Fui a la casa de un señor que vivía solo.
Mientras platicábamos, en la sala se escuchaban molestos ladridos.
Son mis cinco perros, me dijo.
Agregó también que, curiosamente, los tres más bravos casi nunca ladraban.
Le pregunté por el nombre de sus animales.
—Se llaman poder, prestigio, dinero, sexo y amor.
Y no los vendo, los intercambio temporalmente por otros de vez en cuando.
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