me imagino, una reunión con mis amigos, de quienes me siento orgulloso, estaría de poca madre.

En términos generales, más del 80 por ciento son personas cercanas a una expresión del arte; abundan las letras. Pero no hay uno solo del que no pueda decir que no es especialmente sensible. 

Al siguiente año, pal tostón, sí sería de ombligo y orgullo mixto. Me imagino.

Por lo pronto ya hice mi lista de invitados para el próximo 2021. Si la pandemia lo permite.

La vida es breve.


 


Los extremos se juntan

 



Lo que gusta en exceso y lo que desagrada en demasía causan por igual un alto grado de conmoción, de desasosiego, de falta de paz interior.

Ambas situaciones roban tranquilidad. En especial si lo primero no se puede tener y lo segundo no se puede evitar.

Pero al final es lo mismo... Hasta que uno cambie algo.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Cineros

 



Me da la impresión que los cinéfilos, los amantes del cine, los cineros crónicos, viven en un tipo de soledad que los hace interesantes. Es decir, me parece que una persona solitaria, que al mismo tiempo está ávida de historias, necesariamente tiene un mundo interior bastante vivo, una imaginación al que le brotan ramitas, hojas, y se pierden otras de manera orgánica.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Mamá

 



Me sentía vacía y exhausta luego de la partida de mamá. Cerré las cortinas de su cuarto y no quería que nadie entrara. Le pedí a mis hermanos que me dejaran revisar a mí sus cosas y ellos aceptaron. “Cada quien vive el duelo a su modo”, me dijo Rodrigo, el mayor, quien no ha vuelto a ir a la casa pero se ha encargado de los trámites. Llevo dos semanas viviendo aquí y el cansancio de los recuerdos, las noches en llanto y la cocina dolorosamente vacía me hacen vivir como en un sueño. Jorge, mi hermano menor, siempre ha sido muy reservado pero atento. Se casó hace año y medio y desde entonces nos hemos visto poco, pero siempre me saluda por whatsapp y en dos ocasiones hemos ido a comer él y yo en sábado. Le va bien en su nueva vida; Bertha, su esposa es de las que despiden al marido en la puerta con un beso. El tiempo que mi hermano duró trabajando en una fábrica de muebles, ella pasaba por él y a veces se iban al cine o a cenar. Bueno, todo esto antes de la pandemia.

Jorge siempre quiso tener su propio taller de carpintería, y en la fábrica al menos aprendió tapicería y algo de costura, así que poco a poco comenzó a hacer algunos muebles que vendía por su cuenta. Un día andaban mamá y él en el centro cuando ella vio una sala que le gustó. Se lo comentó a Jorge y él le contestó: “Mamá, yo te la hago”. Doña Sara creyó que su hijo lo decía porque ya se quería ir, pero un mes después, en su cumpleaños, Jorge le trajo una sala como la que habían visto.  

Ayer encontré una foto, entre varias, con mamá de joven. Tendría unos 19 años y aparece en una reunión familiar. Me habría gustado ser tan hermosa como ella, sus ojos grandes, el cabello negro hasta los hombros. Llevaba un vestido celeste y con flores pequeñas en el pecho. Estaba embobada con la foto y la vista se me volvió a nublar; sostuve la imagen en el regazo, mi cara hundida en mi pecho y dentro, en la garganta, la palabra mamá se me hacía como chicle, me hundí en la cama, en la almohada de mi mamá a quien no volvería a ver pero yo quería, necesitaba verla otra vez.

No quisimos llevarla al hospital. La despedimos aquí porque así lo quiso, porque así lo quisimos. Me quedaba con ella y sólo el sábado en la tarde salía a comprar lo que hiciera falta. Un martes por la noche se me quedó mirando desde la cama. Yo creí que me quería decir algo y me senté, le tomé la mano.

Matita, me dijo, no te vayas a poner triste si me voy. A mí me ha gustado lo que hemos hecho juntas, y al decirlo le brotó una sonrisa cariñosa. A sus 83 años mantenía su mente activa; hasta antes del encierro obligado salía a caminar por casi una hora. Me sorprende su energía. En dos años yo tendré 60 y me alegra y al mismo tiempo me entristece por mí que ella a mi edad trabajaba y tenía más actividades que yo ahora.

No, si me la he pasado muy bien, me dijo con voz pausada y suave. Juntas recordamos los viajes que habíamos hecho con su grupo de amigas. Era una prestación que tienen las personas jubiladas, no es sólo el ingreso, sino la libertad de disfrutar.

Nuestra amistad, podemos decir, llevaba más de 30 años. De pronto, tuvo un sonrisita. ¿Recuerdas la primera vez que fuimos al Papi Chulo? Tú de novedosa nos llevaste, mugrosa esta. Y ahí vamos todas. 

(Continúa).

 

 

 


sábado, 31 de octubre de 2020

No son minoritarias

 


¿Es sólo mi impresión o por qué motivo muchas mujeres interactúan entre sí de una forma muy similar a la que lo hace un grupo minoritario? 

viernes, 30 de octubre de 2020

Historia con el pozo

 



Si caes repetidamente en el mismo pozo, sé sincero y declara que sientes amor por dicho pozo.

Si no es amor y no te agrada tanta reincidencia, pregúntate qué te lleva por los mismos caminos. 

¿Será que no te conoces lo suficiente? 

Alguien que se conoce bien y que sabe que le encantan los pozos, 10 cuadras antes toma por otro camino.

Pero por favor, no maldigas al pozo. Te ves mal.



Extemporáneo

 



Tenía dos notas retrasadas en mi turno de 7:00 a 3:00 pm. Llevaba dos meses de trabajar desde casa redactando para el portal Regeneración. Reconozco que el ritmo era intenso y me costaba trabajo buscar, elegir, resolver y redactar en pocos minutos. Y así una nota tras otra. Era lo duro y lo tupido, sin tiempo de nada. Cargar, apuntar y disparar. Ni oler la pólvora. Clic clac. 

Eran aproximadamente las 12:30 del mediodía. Era miércoles. El exceso de notas en cualquier medio siempre insensibiliza un poco, porque una noticia, por trágica, por dura que sea, es una sola nota y un medio es una bestia que devora información a cada momento. Esa bestia tiene un hoyo en el estómago, uno que no da tregua. A pesar de que haya noticias que propicien notas para dos días o más, de todos modos es otro abordaje.

 

Fallece Celso Piña a los 66 años
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No hallé modo de levantarme, de parar. Leí todo lo disponible a ese momento, tragué datos sin un vaso de agua porque me faltaban más notas.

Varios amigos me dieron el pésame por esta pérdida y eso me conmovió. Porque me di cuenta que a donde iba, hablaba de Celso. Si había más cercanía, bailaba las canciones de Celso. Hay quien le gustó gracias a mí y eso me honra. Porque a veces la música entre dos es una forma de amor.

Martha Laura y yo luego fuimos al recorrido que se hizo de los restos de Celso del Santuario hasta la Indepe, pero ya íbamos tarde.

*

Fue hasta hoy en la mañana. Salía de bañarme y había puesto cumbias. Me pongo a bailar como algunas veces. Llegó la Cumbia Arenosa. Bailé un momento pero luego como que me dio mucha tristeza porque me cayó el veinte de que nunca más, jamás de los jamases, nunca más mientras esté yo vivo, volveré a ver a Celso Piña Arvizu. Que jamás volveré a bailar en vivo su música. Nunca podré entrevistarlo para armar un libro biográfico como lo había pensado. Que nunca más lo volveré a ver y eso no lo había sentido.

Me quedé llorando con la tristeza en el cogote. 

Por fortuna hoy pude, finalmente, llorar su muerte. 







lunes, 26 de octubre de 2020

Amar y desear no es igual

 




Si a las mujeres, en caso dado, les importara más sentirse amadas que sentirse deseadas, por qué me parece que en su vida cotidiana parece que es al revés.

Sé que más de cuatro amables lectoras (aclaro, heteros) pensarán en sí mismas como el contraejemplo perfecto, pero es que ustedes no han observado en carne propia cómo reacciona una mujer cuando se sienta amada, no la han visto con estos ojos; tampoco han experimentado, desde afuera, cómo responde cuando se sabe deseada. Ni una vez. En cambio, a este humilde observador ambas cosas le han sucedido ya como cuatro veces; no, menos: como cinco.

jueves, 15 de octubre de 2020

En esto creo (a propósito de relaciones de género)

 


1) Mujeres y varones vivimos en mundos de vida casi siempre muy distintos, con códigos, roles y formas de ver el mundo a veces mutuamente excluyentes. En la medida en que varones y mujeres nos comprendamos recíprocamente, podremos alimentar aún mejor el respeto y la empatía, principalmente el respeto de los varones hacia las mujeres.

2) La labor de los varones es reflexionar sobre nuestros patrones machistas para eliminarlos y no señalar a los otros, especialmente a las mujeres cómo deberían y cómo no deberían desenvolverse en sociedad. Debemos desterrar además los micromachismos incluyendo el mansplaining.

3) Hay muchas mujeres que son violentas, que incluso asesinan a mujeres y a varones, incluyendo a los hombres que son sus parejas. Sin embargo, nuestra sociedad y su sistema de valores y creencias permite y normaliza la violencia que ejercemos los hombres en contra de las mujeres. Esta violencia tiene como extremo el feminicidio, aunque las conductas violentas de nosotros se expresan en muy amplio rango. Uno de los puntos más importantes es que de esta violencia se habla poco en comparación con los casos que se registran. Más de 75 por ciento de las mujeres que conozco han reconocido que han sufrido violencia en algún periodo de su vida por parte de un varón muy cercano, a veces de parte de su pareja. Sé de un puñado de varones que deberían estar en la cárcel por abusos y violencia. Y no lo están. 

Por eso urge revisarnos.

4) Las personas difícilmente cambiamos. Acaso modificamos algunas actitudes, dependiendo del contexto en el que cobremos conciencia. Los debates rara vez aportan algo valioso; las militancias y las agendas parten, en buena medida, de combatir al otro, no de tratar de comprender. Tal vez yo tengo en este momento más información que otros, seguramente hay millones de varones más nutricios y evolucionados que yo. Y si lo deseo y pongo atención, puedo aprender de ellos y con ellos. La voluntad de aprender nuevas formas de relacionarnos y tratar de comprender que somos diferentes es un paso necesario para crear relaciones más pacíficas y respetuosas.


Glosario personal

Machismo:  Creencia en la que se asume, de forma natural, dada de antemano e incuestionable, que lo masculino es superior a lo femenino.

Mansplaining: Actitud de un varón en el que explica a una mujer cosas, sin que ella se lo pida, asumiendo que ella tiene un menor conocimiento del tema que él.

Respeto: Es el tipo de trato que tiene una persona, en especial por otra persona, en la que reconoce con hechos, actitudes o palabras (todas ellas de manera coherente), que la otra persona no debe ser perjudicada o molestada en ningún sentido, incluso y en especial cuando su decir o su actuar estén muy alejados de la forma en que esa persona procedería.  


lunes, 5 de octubre de 2020

Estas eran cinco amigas

 


Las amigas se juntaron. Hablaban de Fulano, Mengano, Perengano y de Zutano (cuando estaba joven). No hubo consenso unánime sobre quién era el más guapo. Pero todas concordaron en que Perengano era el más respetuoso de todos.

jueves, 17 de septiembre de 2020

La tentación



La tentación es el impulso de satisfacer un deseo muy fuerte a costa de un precio enorme. Es decir, para que la tentación tome su nombre con toda ley, el precio de satisfacerla debe ser desproporcionadamente alto, pero no necesariamente castigable. Para que exista tentación debe haber riesgo de una posible consecuencia indeseable, pero que no está asegurada.

La tentación es un ataque a nuestro deber ser en su parte más vulnerable, en un área que parece tener a sus guardias semidormidos, con dificultad de permanecer en alerta.


viernes, 11 de septiembre de 2020

La sala del abuelo

 




Cuando mi padre murió me dejó tres cosas, su camioneta, a Canek y una sala. Las dos casas y el terreno en Allende se los dejó a mis dos hermanos, o eso me dijeron ellos pero como dice mi esposo, más vale una vida de trabajo que rico envidiado. No me quedé conforme porque yo nomás a lo que es justo, pero ya no quiero hablar de eso. A mi amiga Rita la tuve fastidiada un buen rato pero eso ya pasó.
La camioneta la usa mi esposo y bien que la cuida. La trae al puro tiro. Antes de la pandemia íbamos al Río Ramos y la pasábamos muy bien. Carlitos, Alondra y Miguelito, mi esposo y yo. Los niños se hacen cargo de Canek pero es un decir, porque quien al último limpia siempre soy yo, aunque Alondra es la más consciente y me ayuda en algo.
La sala, o lo que le decimos sala, es un sillón muy antiguo que yo creo que fue rojo. Un día, cuando yo era niña, alguien dijo que mi abuelo Nayo se lo había heredado a mi papá, quien le gustaba sentarse a leer su periódico, pero no nos dejaba que los demás no sentáramos porque decía que nomás nos gustaba brincar y nos lo íbamos a echar de puro pisotearlo.
Fue mi abuela Lupe, esposa de mi Nayo quien un día me contó la historia. Yo tendría 10 años y ella estaba haciendo tortillas de harina y yo nomás al pendiente, dizque escuchándola pero sabía que si me quedaba quietecita y atenta me tocaban las primeras recién salidas, ya no más le ponía frijoles o mantequilla y me podía comer hasta cinco. No he vuelto a probar otras tortillas como las de mi abuelita Lupe.
Bueno, pues ella me contó la historia de esa sala, o de ese sillón pues.
Me contó mi abuela que Lupe que mi abuelo Nayo de muchacho trabajaba haciendo mandados y reparaciones sencillas en una casa del centro, en la residencia de un señor Constantino a quien todos le decían el Ingeniero.
En esa casa que estaba sobre Padre Mier se juntaba mucha gente que supuestamente se dedicaba a cantar. Debió ser una casa muy bonita porque parece que el ingeniero Constantino había estudiado en Estados Unidos y luego puso una estación de radio en su casa.
Un día mi abuelo Nayo salió de trabajar cuando empezaba a llegar gente. Parecía que era una ocasión especial. Contaba que el ingeniero tendría como una reunión importante porque llegaron parejas, señoras y señores de sociedad muy bien vestidos. Mi abuelo Nayo no se detuvo porque quería estar temprano en su casa, pero ya había dejado todo en orden, lo que le tocaba, pues, del día.
Al día siguiente mi abuelo llegó como todos los días a trabajar y notó que había habido una reunión o una fiesta, y que una señora aún no llegaba. El ingeniero estaba desayunando cuando mi abuelo le llevó un arete que había encontrado en el sillón ese rojo. Don Constantino quedó paralizado y tomó el pendiente muy lentamente, como asegurándose de algo, o más bien, como con miedo de confirmarlo. Siguió comiendo pero quedó como ido.
Meses después decidió que iba a cambiar los muebles y compró otros. Pero conservó ese sillón en un cuartito de atrás. Cuando mi abuelo Nayo estaba por casarse con mi abuela, consiguió otro trabajo en la Cervecería y don Constantino le dio algo de dinero. Luego lo llamó aparte y le dijo:

—Hilario, quiero que te lleves este sillón que para mí es muy especial. Lo he conservado como un recuerdo muy hermoso, pero ahora que tengas tu casa seguro que te traerá cosas bonitas, muy bonitas, como a mí me las trajo. Lo que sí te puedo decir es que lo conserves ahora tú con mis mejores deseos en tu matrimonio y que ambos sean muy felices.

Esto fue lo que me dijo mi abuela Lupe. Luego que me contó esto entendí más cosas de mi abuelo y aunque mis hermanos ni nadie más sepa, a mí me da mucho gusto que este sillón se haya quedado en mi casa. Mi esposo me dice que quiere comprar otros muebles y yo le digo que está bien, es más, que él elija el modelo. Pero la sala de mi abuelo no se va. Y es que hay cosas más valiosas que una casa.

Una vida unida a la costura


 

“Se me hace tan bonito lo que veo, que me da gusto ver la sala terminada”, dice María Magdalena Ponce, “Nena”, apasionada de la costura, oficio que ha ejercido por los últimos 40 años.

Dice que para realizar este trabajo es necesario tener paciencia y mucho gusto por la costura. El resultado para ella lo vale: siente una gran satisfacción al ver terminado un modelo nuevo.
“Nena” inició en este trabajo en una fábrica de pantalones y camisas cuando tenía 17 años, después y desde hace 23 se dedica a la costura de telas para muebles, especialmente salas.
Aunque tiene mucha experiencia —sabe distinguir en dos segundos los hilos más resistentes— reconoce que hay piezas que presentan un nivel de dificultad mayor.
Paciencia y gusto

Como por ejemplo la base Nápoles, que demanda costuras por dentro y por fuera además de un orden determinado en los distintos fragmentos de tela que van unidos. Un modelo exigente, señala.
Después del corte de tela, la costura es el segundo paso en la cadena de producción de una sala. Si el corte es el que rige los demás procesos, el corte le da forma al mueble creando una “funda” que cubrirá la estructura, incluida la espuma y los resortes.
“Me gusta mucho aprender”, menciona “Nena” sentada tras su máquina de coser en la fábrica de muebles en donde se ha desempeñado por 12 años. Señala que en este oficio se requiere tener paciencia y claro, gusto.
“Me da mucha satisfacción ver terminado un modelo nuevo”, menciona, “se me hace tan bonito lo que veo que me da gusto verlo terminado”.
Cada modelo requiere de una atención especial, independientemente de la cantidad de piezas que lleve. “Nena” menciona que, por ejemplo, el modelo Arco —sofá, love seat y sillón— requiere de 83 piezas de tela que ella y una compañera, pueden coser en alrededor de 90 minutos.
El bordado, gusto de su infancia

Su gusto por el trabajo con tela empezó a los siete años, cuando su mamá le enseñó a bordar servilletas y artículos sencillos de uso en el hogar.
“A los 17 años tomé un curso de costura y luego entré a trabajar en una taller en donde se hacían pantalones y camisas”, señala durante una breve pausa en su trabajo.
Considera que el mueble que más le ha gustado formar parte en su elaboración es una base forrada de terciopelo color rosa coral: “Es la más más bonita para mí”, menciona.
Hasta que Dios me dé fuerza

¿Hasta cuándo piensa dedicarse a la costura? se le pregunta.
“Hasta que Dios me dé fuerza”, dice sonriendo, “yo voy a seguir viniendo así tenga 90 años”, y ríe mientras se acomoda en su silla, con el gusto y paciencia de quien desea seguir trabajando con gusto por muchos años más.

La carta

 


Luego de cuatro años de darle vueltas, mi esposa estaba decidida a comprar otra sala y al salir me pidió que liberara el espacio para empezar con la limpieza y que una camioneta la encontrara lista para llevársela.

Al voltear el sofá encontré debajo una hoja doblada que al parecer tenía mucho tiempo. Era una carta escrita a mano y que daba cuenta de una confesión de hace quién sabe cuántos años.

Cuando Lorena llegó se la mostré y después de leerla fue a la cocina. Tomó una coca de vidrio del refrigerador y le dio un traguito. Hay personas que encienden un cigarro, toman café, toman pastillas. Lorena, cuando acumula una tensión, va por un refresco y lo bebe despacio y eso le ayuda a calmarse.

La carta decía:

Amor, si alguna vez lees esta carta es que ya no estaremos juntos. La escribí después de que me dijiste que venderías el carro porque la situación se estaba poniendo más difícil. Yo quise decirte que no te preocuparas, que ya saldríamos adelante, pero sólo te abracé fuerte. Luego nos sentamos en el sofá, en el mismo que compramos al casarnos ¿recuerdas que fuimos juntos a Muebles Victoria y yo elegí el color? En ese momento yo me sentía tu reina y tú orgulloso de nuestra nueva casa.

En esta sala pasamos mucho tiempo juntos, me diste las noticias más felices y también las más tristes. Pero hay otra razón: fue nuestra primera compra para la casa; nos faltaba todo lo demás, pero yo sentía que vendría más adelante, como realmente sucedió.

Luego de tu operación, me dijiste que podríamos vender todo menos la sala, que nadie le daría el valor. Siendo honesta, temía por tu vida pues aunque los doctores te daban un 70 por ciento de éxito, su semblante decía otra cosa.

No contaba que lo del sarcoma me iba a poner una dura prueba. Mañana por la mañana me internarán y se prevé que me operen. Tengo mucho miedo, tengo miedo separarme de ti, no volver a verte. Te amo como nunca imaginé, así como se ama la vida y la noche y el día y todos los abrazos y besos juntos de todos estos años.

Te amo, amor mío. Si encuentras esta carta ya no estaré contigo. Si vas a deshacerte de nuestra sala, te pido que se la dejes a tu sobrina Lorena, ella es la persona indicada, sé por qué te lo digo.

                                                                 Tuya por siempre, tu hermosa.

 

Lorena estaba en la cocina sollozando en silencio. Tenía la coca a la mitad. Esta sala es mía, dijo, y apretó los ojos. Yo la abracé y estuvimos así un largo rato.

Cuando el chofer de la camioneta llegó, encontró la puerta abierta. Cuando nos vio yo me paré en silencio, saqué la cartera y le di el dinero del viaje.

 

 

 

 

 



Confesión de un mal lector

 


Para mí un lector ideal lee sin demasiados prejuicios, con mucha curiosidad. Como los bebés, se lleva a la boca casi de todo. Se conoce a sí mismo y por ello sabe lo que más disfruta, pero no se cierra a nuevos títulos, propuestas, autores.

Yo, en cambio, soy mal lector. Con tantos libros en fila, pendientes por hincarle el diente, me siento bien ser selectivo. Leo sólo por referencias, es decir, no me voy con un autor desconocido, salido de la nada.

Leo porque el tema me interesa y tal autor es experto. Leo porque conozco en persona al autor y quiero saber cómo escribe. Leo porque me piden una opinión sobre lo que escribieron. Leo porque he escuchado hablar a varios lectores muy bien del autor y su calidad (y mi expectativa) queda fuera de toda duda.

Soy, en fin, mal lector porque necesito de tres aduanas para acercarme a un texto, a un autor.

¿O quizá soy muy flojo?¿Por qué? 

Porque busco leer sólo lo que pienso que me va a gustar, sorprender, hacer gozar. Sí, creo que soy más bien flojonazo.

 

 

 

 

 




viernes, 26 de junio de 2020

Uber 1




Y comencé a manejar hasta cansarme


A veces con mucho temor y siempre con precauciones, conduzco en la plataforma Uber desde hace más de tres meses, justo antes de la cuarentena en torno al Covid-19. He superado los mil viajes y en cada traslado he recorrido varias calles que nunca había pisado. Es increíble ver cómo la ciudad crece, muchas colonias se parecen y hay pequeños espacios entre dos colonias o en una esquina aleatoria, en donde el tiempo se detuvo desde hace décadas. Ahora conozco mucho más la ciudad y lo más interesante es conocer historias.

No todos platican, claro. Son un pequeño porcentaje las personas que se suben con toda la intención de charlar. Pero eso sí, como regla general, no fuerzo plática si la persona está en silencio.

He subido un poco de todo y luego de más de 15 mil kilómetros recorridos en ciudad, veo que de aquí salen algunas cuantas crónicas, chismes, reflexiones que me han pasado al volante. Me gusta manejar, eso también es una parte bonita de mi vida. Ya les contaré.

viernes, 19 de junio de 2020

Dinero, emoción, juventud y cerebro





Uno tarda largos años en saber para qué sirve el dinero. Nuestras creencias acerca de ese bien definen, condicionan, empujan algunas de nuestras decisiones importantes y mucho del actuar cotidiano. El problema es que el dinero suele llegar mucho antes que la reflexión en torno a él. Y, conectado a las emociones como suele estar, se vuelve un mono escapando de rama en rama. Si uno se conociera antes, sabría lo que esa sustancia llamada dinero puede incidir en nuestro cerebro.

lunes, 15 de junio de 2020

Laura






La atracción por el sexo opuesto, en concreto la atracción que siente un varón hacia una mujer, está bastante vulgarizada, manoseada. Los varones somos responsables al excedernos, el mirar para todos lados y ver esos cuerpos femeninos como si fueran objetos de consumo, o solamente objetos. La sociedad machista simplificando, ofreciendo satisfacción inmediata.

Sostengo que la atracción hacia una persona es más compleja y pasa por su personalidad, su físico y su intelecto. Esos tres ingredientes en diferentes medidas, se combinan para que alguien te haga clic.

¿Por qué las mujeres procuran subrayar, he notado, que son más selectivas de lo que realmente son, que sí lo son, creo, al menos más que los hombres?

***

Verano de 1982. Mis salidas eran a la escuela y algunas tardes, junto a mi mamá y a mi hermana a la iglesia o a la plaza cercanas. De regreso, mi mamá se entretenía saludando a algunas amigas, ya casadas, que vivían en el camino. Una tarde, mi mamá se detuvo un rato más de la cuenta con la señora Virginia (ahora veo que esa señora tendría menos de 35 años). En la banqueta, como es costumbre, sillas afuera y la televisión. Aquí el recuerdo se me desdibuja. Han pasado casi 40 años desde entonces.

Lo que no olvidaré jamás es que en la pantalla estaba Laura Branigan cantando "Gloria". Nunca la había visto pero su nombre lo guardé para siempre. La atracción que por ella sentí fue muy profunda, podría decir que definió algo para siempre, porque fue la primera mujer que me atrajo sin ser consiente de lo que me estaba pasando. No había cumplido los 10 años.

***

Ahora que la agenda de muchas mujeres tiene a los abusos y a los feminicidios como materia pendiente, ahora que los varones hemos abusado del gusto y de la libertad, el elogio a la atracción por ciertas mujeres resulta más que sospechosa.

Y no estoy de acuerdo pero lo entiendo.

***

Me ha parecido ver el rostro de Laura Branigan en ciertas presencias en los últimos 40 años. Laura murió ya, nunca la veré en persona, sin embargo, hay algo en su esencia que otras personas reflejan. 

Algo que no sé qué es pero que es lo único que importa.


viernes, 12 de junio de 2020

¿Puede haber una idea patriarcal y que al mismo tiempo no sea antifeminista?




Conozco una sola idea que en su esencia es bastante patriarcal y al mismo tiempo no está peleada con el ideario feminista. De todos modos, por supuesto, está a discusión:

"Conviértete en un varón igual que el que desearías para pareja de tu hija".


sábado, 14 de marzo de 2020

Coloquio de exes





Las exparejas de un amigo crearon informal cabildo, una cadena con dos o tres eslabones por nodo.

Evalúan y cotejan el probable comportamiento actual de mi compa y de paso elaboran el perfil de la nueva pareja con base en información de redes sociales.

Yo digo que ellas también se estudian entre sí.


lunes, 17 de febrero de 2020

En favor de la discriminación






Discriminar a las personas en razón de color de piel, orientación sexual, nivel económico, creencias religiosas, etc. además de pendejo, me parece algo vulgar, digno de personas que no son capaces de discernir entre lo valioso y lo mierda de algunos seres humanos.

Por eso yo no discrimino a lo pendejo, sino tengo la paciencia de discriminar de forma individual, por criterios más depurados. 

Por ejemplo, a personas que son nocivas, biodesagradables, que hacen un conflicto regional interurbano por una telaraña que se les hizo bola dentro de su cabeza y no se han dado cuenta, a pesar del mierdero emocional que han vomitado.

Discrimino a personas que ejercen la violencia simbólica, física, sicológica, familiar. Discrimino a personas que, en lugar de tener gustos sencillos y mente compleja, tienen gustos pendejos y mente simple, mente que no entiende de bondad si acaso no gira en torno a su ego.

Mi forma de discriminar es de una técnica depurada con los años. Viene de la soberanía que me nace por darle a cada a quien lo que se merece.

jueves, 13 de febrero de 2020

Conflicto




Es muy probable que el conflicto, en sus diferentes formas, sea parte inherente de la vida. Sin embargo, me parece por demás interesante revisar la forma en que cada uno nos vinculamos con él. Noto que el conflicto despierta interés, de él están hechas las noticias, la literatura, las pláticas informales, la noticias sobre las relaciones de terceros. Entiendo que hay un interés empático, humano, sensible o solidario cuando vemos a una persona inmersa en un conflicto. A veces quisiéramos ayudar, y a veces sólo opinamos y sacamos nuestras conclusiones. 

Pero sucede también que hay una línea, que a veces no podemos distinguir, entre empatizar, ayudar a resolver, y otra, embetunarnos hasta los codos, por semanas, meses o años. A veces traemos clavada a una persona por mucho mucho tiempo. Le damos muchas vueltas, que no son recorridos fríos, sino cargados de emociones. Y las repasamos mil veces. 

A veces no somos conscientes siquiera de que hay un conflicto atravesado. Pienso que es importante revisar nuestra relación con los conflictos. Y pues ninguno de ellos paga por estar dándoles tantas vueltas.