viernes, 30 de octubre de 2020

Extemporáneo

 



Tenía dos notas retrasadas en mi turno de 7:00 a 3:00 pm. Llevaba dos meses de trabajar desde casa redactando para el portal Regeneración. Reconozco que el ritmo era intenso y me costaba trabajo buscar, elegir, resolver y redactar en pocos minutos. Y así una nota tras otra. Era lo duro y lo tupido, sin tiempo de nada. Cargar, apuntar y disparar. Ni oler la pólvora. Clic clac. 

Eran aproximadamente las 12:30 del mediodía. Era miércoles. El exceso de notas en cualquier medio siempre insensibiliza un poco, porque una noticia, por trágica, por dura que sea, es una sola nota y un medio es una bestia que devora información a cada momento. Esa bestia tiene un hoyo en el estómago, uno que no da tregua. A pesar de que haya noticias que propicien notas para dos días o más, de todos modos es otro abordaje.

 

Fallece Celso Piña a los 66 años
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No hallé modo de levantarme, de parar. Leí todo lo disponible a ese momento, tragué datos sin un vaso de agua porque me faltaban más notas.

Varios amigos me dieron el pésame por esta pérdida y eso me conmovió. Porque me di cuenta que a donde iba, hablaba de Celso. Si había más cercanía, bailaba las canciones de Celso. Hay quien le gustó gracias a mí y eso me honra. Porque a veces la música entre dos es una forma de amor.

Martha Laura y yo luego fuimos al recorrido que se hizo de los restos de Celso del Santuario hasta la Indepe, pero ya íbamos tarde.

*

Fue hasta hoy en la mañana. Salía de bañarme y había puesto cumbias. Me pongo a bailar como algunas veces. Llegó la Cumbia Arenosa. Bailé un momento pero luego como que me dio mucha tristeza porque me cayó el veinte de que nunca más, jamás de los jamases, nunca más mientras esté yo vivo, volveré a ver a Celso Piña Arvizu. Que jamás volveré a bailar en vivo su música. Nunca podré entrevistarlo para armar un libro biográfico como lo había pensado. Que nunca más lo volveré a ver y eso no lo había sentido.

Me quedé llorando con la tristeza en el cogote. 

Por fortuna hoy pude, finalmente, llorar su muerte. 







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