Llegué a
donde nunca había llegado gracias a una pasión.
Más que
estar, quería estar yendo hacia ella continuamente, como las olas que no se
cansan de repasar sus límites para ver si llegan más lejos cada vez.
**
Una
alfombra de arena dura y mojada cubría la orilla. Tú dormías en la misma
ciudad, en tu cama, pero yo no lo sabía. Sabía, en cambio, que no me iría de
esa ciudad hasta no saber que más que una pasión, había llegado por encontrarme
con tus labios, no sólo para comprobar el deseo, sino para seguir yendo, por
mucho tiempo, hacia tu boca.
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