Acabo de ver la película Hysteria, dirigida por
Tania Wexler, y estos son mis comentarios.
Me gustó y la disfruté mucho. Aclaro desde dónde hablo:
pienso que abundan las ideas sobre una sexualidad asociada al pecado, lo correcto,
la moral, la decencia. Para mí, la sexualidad se puede tratar en la mesa, es un
tema ante el que se puede más bien informar y aprender, más que reprender,
decretar o infundir miedo. Opino que las creencias religiosas organizadas en
torno a las iglesias, no deben legislar sobre algo privado y personal como lo
es la actividad sexual, mucho menos a través de la coerción, el miedo y la
culpa. Eso de manejar conciencias, en algunos campos es algo delicado. Quien
piense lo opuesto, creo que probablemente no le divertirá mucho la película.
Situada en la época victoriana, la cinta teje dos historias
en torno al protagonista, un joven médico inexperto. Una historia que sale y
entra del agua es la invención del consolador por parte del médico, Joseph
Mortimer Granville, la otra es la relación que tiene primero con la hija de su
patrón, y después con la hermana de ésta.
El futuro suegro atiende en su consultorio a mujeres que
sufren de “histeria”. Su tratamiento consiste en acostarlas en una camilla
modelo ginecología, y darles un masaje hasta que conseguían un orgasmo, que no
llamaban orgasmo, sino “ataque”.
El médico Granville llega a trabajar con el reconocido
doctor que gana un montón de lana resolviéndoles problemas de salud a sus
pacientes. En ese año de 1880, Segismundo Freud cumplía 24 años, aún no hacía las formulaciones que habrían de cambiar la sexualidad para siempre, y
seguramente ni siquiera se había masturbado una sola vez en su vida, por esa
razón el padecimiento llamado histeria merecía un tratamiento que hoy tendría
una connotación muy diferente.
Aparece en escena la otra hija del reconocido doctor, lo
opuesto a la hermana: es espontánea, no se somete a la autoridad de su padre,
se dedica a dirigir una casa con personas necesitadas, lucha por apoyar a los
más necesitados y no le importa el qué dirán. Además, piensa que la mujer debe
decidir sobre su propio cuerpo y tener una pareja, si llegara a hacerlo, en
relación de igualdad con el marido. Todo lo opuesto a la sociedad de su tiempo.
Este personaje me encantó porque representa la libertad, el feminismo (sin
mencionarse una sola vez), la valentía al realizar actos de justicia para con
los más necesitados a costa de la propia seguridad, la integridad. Además, la
muchacha está radiante.
Lo extraño es que es una comedia romántica, con un formato
bastante ligero para las ideas que maneja.
Como me reí mucho, como se me salieron las lágrimas con un
rollo con el personaje que actúa Maggie Gyllenhaal, por el manejo del placer en
las mujeres y de su sexualidad, la película parece que fue hecha para gustarme
a mí, para divertirme a mí. Está lejos de ser la gran cinta, pero tuvo los
ingredientes que más me gustan: romance, crítica social, humor y la sexualidad,
mejor dicho, el placer sexual, presentado de una forma ajena, y por lo tanto, “nueva”
a nuestra cultura.
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