viernes, 11 de septiembre de 2020

Una vida unida a la costura


 

“Se me hace tan bonito lo que veo, que me da gusto ver la sala terminada”, dice María Magdalena Ponce, “Nena”, apasionada de la costura, oficio que ha ejercido por los últimos 40 años.

Dice que para realizar este trabajo es necesario tener paciencia y mucho gusto por la costura. El resultado para ella lo vale: siente una gran satisfacción al ver terminado un modelo nuevo.
“Nena” inició en este trabajo en una fábrica de pantalones y camisas cuando tenía 17 años, después y desde hace 23 se dedica a la costura de telas para muebles, especialmente salas.
Aunque tiene mucha experiencia —sabe distinguir en dos segundos los hilos más resistentes— reconoce que hay piezas que presentan un nivel de dificultad mayor.
Paciencia y gusto

Como por ejemplo la base Nápoles, que demanda costuras por dentro y por fuera además de un orden determinado en los distintos fragmentos de tela que van unidos. Un modelo exigente, señala.
Después del corte de tela, la costura es el segundo paso en la cadena de producción de una sala. Si el corte es el que rige los demás procesos, el corte le da forma al mueble creando una “funda” que cubrirá la estructura, incluida la espuma y los resortes.
“Me gusta mucho aprender”, menciona “Nena” sentada tras su máquina de coser en la fábrica de muebles en donde se ha desempeñado por 12 años. Señala que en este oficio se requiere tener paciencia y claro, gusto.
“Me da mucha satisfacción ver terminado un modelo nuevo”, menciona, “se me hace tan bonito lo que veo que me da gusto verlo terminado”.
Cada modelo requiere de una atención especial, independientemente de la cantidad de piezas que lleve. “Nena” menciona que, por ejemplo, el modelo Arco —sofá, love seat y sillón— requiere de 83 piezas de tela que ella y una compañera, pueden coser en alrededor de 90 minutos.
El bordado, gusto de su infancia

Su gusto por el trabajo con tela empezó a los siete años, cuando su mamá le enseñó a bordar servilletas y artículos sencillos de uso en el hogar.
“A los 17 años tomé un curso de costura y luego entré a trabajar en una taller en donde se hacían pantalones y camisas”, señala durante una breve pausa en su trabajo.
Considera que el mueble que más le ha gustado formar parte en su elaboración es una base forrada de terciopelo color rosa coral: “Es la más más bonita para mí”, menciona.
Hasta que Dios me dé fuerza

¿Hasta cuándo piensa dedicarse a la costura? se le pregunta.
“Hasta que Dios me dé fuerza”, dice sonriendo, “yo voy a seguir viniendo así tenga 90 años”, y ríe mientras se acomoda en su silla, con el gusto y paciencia de quien desea seguir trabajando con gusto por muchos años más.

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