Los cantantes y músicos cuentan con un apoderado.
Esta persona los representa, defiende sus intereses y les indica a dónde sí, a dónde con quién, inclusive cómo conducirse en mejor beneficio de su carrera.
¿Y qué tal si mujeres y hombres nos firmamos un contrato y nos hacemos apoderados de nosotros mismos y pensamos qué es lo mejor para nuestra felicidad y de las personas que amamos?
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