sábado, 1 de octubre de 2011
El iphone
Mi primer hijo lo perdí a los 18 años, mi mamá me acompañó en el hospital, aquí en la casa, estuvo conmigo en todo. En verdad le agradezco que no me hubiera reprochado nada, ni antes ni después, antes al contrario. Soy yo la que no se ha podido reponer. Lucía, una amiga de mamá quien también perdió un bebé, dice que nunca se repone una, que nomás le queda sobrellevarlo, y que Dios quita, pero que también Dios enseña. “Todavía lloro, y no me gusta, pero a veces siento que no puedo”, le digo. Sé que me entiende, me gusta cómo me mira, cómo me abraza. Me gusta cuando Lucía y yo nos abrazamos.
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Conocí a Roberto hace unos cinco meses al salir del trabajo. Me lo presentó Marta en el café. Marta es una amiga que conocí en donde trabajaba antes. Ahí todos eran muy serios, entraban a las 9 y se iban a las 6. Una vez nos quedamos más tarde y al final me dio aventón a la casa porque ese día tenía el coche en el taller.
Pues Marta y yo nos vemos al menos cada 15 días. Nos ponemos al corriente de nosotras mientras comemos un pastelito. Ese día llegó Roberto. Yo no lo había visto cuando se acercó con ella. Hablaron unos minutos y se despidió de mí con un “mucho gusto”.
A las tres semanas me invitó a tomar un café y desde ahí empezamos a salir. A conocernos, pues. Me contó que había enviudado a los tres años de casado y que desde entonces su vida era puro trabajo. Yo le conté lo de mi bebé y de estos seis años que he sobrevivido sin él.
En agosto en mi cumpleaños me regaló un IPhone. Él pasaba varios días en Mexicali y en ese tiempo yo me movía mucho entre Tijuana y Ensenada. Por las noches me mandaba un mensajito antes de dormir, luego fueron dos… la verdad es que yo también le contestaba.
Nos veíamos poco. Cada 15 días. No sabía si buscaba algo serio o si tenía miedo, o si nomás buscaba tener compañía. Para los hombres eso se les hace fácil, pero yo no quería pasármela probando.
Confieso que cuando no tenía noticias de él me sentía algo incómoda. El Iphone era como una extensión de su mano o de su brazo. Me sentía segura aunque nunca le llamara. `
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Era la primera vez que tenía un teléfono tan motherno. Es un G3 seminuevo que era de Roberto. Él se compró un G4. Veo que tiene muchas funciones. “No son funciones, se llaman aplicaciones, y le puedes poner más”, me explica Marta. “Ash, mientras me sirva para hablar con eso me conformo”.
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Es muy raro, pero ya van tres veces que llaman y preguntan por una tal Michelle, muy raro porque este teléfono hasta donde sé Roberto lo compró nuevo. En una de esas llamadas vi en la pantalla la foto de una tal Denise. Era una foto extraña, tal vez de una fiesta de disfraces o de un carnaval porque era de un hombre vestido de mujer.
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Hace poco descubrí que se podían tomar fotografías y después ponerlas en la computadora. Por varios días estuve tomando fotos: en la playa, en la calle, frente al espejo, con ropa de calle, con un vestido muy bonito que hacía mucho no me ponía, con Marta en el café… El sábado me senté a verlas. Junto a mis fotos aparecían las del hombre del carnaval, la Denise esa, al parecer es un amigo de Roberto, pues sí, salen los dos. No sabía que fueran actores.
Después de que Marta me explicó algunas cosas, apagué el iphone y no he querido saber nada de Roberto. Tal vez lo venda o lo dé por perdido, total, he tenido pérdidas más importantes.
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