Relatos de algunos naufragios amorosos pululan en las
páginas ya tranquilas de esta variado textuario (De lunes a diciembre*) de
Gerardo Ortega. Este título, ya empleado por el autor (como si fuera mantra) en
un poemario de 1995, reúne cuentos, poemas, canciones, cartas y hasta
instructivos que desembocan en el recuerdo de ciertas relaciones pasadas (y de
otras que no lo fueron) y en su baldío emocional actual.
Por su balance sentimental deambulan esposas (“Cuando mi
mujer”), ex–esposas (“Sin rastro del nosotros”), ex-novias (“Un soltero
reciclado”) y otras chicas envueltas en el deseo (“Elizabeth”, “Carta a
Poncho”, “Tu brazo roza el mío”, “Me gustaba Julieta”, “Juan es muy obvio”, Chi
Mai sweet angel”, “Sed de tiempo”, “Soliloquio”, “Canción” y “Sombra”).
El estilo de Gerardo (Monterrey, N.L., 1972) es ágil y su
tono es moderado, sin aspavientos o dramatismos. Las buenas lecturas han
madurado su expresión: “No sabe el cielo de este asombro intermitente” (p. 16),
“Los encuentros efímeros / producen mundos efímeros” (p. 44), “Habito en el
espacio de la llama ausente” (p. 36).
A causa de sus desencuentros románticos, una ligera sombra
de pesar se hace evidente en el autor: “me enseñó que a la larga es mejor
perderla por sincero que ganarla por estafador” (p. 55-56), “Nos reímos con
sorna de los nuevos matrimonios, aunque en el fondo envidiamos la ilusión que
hace mucho perdimos” (p. 20), “Yo la vi para siempre y no fui para decirle mi
nombre” (p. 31).
“Fe suicida la de amar” (p. 28) nos advierte Gerardo, como
previniendo a todos, aunque ya sabe que nadie escuchará, ni siquiera él mismo:
“Si no te sigo, me huyo / si no te siento, me parto / si no te elijo, me sueño
/ si no te hablo, me invado” (p. 49).
Pero es la persistente volcadura hacia el recuerdo la que
genera toda esta sensación de soledad: “El recuerdo en nuestras vidas es una
estatua / de bronce que está en ruinas” (p. 17), “Esta ciudad metálica / no se
apropió de los recuerdos” (p. 42), “vuelve aquí el mismo fantasma de los /
lunes, / lleno de flores ya marchitas en sus brazos” (p. 22).
¿Cuántos naufragios harán falta para que el corazón se hunda
y la razón se desquicie? ¿Resolverá ese enigma la literatura o son
insuficientes las palabras? ¿Alguna vez aprenderemos del pasado?
Gerardo Ortega. De lunes a diciembre. Monterrey, N.L.: Edit.
Diáfora / UANL, 2009. 62 pp. (Serie Atajos, 4.)
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