El siguiente texto lo escribí para una columna del periódico impreso. El anglicismo es intencional:
Cada vez que cambiamos de año hacemos una
lista con propósitos nuevos, el 50 por ciento de los cuales, si bien nos va, no
los cumpliremos. Este periodo de cierta euforia, esta viada de entusiasmo, nos
lleva, entre otras cosas, a hacer un tune up a varios sectores de nuestra
vida.
Algunas mujeres programarán análisis
médicos para atender o descartar algún posible problema de salud; los
estudiantes verán la recta final del año escolar con miras a pasar a otro nivel
de estudios; algunos otros pensarán en perspectivas de mejora en el ámbito
laboral, pero a todos nos pasará por la cabeza lo que podemos mejorar en el año
que comienza.
Tradicionalmente, a las mujeres se les ha
dejado, y ellas mismas han asumido como parte de su “naturaleza”, el cuidado y
mantenimiento de los vínculos emocionales. Trabajen o no fuera de casa asumen
muy en serio el ser en función para los otros.
En la actualidad, dos de cada 10 hogares en
México tienen a una mujer como jefa de familia. También cada vez más varones se
involucran en aspectos puramente domésticos y no se conforman con ser sólo
proveedores.
Sin embargo, la familia, en cualquiera de
sus múltiples presentaciones, sigue siendo el núcleo de la sociedad, y lo que
sucede al interior del hogar repercute en el comportamiento de los individuos
en lo público.
Cuando la familia tiene al frente a dos
personas adultas, y esas dos personas tienen problemas de convivencia, podemos
decir que la sociedad tiene dos células con dificultades para estar en contacto
en el organismo.
Ahora que está comenzando un nuevo año,
ahora que tenemos el entusiasmo por recargar ánimos, pensar en dietas y
reprogramar nuestra economía, es un buen momento para darle mantenimiento a
esos vínculos domésticos que nos hacen ser parte de una sociedad sana.
Sostengo que escuchar ilumina al oyente y
modifica el ánimo del hablante. Si podemos pensar en función de pocos y
sencillos acuerdos, pero dispuestos a respetarlos, podemos hacer el cambio de
aceite dentro del motor de nuestra relación, y hacerla que dure más tiempo en
buen estado.
Intentemos, como un ejercicio, escuchar sin
interrumpir y sin hacer ninguna clase de juicios (ni muecas, ni caras, ni
fuchis), pensando en qué es lo que el otro nos quiere decir. Negociemos lo que
se pueda discutir con más facilidad, y respetemos la libertad del otro para
decirle no a lo que desee.
De igual modo que en casa no podremos hacer
todas las reparaciones a nuestro auto, por simples que parezcan, de igual forma
me parece una forma bastante inteligente acudir ambos ante quien pueda tener
las herramientas necesarias para el debido arreglo. Alguien con la confianza de
ambos. Vale la pena incluir este sector de la vida en los propósitos.
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