La primera vez que quedo de verme con alguien, lo hago con muy bajas expectativas. O con ninguna.
La gente suele llegar tarde o cancelar. O mover la hora de último momento. También pasa que no llama cuando dijo, o no responde el teléfono en la fecha y hora en que yo quedé en hablarle.
No es que me ponga demasiado exigente. Exigente sí. Pero es que el tiempo es lo más valioso que existe y me parece una falta de respeto que las personas sean desconsideradas en este rubro.
Encima que demuestren con denuedo que les importas tres camiones de pepino. Y uno siga ahí.
Desde hace algunos años uno de mis deportes es borrar personas que consumen energía de oquis y que tengo en Facebook, gente que no aporta o a la que ya le agradecí lo que hizo por mí, pero que ahora y desde hace algunos años le soy completamente indiferente.
(No se me malentienda. De entrada yo busco a las personas que deseo cerca, y alimento la práctica de cultivar una relación; si la respuesta es nula, ya es otro cantar.)
También practico el dudoso placer de borrar, incluso bloquear a personas que una vez me han dejado en visto y pasado un tiempo no me devuelven la llamada o el mensaje.
Y así, me voy quedando con un puñado de amigos que no esconden el gusto que les da que les llame o les mande mensaje (escrito o de voz) al igual que yo me siento profundamente honrado con su amistad. Son gente que quiero un montón, que admiro y a quienes deseo ver en persona y que cada cierto tiempo me manifiestan, nos expresamos mutuamente, el aprecio, cariño y muchas cosas bonitas. Es decir, lo normal entre los amigos o gente que se aprecia.
Pa qué quiero más.
Por qué conformarme con menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te agradezco el tiempo que te tomas para dejar un comentario. Mi correo es yadivia@hotmail.com