Cuando empezaba a estar joven publiqué un pequeño cuaderno, plaquette se les llama, de poemas. Esa primera publicación individual la dediqué a una chica que pretendía, a mi mejor amiga de ese entonces, "y a mis cuates del taller".
Algunas otras veces he dedicado poemas. Sobre este punto unos amigos y yo alguna vez discutimos que una vez dedicado el texto, es de mal gusto borrar o cambiar esa dedicatoria, aun y los ojos o corazones retroactivos. Sea como fuere, y más allá del debate minucioso de que si es exactamente lo mismo decir para que decir a, antes del nombre del dedicado, para alguien dedicado a las letras tiene un valor simbólico muy especial el dedicar un artículo, un poema y, especialmente, un libro.
Queda claro, al menos para mí, que el acto de dedicar un trabajo escrito es uno de los regalos más delicados, exquisitos y finos que puede haber entre la gente que se dedica a las letras.
Hace unas semanas recibí por mensajería proveniente de la ciudad de México un libro, Llamadas de silbato. La dedicatoria que me hace su autor, Arturo Reyes Fragoso, casi hace que me caiga de la silla. Ahí estaba, en la página cinco, una dedicatoria, no de puño y letra, sino con la garantía del offset, y con unas palabras dedicadas a mí que presuntamente me describen.
No dejen que me ponga sentimental y que suelte una lágrima de emoción, más bien diré que siempre recordaré este detalle de un periodista que admiro.
Qué lindo detalle, me cae, el de Arturo. Se ha de sentir retebonito, sobretodo por lo que significa que te lo dediquen en offset. Osea más alla de ver tu nombre en las primeras páginas, es pensar en lo que el autor pensó al dedicartelo, es como decir, gracias a tí, en quien pensé cuando hice este libro...Me hace recordar un poco a José y Pilar. cómo le dedicó muchos libros, siempre con una frase certera que envuelve todo el significado de su vida juntos.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios, mi amor. T.A.
ResponderEliminar