Hoy se me ocurrió que el dolor recibido se vive como una forma de violencia o agresión. Si el dolor no se asimila se convierte en sufrimiento, que no deja de ser violencia.
Esa violencia se puede volcar contra los otros o contra uno mismo.
Una buena parte de los achaques, padecimientos, tristezas, pesadumbres son producto de esa violencia, es decir, ese dolor que recibimos y nunca pudo salir.
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