domingo, 24 de febrero de 2013
Diario íntimo de un esposo
Observe las obsesiones de su mujer respecto a la casa, y respételas, no las critique, y si puede colaborar mucho mejor. Escuche sin juzgar (no abra la boca y diga "tus obsesiones...") todo lo que tiene que decir ella al respecto, recuerde que la mitad de las veces no es personal, y la otra mitad le dirá sus verdades, pero esto tampoco es personal. Si para usted es un sitio de descanso y relajación, para ella es una extensión de su cuerpo, así que sea considerado.
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Que vivan las mujeres
Desde hace muchos años he sentido una profunda curiosidad
por la manera en que las mujeres crecen, se relacionan y en general ven el
mundo. Son tan complejas, pero tan indispensables que se les califica,
etiqueta, enaltece, y se les trata primero como mujeres que como seres humanos,
es decir, con frecuencia como nuestra cultura nos dicta
—conforme a su estado civil y aspecto físico— antes que como
a seres iguales y distintos y sobre todo, como a seres autónomos y con
capacidad plena para decidir sobre sí mismas.
Sobre estos temas me he encontrado con puntos de vista que
se pueden englobar en dos grandes bloques, quienes piensan que ser mujer se
nace, y los que piensan que ser mujer se hace, se construye.
Quienes se identifican con la primera idea enfatizan más
bien en que existe una naturaleza femenina de donde se desprende un rol que
cumplen, o deben cumplir en la sociedad. Este rol estaría ligado a la
maternidad, la familia y en general al ámbito de lo privado, y por ello, su
“naturaleza femenina” y ningún otro factor les señalará que uno de sus papeles
es velar por el bienestar de su entorno, incluso antes que velar por sí misma.
Quienes nos inclinamos más por la segunda idea, pensamos que
las mujeres comparten desde temprano un diálogo con la naturaleza, y que dentro
de la sociedad la mujer se va construyendo hasta que, finalmente, se pone al
servicio de lo que se espera de ella. Claro, en muchos casos con plena
libertad, pero casualmente, eligen libremente ser para los otros y no salirse
de las expectativas que se tienen de ellas.
Bien, no estoy afirmando que deban ir contra la corriente y
rebelarse ante todo lo establecido, no. Señalo que es muy común que se enfermen
por perder contacto con su psique más íntima, la que les da fuerza y vigor.
Clarissa Pinkola Estés, doctora en Psicología Etnoclínica,
le llama Mujer Salvaje, pues dice que esas dos palabras
accionan el llamar a la puerta de la profunda psique femenina. “Cualquiera que
sea la cultura que haya influido en una mujer, ésta comprende intuitivamente
las palabras ‘mujer’ y ‘salvaje’”.
Cuando se pierde contacto con esta parte de la psique
aparecen algunos trastornos que según la autora de Mujeres que corren
con los lobos, se reflejan en síntomas que conducen a
comportamientos, pensamientos y emociones que ella describe con un lenguaje
también femenino: “Sentirse extremadamente seca, fatigada, frágil, deprimida,
confusa, amordazada, apática hasta el extremo. Sentirse asustada, lisiada o
débil, temor a reaccionar con agresividad cuando ya no queda más qué hacer,
perder la energía en presencia de proyectos creativos”.
Pero, al parecer, estos síntomas que me parecen mucho más
comunes de lo que todos nos imaginamos, tienen que ver con lo que consideramos
importante hablar y lo que no. Los “grandes temas” son los inventos,
descubrimientos, investigaciones, decisiones políticas, reformas y leyes, pero
no los de índole doméstica —que al final de cuentas, habrá quién
lo haga—. Esos no son “tema”, sino que son el paréntesis entre dos mujeres en
la reunión.
“El modo de pensar predominante hace que, en nuestra manera
de ver y entender el mundo y la vida, la historia y la cultura sólo deban
conocerse desde fuera del hogar, es decir, en la vida pública y en los grandes
momentos”, señala Sara Sefcovich en el libro ¿Son mejores las
mujeres?
Atender el aspecto doméstico y privado a la par que el
público, y muy especialmente dejar de objetalizar a las mujeres es algo que
cualquier persona de cualquier género puede hacer, porque la idea de que ellas
deben ocupar un segundo plano es susceptible de enraizarse en cualquiera, independientemente
de su género. Y entonces sí, que vivan las mujeres.
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domingo, 27 de enero de 2013
Scouts disidentes y risueños.
Para Jorge Luis Luna López [el Yorch]
Según la visión de mi mujer, quien no perteneció nunca a ningún grupo, un scout que pasó años en el Movimiento necesariamente será alguien con sensibilidad ambiental, optimista y ligero de equipaje. Ella encuentra ese perfil y quién soy yo para desmentirla. Sin embargo, dentro de la formación scout hay variantes. La más conocida es la apegada a la tradición, que sigue a pie juntillas los principios y valores del Movimiento y, muy importante, no se pregunta nada que no pueda venir en los manuales.
Otra de las formas de concebir el
escultismo tiene que ver sí, con los principios, con la
Ley Scout , pero también con la crítica que
analiza, separa y aclara; con la curiosidad por conocer qué cosa es el escultismo
y en general con el discernimiento y el goce.
Esta es la forma en que lo entendieron, por
ejemplo, los scouts disidentes Manuel Felguérez, que se convirtió en artista
plástico, y Jorge Ibargüengoitia, que se volvió un "ironista antihistórico".
Amigos ambos, asistentes al Jamboree francés del 47 —los dos entonces de 19
años— le deben mucho al escultismo, aunque en su momento tuvieron varios
desencuentros con la
Asociación.
Este sentido crítico y humorístico es con
el que escribe Arturo Reyes en este blog. Agradezco a Alejandro González, de Milenio, haber aceptado hace cinco años
la propuesta de este nuevo espacio para un periodista y escritor scout de
muchos años, a quien quiero y admiro, y quien ha sido un muy serio, y a veces
incómodo, investigador sobre el escultismo.
Por esa razón, Arturo Reyes desde este blog
es un tanque de oxígeno de scouts y exscouts
para opinar, debatir y enterarse, de una manera bastante democrática, de
lo que está pasando en el Movimiento.
Creo que al final nos logramos en la tarea
de llegar a remar tu propia canoa, al modo en que lo prescribe la Asociación de Scouts de
México, y en algunos casos, a pesar de ella.
Mi cuate el Yorch y yo, que a los 13 años
leímos Escultismo para muchachos, el
libro de Baden Pomo —como le decíamos
en privado—nos logramos, tenemos una familia, hijos, un trabajo que nos gusta,
y en buena medida los scouts nos moldearon.
Le contaré a mi mujer que sí, que el
Movimiento nos marca, que al final en algunos se nota el sello de la casa, pero
quizá le aclare que nunca destaqué en nada que no fuera en semáforo, y que aún
guardo con mucho cariño mi primera promesa, hecha en el Grupo 6 de Monterrey,
en un lejano verano de 1984.
jueves, 24 de enero de 2013
El Síndrome de Aurelio
Voy a contar, no a explicar, en qué consiste lo que yo llamo el Síndrome de Aurelio, y que los psicólogos y sociólogos seguramente lo tienen bien identificado —con otro nombre, claro está—, pero que para mí y para mis adentros, le he puesto Síndrome de Aurelio. Las personas muy sensibles a quienes los ambientes de cantina les suelen resultar repugnantes, sírvanse abstenerse de seguir leyendo.// Aurelio es un mesero que muchos en la concurrencia aquí presente conoce porque tiene 25 años laborando en un conocido Bar.
En cierta ocasión, uno de los asistentes se levantó a medias de su mesa, desde el rincón opuesto del bar, le grito a nuestro mesero con todas sus fuerzas: "¡Aurelio! ¡Vas y chingas a tu madre!". Aurelio miró de reojo, pero no mostró mayor signo de molestia. "¡Aurelio! ¡Vas y chingas a toda tu madre!", volvió a repetir el mismo señor voz en cuello. El episodio se repitió tres veces en lapsos de 20 minutos. Llegó un momento en que otro de los asistentes, ya francamente molestó, se dirigió con Aurelio y le dijo: "Oiga amigo, qué güey tan molesto ¿verdad? Si necesita ayuda nomás diga. Ya van varias veces y la verdad ya me está cansando". Aurelio, acercándose al buen amigo e inclinándose un poco hacia él, le dice en tono de confidencia: "Es que ese señor me da 10 pesos por cada vez que me mienta la madre, y mire, ya llevo 80 pesos; no, mire, mejor no diga nada, muchas gracias". Tantán.
En cierta ocasión, uno de los asistentes se levantó a medias de su mesa, desde el rincón opuesto del bar, le grito a nuestro mesero con todas sus fuerzas: "¡Aurelio! ¡Vas y chingas a tu madre!". Aurelio miró de reojo, pero no mostró mayor signo de molestia. "¡Aurelio! ¡Vas y chingas a toda tu madre!", volvió a repetir el mismo señor voz en cuello. El episodio se repitió tres veces en lapsos de 20 minutos. Llegó un momento en que otro de los asistentes, ya francamente molestó, se dirigió con Aurelio y le dijo: "Oiga amigo, qué güey tan molesto ¿verdad? Si necesita ayuda nomás diga. Ya van varias veces y la verdad ya me está cansando". Aurelio, acercándose al buen amigo e inclinándose un poco hacia él, le dice en tono de confidencia: "Es que ese señor me da 10 pesos por cada vez que me mienta la madre, y mire, ya llevo 80 pesos; no, mire, mejor no diga nada, muchas gracias". Tantán.
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sábado, 19 de enero de 2013
Hysteria, comentarios a la película
Acabo de ver la película Hysteria, dirigida por
Tania Wexler, y estos son mis comentarios.
Me gustó y la disfruté mucho. Aclaro desde dónde hablo:
pienso que abundan las ideas sobre una sexualidad asociada al pecado, lo correcto,
la moral, la decencia. Para mí, la sexualidad se puede tratar en la mesa, es un
tema ante el que se puede más bien informar y aprender, más que reprender,
decretar o infundir miedo. Opino que las creencias religiosas organizadas en
torno a las iglesias, no deben legislar sobre algo privado y personal como lo
es la actividad sexual, mucho menos a través de la coerción, el miedo y la
culpa. Eso de manejar conciencias, en algunos campos es algo delicado. Quien
piense lo opuesto, creo que probablemente no le divertirá mucho la película.
Situada en la época victoriana, la cinta teje dos historias
en torno al protagonista, un joven médico inexperto. Una historia que sale y
entra del agua es la invención del consolador por parte del médico, Joseph
Mortimer Granville, la otra es la relación que tiene primero con la hija de su
patrón, y después con la hermana de ésta.
El futuro suegro atiende en su consultorio a mujeres que
sufren de “histeria”. Su tratamiento consiste en acostarlas en una camilla
modelo ginecología, y darles un masaje hasta que conseguían un orgasmo, que no
llamaban orgasmo, sino “ataque”.
El médico Granville llega a trabajar con el reconocido
doctor que gana un montón de lana resolviéndoles problemas de salud a sus
pacientes. En ese año de 1880, Segismundo Freud cumplía 24 años, aún no hacía las formulaciones que habrían de cambiar la sexualidad para siempre, y
seguramente ni siquiera se había masturbado una sola vez en su vida, por esa
razón el padecimiento llamado histeria merecía un tratamiento que hoy tendría
una connotación muy diferente.
Aparece en escena la otra hija del reconocido doctor, lo
opuesto a la hermana: es espontánea, no se somete a la autoridad de su padre,
se dedica a dirigir una casa con personas necesitadas, lucha por apoyar a los
más necesitados y no le importa el qué dirán. Además, piensa que la mujer debe
decidir sobre su propio cuerpo y tener una pareja, si llegara a hacerlo, en
relación de igualdad con el marido. Todo lo opuesto a la sociedad de su tiempo.
Este personaje me encantó porque representa la libertad, el feminismo (sin
mencionarse una sola vez), la valentía al realizar actos de justicia para con
los más necesitados a costa de la propia seguridad, la integridad. Además, la
muchacha está radiante.
Lo extraño es que es una comedia romántica, con un formato
bastante ligero para las ideas que maneja.
Como me reí mucho, como se me salieron las lágrimas con un
rollo con el personaje que actúa Maggie Gyllenhaal, por el manejo del placer en
las mujeres y de su sexualidad, la película parece que fue hecha para gustarme
a mí, para divertirme a mí. Está lejos de ser la gran cinta, pero tuvo los
ingredientes que más me gustan: romance, crítica social, humor y la sexualidad,
mejor dicho, el placer sexual, presentado de una forma ajena, y por lo tanto, “nueva”
a nuestra cultura.
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martes, 15 de enero de 2013
Me ningunean el español
Y la culpa la tienen los medios de comunicación y los publicistas. ¿Cómo está eso de que llamen equipo a un avión, a un teléfono, a una computadora? ¿por qué dicen en línea para referirse a realizar algo a través de internet?¿les dará más categoría o qué? Inches...
La SEP en México se gastó dos millones de pesos en nuestra educación básica intentando que aprendiéramos a razonar en castellano. Parece que se desperdició la mitad. Ahora me doy de santos si me encuentro a alguien interesado en pensar, en cualquier idioma, aunque sea en inglés o en rumano, pero interesado en pensar, en razonar, en razonar acerca de lo que sea, pero en razonar al fin y al cabo.
Si las ideas plasmadas en cualquier lengua, se distorsionan al deformar ese idioma, qué labor de pensamiento estamos haciendo cuando escribimos Tq, Xfa, tmb, salu2.
Mesero, las otras, por favor, (chingadamadre).
lunes, 14 de enero de 2013
"Tune up" en pareja
El siguiente texto lo escribí para una columna del periódico impreso. El anglicismo es intencional:
Cada vez que cambiamos de año hacemos una
lista con propósitos nuevos, el 50 por ciento de los cuales, si bien nos va, no
los cumpliremos. Este periodo de cierta euforia, esta viada de entusiasmo, nos
lleva, entre otras cosas, a hacer un tune up a varios sectores de nuestra
vida.
Algunas mujeres programarán análisis
médicos para atender o descartar algún posible problema de salud; los
estudiantes verán la recta final del año escolar con miras a pasar a otro nivel
de estudios; algunos otros pensarán en perspectivas de mejora en el ámbito
laboral, pero a todos nos pasará por la cabeza lo que podemos mejorar en el año
que comienza.
Tradicionalmente, a las mujeres se les ha
dejado, y ellas mismas han asumido como parte de su “naturaleza”, el cuidado y
mantenimiento de los vínculos emocionales. Trabajen o no fuera de casa asumen
muy en serio el ser en función para los otros.
En la actualidad, dos de cada 10 hogares en
México tienen a una mujer como jefa de familia. También cada vez más varones se
involucran en aspectos puramente domésticos y no se conforman con ser sólo
proveedores.
Sin embargo, la familia, en cualquiera de
sus múltiples presentaciones, sigue siendo el núcleo de la sociedad, y lo que
sucede al interior del hogar repercute en el comportamiento de los individuos
en lo público.
Cuando la familia tiene al frente a dos
personas adultas, y esas dos personas tienen problemas de convivencia, podemos
decir que la sociedad tiene dos células con dificultades para estar en contacto
en el organismo.
Ahora que está comenzando un nuevo año,
ahora que tenemos el entusiasmo por recargar ánimos, pensar en dietas y
reprogramar nuestra economía, es un buen momento para darle mantenimiento a
esos vínculos domésticos que nos hacen ser parte de una sociedad sana.
Sostengo que escuchar ilumina al oyente y
modifica el ánimo del hablante. Si podemos pensar en función de pocos y
sencillos acuerdos, pero dispuestos a respetarlos, podemos hacer el cambio de
aceite dentro del motor de nuestra relación, y hacerla que dure más tiempo en
buen estado.
Intentemos, como un ejercicio, escuchar sin
interrumpir y sin hacer ninguna clase de juicios (ni muecas, ni caras, ni
fuchis), pensando en qué es lo que el otro nos quiere decir. Negociemos lo que
se pueda discutir con más facilidad, y respetemos la libertad del otro para
decirle no a lo que desee.
De igual modo que en casa no podremos hacer
todas las reparaciones a nuestro auto, por simples que parezcan, de igual forma
me parece una forma bastante inteligente acudir ambos ante quien pueda tener
las herramientas necesarias para el debido arreglo. Alguien con la confianza de
ambos. Vale la pena incluir este sector de la vida en los propósitos.
domingo, 13 de enero de 2013
Hoja de vida
Tengo 40 años. Ernesto Inti cumplió 15 en febrero; Andrés Daniel 11 el 31 de mayo. El domingo fuimos a los toros y luego a cenar. Inti no sabe si medicina o filosofía. Al Danielo le gusta una de 1º de secundaria pero no se atreve a hablarle. Yo debería fumar menos. Creo que ya es tiempo de que les hable de Patricia.
Tengo 19 años siete meses y 28 días. Ayer domingo 7 de junio de 1991 a la 1 de la tarde hice el amor por primera vez. Hacía un calor de la chingada pero nos valió madre. No se podría decir que yo la seduje. No me importa. La amo y quiero irme a vivir con ella. Pensé que me saldría una marcota en la frente o algo así como un letrero que dijera “este güey ya cogió”, pero nada.
Tengo 38 años. Me acaban de dar las llaves de nuestra nueva casa. Nos iremos la última semana de agosto. A Andrés le cuesta un poco separarse de sus amigos de la cuadra. Al Inti le gusta la idea de tener un cuarto más grande. Acabo de conocer a alguien. El sólo nombre me causa inquietud: Patricia.
Tengo tres años. Yo quería una niña y mis papás me trajeron una. Ya quiero que se siente para poderle yo darle de comer con la cuchara. La niña está bien bonita; la niña duerme todo el día. La niña ayer me sonrió. Mi mamá dice que no puede comer paletas de dulce. A lo mejor le gustan nada más las paletas de hielo, que son más ricas.
Tengo 25 años y cuatro meses. Hoy cargué por primera vez a Ernesto Inti, mi primer hijo. Pesó 3 kilos. Creo que peso menos que él pues las piernas me tiemblan. Nomamesestoybiencagadonopuedeserqueesoseamíonomamesquépinchepedocayahoraquéhaceunonomamesesincreíble¿locargoconlasdosaunquemequepaenuna?
Tengo 12 años. El sábado pasado me compraron mi primera bicicleta, era 15 de octubre. Mi papá la compró en oferta en Julio Cepeda. Creo que fue el día más feliz de mi vida. Me duelen las nalgas; creo que no me he bajado de la bici en dos días. Ayer me fui hasta Churubusco yo solo, pero nadie lo sabe. Qué padre que nadie sepa.
Tengo 22 años. Ayer troné álgebra. Me gustan las matemáticas, pero me gustan más los talleres literarios en Filosofía, y sobre todo las clases de Genaro. Hace tres años me declaré agnóstico (qué curioso: el tiempo de venir de oyente). Quiero ser escritor un día. Ah, me acaban de publicar un poema en el periódico ¡y en domingo!
Tengo 56 años. Cada vez paso más tiempo solo. Tengo sólo seis libros publicados. Por supuesto que no vivo de ellos. Pero estoy satisfecho, especialmente con mi última novela. Despertó buenas críticas. Andrés Daniel y Patricia son los primeros en leerlas. El Ernesto Inti dice que se queda con mi segundo libro, que el resto son jaladas. Es demoledor, pero sincero.
Tengo 19 años siete meses y 28 días. Ayer domingo 7 de junio de 1991 a la 1 de la tarde hice el amor por primera vez. Hacía un calor de la chingada pero nos valió madre. No se podría decir que yo la seduje. No me importa. La amo y quiero irme a vivir con ella. Pensé que me saldría una marcota en la frente o algo así como un letrero que dijera “este güey ya cogió”, pero nada.
Tengo 38 años. Me acaban de dar las llaves de nuestra nueva casa. Nos iremos la última semana de agosto. A Andrés le cuesta un poco separarse de sus amigos de la cuadra. Al Inti le gusta la idea de tener un cuarto más grande. Acabo de conocer a alguien. El sólo nombre me causa inquietud: Patricia.
Tengo tres años. Yo quería una niña y mis papás me trajeron una. Ya quiero que se siente para poderle yo darle de comer con la cuchara. La niña está bien bonita; la niña duerme todo el día. La niña ayer me sonrió. Mi mamá dice que no puede comer paletas de dulce. A lo mejor le gustan nada más las paletas de hielo, que son más ricas.
Tengo 25 años y cuatro meses. Hoy cargué por primera vez a Ernesto Inti, mi primer hijo. Pesó 3 kilos. Creo que peso menos que él pues las piernas me tiemblan. Nomamesestoybiencagadonopuedeserqueesoseamíonomamesquépinchepedocayahoraquéhaceunonomamesesincreíble¿locargoconlasdosaunquemequepaenuna?
Tengo 12 años. El sábado pasado me compraron mi primera bicicleta, era 15 de octubre. Mi papá la compró en oferta en Julio Cepeda. Creo que fue el día más feliz de mi vida. Me duelen las nalgas; creo que no me he bajado de la bici en dos días. Ayer me fui hasta Churubusco yo solo, pero nadie lo sabe. Qué padre que nadie sepa.
Tengo 22 años. Ayer troné álgebra. Me gustan las matemáticas, pero me gustan más los talleres literarios en Filosofía, y sobre todo las clases de Genaro. Hace tres años me declaré agnóstico (qué curioso: el tiempo de venir de oyente). Quiero ser escritor un día. Ah, me acaban de publicar un poema en el periódico ¡y en domingo!
Tengo 56 años. Cada vez paso más tiempo solo. Tengo sólo seis libros publicados. Por supuesto que no vivo de ellos. Pero estoy satisfecho, especialmente con mi última novela. Despertó buenas críticas. Andrés Daniel y Patricia son los primeros en leerlas. El Ernesto Inti dice que se queda con mi segundo libro, que el resto son jaladas. Es demoledor, pero sincero.
jueves, 3 de enero de 2013
Los coherentes
En mis épocas de ferviente católico —ya se cumplieron los 20 años de aquello— tuve el gusto de conocer y aprender de algunas personas coherentes, es decir, que vivían y actuaban conforme a su creencia religiosa. Luego descubrí que había otras personas también muy coherentes que no profesaban ninguna religión —o quizá secretamente— pero que tenían un profundo compromiso de respeto con las personas que amaban, incluso con las personas que no necesariamente amaban, pero que trataban con absoluta consideración.
También encontré personas muy coherentes con sus ideales políticos o sociales. La coherencia es algo difícil de encontrar, que alguien viva como piensa —cuando piensa en que hay forma preferibles de vivir a otras— implica valentía, compromiso y sí, me parece que también amor.
En conclusión, es más importante ser coherente y respetar a los demás en su persona, independientemente de lo que piensan —pero por respeto y amor a uno mismo, saber alejarse de muchísimas otras, sean quien fueren—. La vida se va muy rápido, y lo que queda son recuerdos. Esperamos que buenos recuerdos. Feliz vida a todo el personal que hoy es viernes y es diciembre. Ojalá que el sexenio terminara con este año. Saludo para todos.
También encontré personas muy coherentes con sus ideales políticos o sociales. La coherencia es algo difícil de encontrar, que alguien viva como piensa —cuando piensa en que hay forma preferibles de vivir a otras— implica valentía, compromiso y sí, me parece que también amor.
En conclusión, es más importante ser coherente y respetar a los demás en su persona, independientemente de lo que piensan —pero por respeto y amor a uno mismo, saber alejarse de muchísimas otras, sean quien fueren—. La vida se va muy rápido, y lo que queda son recuerdos. Esperamos que buenos recuerdos. Feliz vida a todo el personal que hoy es viernes y es diciembre. Ojalá que el sexenio terminara con este año. Saludo para todos.
martes, 1 de enero de 2013
Dos negocios rentables
Dado el rumbo, el crecimiento y sus consecuencias que está teniendo la ciudad de Monterrey, preveo que en los próximos años los dos negocios que podrían florecer son los siguientes:
1) Escucha. Se trata de un servicio de escucha por hora, en los que con total discreción las personas se desahoguen en privado, sin la intención de recibir terapia sicológica, ni consejos ni sermones. Tal vez una opinión pedida pero hasta ahí. Es ir a tirar basura cuando sea necesario. Me he dado cuenta que hay cosas que no se pueden contar a familia, y los amigos en persona (de nuevo las distancias) quedarían lejos para las pocas cosas que se quieran echar fuera. Las personas confesarían alguno que otro pecadillo y fin de la historia.
2) Descanso por horas. Se trata de un servicio de dormitorio por horas en ciertos rumbos de la ciudad. Se podrá expender café y refrescos. No sería un motel de los que van las parejas, sería para descanso individual de entre 30 minutos a 3 horas, esto evitaría regresar manejando, evitar el tránsito de la ciudad, ahorrar tiempo... y descansar en terreno neutral y seguro.
1) Escucha. Se trata de un servicio de escucha por hora, en los que con total discreción las personas se desahoguen en privado, sin la intención de recibir terapia sicológica, ni consejos ni sermones. Tal vez una opinión pedida pero hasta ahí. Es ir a tirar basura cuando sea necesario. Me he dado cuenta que hay cosas que no se pueden contar a familia, y los amigos en persona (de nuevo las distancias) quedarían lejos para las pocas cosas que se quieran echar fuera. Las personas confesarían alguno que otro pecadillo y fin de la historia.
2) Descanso por horas. Se trata de un servicio de dormitorio por horas en ciertos rumbos de la ciudad. Se podrá expender café y refrescos. No sería un motel de los que van las parejas, sería para descanso individual de entre 30 minutos a 3 horas, esto evitaría regresar manejando, evitar el tránsito de la ciudad, ahorrar tiempo... y descansar en terreno neutral y seguro.
domingo, 25 de noviembre de 2012
La camisa
Don Ricardo tenía 70 años de edad y 35 de trabajar en la fábrica. Como se había hecho amigo del ahora único dueño fundador, y por mantenerse activo, ni él se había querido jubilar ni el patrón lo había querido mandar a su casa.
Un día don Ricardo, siempre amable con todo mundo, se encuentra con Roberto Plaza durante la Posada. Roberto es un contador de 38 años que recién acaba de llegar a la empresa. Usa una camioneta de vidrios polarizados en donde caben ocho personas y unos lentes oscuros que sólo se quita en la oficina y en el interior de su casa.
Don Ricardo le hace un comentario amable a Plaza sobre su camisa, un diseño de moda en colores vivos con un estampado de una hoz y un martillo.
—¿En dónde la compró?, pregunta don Ricardo.
—No es por presumir, pero la compré en Nueva York.
Don Ricardo sólo conoce su pueblo y la ciudad en donde vive desde hace 40 años, nada más. Plaza sonríe satisfecho como un vendedor de seguros que acaba de hacer su mejor oferta, con los pagos soñados. Inútil que agregue que su camisa es Versace.
—Es una lástima que los muchachos de hoy en día no sepan todas esas cosas que han pasado, ¿verdad?— dice don Ricardo, quien llama "estudiado" a todo aquel que terminó una carrera y por lo tanto conoce de historia.
Plaza sonríe. Asiente. Trata de ser amable, aunque lo que realmente es irse a sentar a una mesa, entre una recepcionista y una directora de área donde localizó un lugar aún vacío.
—Hay tanta gente —continúa don Ricardo—, que no sabe lo que significa la hoz y el martillo.
Un día don Ricardo, siempre amable con todo mundo, se encuentra con Roberto Plaza durante la Posada. Roberto es un contador de 38 años que recién acaba de llegar a la empresa. Usa una camioneta de vidrios polarizados en donde caben ocho personas y unos lentes oscuros que sólo se quita en la oficina y en el interior de su casa.
Don Ricardo le hace un comentario amable a Plaza sobre su camisa, un diseño de moda en colores vivos con un estampado de una hoz y un martillo.
—¿En dónde la compró?, pregunta don Ricardo.
—No es por presumir, pero la compré en Nueva York.
Don Ricardo sólo conoce su pueblo y la ciudad en donde vive desde hace 40 años, nada más. Plaza sonríe satisfecho como un vendedor de seguros que acaba de hacer su mejor oferta, con los pagos soñados. Inútil que agregue que su camisa es Versace.
—Es una lástima que los muchachos de hoy en día no sepan todas esas cosas que han pasado, ¿verdad?— dice don Ricardo, quien llama "estudiado" a todo aquel que terminó una carrera y por lo tanto conoce de historia.
Plaza sonríe. Asiente. Trata de ser amable, aunque lo que realmente es irse a sentar a una mesa, entre una recepcionista y una directora de área donde localizó un lugar aún vacío.
—Hay tanta gente —continúa don Ricardo—, que no sabe lo que significa la hoz y el martillo.
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Gerardo Ortega,
La hoz y el martillo,
minicuento,
narrativa mexicana
sábado, 27 de octubre de 2012
Los homosexuales y la mercadotecnia
Quiero referirme a las personas homosexuales pero a ninguna en particular; sí principalmente a los hombres, que son a quienes más conozco.
Antes quiero aclarar que soy homofóbico, como el enorme grueso de la población en este país —incluidos los homosexuales— y que no me enorgullezco de ello. Sin embargo, para mayor desvergüenza mía me he reído de casi todos los chistes que hablan de los gay como jotos y cuando me propongo que ya no lo haré, vuelvo a pensar en esos términos y a reírme al siguiente día con otro chiste u otra anécdota.
También descubro que muchos de los escritores, autores y compositores de México y del mundo que aprecio, admiro y sigo, algunos con veneración, son homosexuales, de closet, abiertamente, socialmente, casados o en cualquier tipo de envase o cara. Bueno ¿y?
No quiero llegar a hacer una "discriminación positiva", ni creo que el hecho de ser homosexuales los hace mejores personas. Hasta dónde sabemos, el talento y la calidad humanas no están relacionadas con el color de la piel, la forma de sus orejas ni con la forma en que a la persona le guste ver correr sus fluidos, sea a solas, intercambiando sus microbios mutuamente con otra de su propio o de distinto sexo, en compañía de tres personas o más, en fin. La mayoría, no todos por desgracia, vivimos en el Siglo 21. (Y ahora como estamos en el siglo 21, soy yo el que teme verse anticuado con tanta aclaración que bien lo sé, para mis amigos sonará más que obvia. Bueno).
Quiero aventurar una observación: Los homosexuales que no se han apabullado por la discriminación y que no llevan para todos lados traumas que los hagan ver moros con tranchetes hasta detrás de los postes y por lo tanto se vuelvan un tanto neuróticos, esos, como cualquier persona de cualquier otra orientación sexual, pienso que serán sanos, sin mayores problemas para relacionarse, serán funcionales. Hasta aquí mi preludio.
***
Nuestra sociedad de consumo y las instituciones obligan, orillan, coercionan a que sigamos ciertos roles. Creo que principalmente en México que en países más modernos. Nuestro país en ese aspecto es muy conservador.
Aun y cuando la población no enteramente hetereosexual varía de un 2 a un 15 por ciento en las diferentes sociedades del mundo (el dato lo revisé en Wikipedia, donde se citan múltiples informes, años y países), creo que desgraciadamente se les sigue considerando fuera de "lo correcto". En el mejor de los casos, tolerando y dándoles toda nuestra amabilidad sincera o hipócrita, a sabiendas que están viviendo fuera de "lo correcto".
Voy a mi tesis.
La sociedad de consumo podría ser más eficaz y menos hipócrita al dedicar muchos más recursos publicitarios a este segmento de consumo.
Es cierto, los homosexuales no necesariamente buscan casarse, tener hijos y todo eso a la manera tradicional, pero muchos sí, quieren vivir en pareja, adoptar, o bien adoptan al sobrino, al nieto, al ahijado y le dan todo amor, apoyo, respaldo como el mejor de los padres.
¿Se han puesto a pensar las agencias de viajes la capacidad que tienen los hombres solteros en edad productiva o jubilados, de viajar? Si no tienen hijos, pueden gastarse miles de pesos en la educación del ahijado, del nieto, del sobrino, prácticamente de quienes ellos decidan.
Sé que sonará violento lo que voy a decir, pero de manera idéntica a los antiguos hombres castrados que cuidaban de los harenes de los reyes, los homosexuales actuales son capaces de dedicar toda su libido a una causa: el trabajo. Ya no es el harén ni el rey, hoy es el puesto de trabajo, hoy en día es cuidar los intereses de la empresa y hacerla crecer. La libido es una energía desbordante, que suele llevar a una experiencia de altos vuelos, quizá por ello algunas creencias religiosas han recomendado la castidad o la moderación que raya en moralina. Los homosexuales no reproductivos son como hombres castrados que se enfocan en otros asuntos externos y pueden dejar su vida sexual en un departamento que no pasa por las credenciales oficiales y reconocidas, y por lo tanto suelen tener un halo de morbo y de misterio (bueno, excepto las locas, que cantan sus hazañas a los cuatro vientos).
Los homosexuales tienen la posibilidad, más que los heterosexuales tradicionales con otras responsabilidades que dedican ocho horas de trabajo porque su esposa pondría el grito en el cielo si se propasan seguido, los homosexuales pueden dedicarse 48 horas de trabajo por 12 de descanso, o de 36 horas de trabajo por ocho de sueño, o de 18 horas de trabajo con tres horas de sueño, o simplemente con una disponibilidad de 24/7, el lector elija su combinación más conocida. De una cosa estoy convencido, los solteros tienen más tiempo para dedicarse al trabajo llámese gobierno/empresa, trabajo creativo, causas sociales o una combinación de varias.
La mercadotecnia no sabe lo que se pierde.
Antes quiero aclarar que soy homofóbico, como el enorme grueso de la población en este país —incluidos los homosexuales— y que no me enorgullezco de ello. Sin embargo, para mayor desvergüenza mía me he reído de casi todos los chistes que hablan de los gay como jotos y cuando me propongo que ya no lo haré, vuelvo a pensar en esos términos y a reírme al siguiente día con otro chiste u otra anécdota.
También descubro que muchos de los escritores, autores y compositores de México y del mundo que aprecio, admiro y sigo, algunos con veneración, son homosexuales, de closet, abiertamente, socialmente, casados o en cualquier tipo de envase o cara. Bueno ¿y?
No quiero llegar a hacer una "discriminación positiva", ni creo que el hecho de ser homosexuales los hace mejores personas. Hasta dónde sabemos, el talento y la calidad humanas no están relacionadas con el color de la piel, la forma de sus orejas ni con la forma en que a la persona le guste ver correr sus fluidos, sea a solas, intercambiando sus microbios mutuamente con otra de su propio o de distinto sexo, en compañía de tres personas o más, en fin. La mayoría, no todos por desgracia, vivimos en el Siglo 21. (Y ahora como estamos en el siglo 21, soy yo el que teme verse anticuado con tanta aclaración que bien lo sé, para mis amigos sonará más que obvia. Bueno).
Quiero aventurar una observación: Los homosexuales que no se han apabullado por la discriminación y que no llevan para todos lados traumas que los hagan ver moros con tranchetes hasta detrás de los postes y por lo tanto se vuelvan un tanto neuróticos, esos, como cualquier persona de cualquier otra orientación sexual, pienso que serán sanos, sin mayores problemas para relacionarse, serán funcionales. Hasta aquí mi preludio.
***
Nuestra sociedad de consumo y las instituciones obligan, orillan, coercionan a que sigamos ciertos roles. Creo que principalmente en México que en países más modernos. Nuestro país en ese aspecto es muy conservador.
Aun y cuando la población no enteramente hetereosexual varía de un 2 a un 15 por ciento en las diferentes sociedades del mundo (el dato lo revisé en Wikipedia, donde se citan múltiples informes, años y países), creo que desgraciadamente se les sigue considerando fuera de "lo correcto". En el mejor de los casos, tolerando y dándoles toda nuestra amabilidad sincera o hipócrita, a sabiendas que están viviendo fuera de "lo correcto".
Voy a mi tesis.
La sociedad de consumo podría ser más eficaz y menos hipócrita al dedicar muchos más recursos publicitarios a este segmento de consumo.
Es cierto, los homosexuales no necesariamente buscan casarse, tener hijos y todo eso a la manera tradicional, pero muchos sí, quieren vivir en pareja, adoptar, o bien adoptan al sobrino, al nieto, al ahijado y le dan todo amor, apoyo, respaldo como el mejor de los padres.
¿Se han puesto a pensar las agencias de viajes la capacidad que tienen los hombres solteros en edad productiva o jubilados, de viajar? Si no tienen hijos, pueden gastarse miles de pesos en la educación del ahijado, del nieto, del sobrino, prácticamente de quienes ellos decidan.
Sé que sonará violento lo que voy a decir, pero de manera idéntica a los antiguos hombres castrados que cuidaban de los harenes de los reyes, los homosexuales actuales son capaces de dedicar toda su libido a una causa: el trabajo. Ya no es el harén ni el rey, hoy es el puesto de trabajo, hoy en día es cuidar los intereses de la empresa y hacerla crecer. La libido es una energía desbordante, que suele llevar a una experiencia de altos vuelos, quizá por ello algunas creencias religiosas han recomendado la castidad o la moderación que raya en moralina. Los homosexuales no reproductivos son como hombres castrados que se enfocan en otros asuntos externos y pueden dejar su vida sexual en un departamento que no pasa por las credenciales oficiales y reconocidas, y por lo tanto suelen tener un halo de morbo y de misterio (bueno, excepto las locas, que cantan sus hazañas a los cuatro vientos).
Los homosexuales tienen la posibilidad, más que los heterosexuales tradicionales con otras responsabilidades que dedican ocho horas de trabajo porque su esposa pondría el grito en el cielo si se propasan seguido, los homosexuales pueden dedicarse 48 horas de trabajo por 12 de descanso, o de 36 horas de trabajo por ocho de sueño, o de 18 horas de trabajo con tres horas de sueño, o simplemente con una disponibilidad de 24/7, el lector elija su combinación más conocida. De una cosa estoy convencido, los solteros tienen más tiempo para dedicarse al trabajo llámese gobierno/empresa, trabajo creativo, causas sociales o una combinación de varias.
La mercadotecnia no sabe lo que se pierde.
martes, 11 de septiembre de 2012
11 de septiembre
Nadie, ni una sola persona de cualquier nacionalidad merecía morir en aquel 11 de septiembre en Nueva York, ni dentro de las Torres, ni en los aviones que sirvieron de arte de guerra. Todas esas almas tendrían que haber seguido construyendo el futuro de sus vidas, disfrutando, luchando, trabajando y amando. Nadie merecía morir. Ah, qué tiempos aquellos en que Estados Unidos y Osama Bin Laden hacían buen equipo en contra de la Unión Soviética. ¿Por qué a veces la gente —y las naciones— no escogerán bien a sus amigos, quiero decir "amigos"? Los enemigos son tan importantes como los amigos porque justifican acciones que de otro modo serían simplemente oprobiosas.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Inmunes al deseo
Qué padre se la pasan las mujeres bugas, inmunes a la atracción por otras mujeres. Hablan como si el deseo no existiera. ¿Quizá para ellas no exista?
viernes, 7 de septiembre de 2012
Diálogo imaginario
ELLA: No has cambiado nada en estos 20 años.
ÉL: ... mh ...
ELLA: Uno madura.
ÉL: Pues sí.
ELLA: En aquel entonces me invitaste a salir.
ÉL: Uno madura.
ELLA: Me escribiste un día un poema muy tierno.
ÉL: Y ni así.
ELLA: Ay, es que eras un chamaquito pendejo.
ÉL: Y tú estabas bien buena.
ÉL: ... mh ...
ELLA: Uno madura.
ÉL: Pues sí.
ELLA: En aquel entonces me invitaste a salir.
ÉL: Uno madura.
ELLA: Me escribiste un día un poema muy tierno.
ÉL: Y ni así.
ELLA: Ay, es que eras un chamaquito pendejo.
ÉL: Y tú estabas bien buena.
sábado, 25 de agosto de 2012
Entrevista
Hace tres años, el poeta y amigo Eligio Coronado González me hizo las siguientes preguntas, previo a una lectura en el Café Nuevo Brasil de Monterrey, en donde leería algunos trabajos míos.
Hoy recuerdo este cuestionario y me parece que sigue vigente prácticamente en todo.
Hoy recuerdo este cuestionario y me parece que sigue vigente prácticamente en todo.
Las preguntas
El poeta Eligio Coronado González, quien organiza el ciclo de lecturas cada jueves en el café Nuevo Brasil, me hizo llegar unas preguntas con premeditación, alevosía y ventaja, esto de cara a la lectura de mañana. Me agradó que lo hiciera porque me hizo pensar un poquito en la escritura, en mi escritura. Y esto fue lo que contesté:
¿Desde cuándo escribo?
Empecé a escribir versos para el periódico mural de la preparatoria, en 1988. Mi primer poema publicado fue Fantasma, en la sección "De los talleres", del periódico El Norte, en marzo de 1991.
¿Por qué escribo?
Porque me gusta y porque al paso del tiempo me doy cuenta que tengo cierta facilidad para hacerlo, por insistencia, constancia o terquedad, pues. Al principio escribía para conquistar el corazón de alguna chica, por decirlo de algún modo. En general desde muy niño me ha llamado poderosamente la atención el efecto que pueden tener las palabras sobre la imaginación y el pensamiento.
¿Cómo escribo?
No sé si entiendo bien la pregunta. Creo que recurro mucho al tema del amor, a la nostalgía, la melancolía. Creo que uno de mis temas más recurrentes es la inasibilidad del amor y otro, que no es tan evidente, la constante del tiempo. En el último año esos temas se me han debilitado bastante y me siento como en el limbo.
Traspongo muchos elementos biográficos, los cambio de tiempo o de sitio o de persona, y a veces los cuento como me habría gustado que pasaran. En general trato de escribirlos como me gustaría que fueran contados, en ese tono, ese ritmo, esa atmósfera, ese tempo.
¿Para qué escribo?
Me alegra sentirme satisfecho con un texto, me gusta batallar en él. De cierto modo traducir una idea a palabras para que tenga cierto efecto, cause cierta emoción. Escribo para comprobar que puedo seguir haciendo esto. Y bueno, escribo también para ser leído. Creo que no guardo casi nada para despúes; todo lo publico casi de inmediato en alguno de los dos o tres blogues que tengo. Creo que también escribo para publicarlo.
¿Para quién escribo?
No podría dar un perfil de sexo o edad, pero sin duda hay personas más inclinadas o receptivas a aceptar temas como el amor y la nostalgia. Creo que por ahí voy yo: a quien se interese en las relaciones de pareja. Y sí, definitivamente escribo para ser leído.
¿Sobre qué escribo?
Ya lo digo, sobre la inasibilidad del amor que deja un sabor a nostalgia, a tristeza.
¿Qué es para mí la literatura?
Una forma de conocer el mundo y de conocerme a mí mismo. Es una expresión artística que me permite mentir con permiso. Me sigue sorprendiendo profundamente cómo es que una obra, un texto, en general la palabra hablada o escrita puede surtir efectos poderosos en el pensamiento y sobre todo en las emociones.
Me gustaría saber cómo es ese mecanismo que para mí es una especie de magia, pues no le encuentro expresión racional.
¿Desde cuándo escribo?
Empecé a escribir versos para el periódico mural de la preparatoria, en 1988. Mi primer poema publicado fue Fantasma, en la sección "De los talleres", del periódico El Norte, en marzo de 1991.
¿Por qué escribo?
Porque me gusta y porque al paso del tiempo me doy cuenta que tengo cierta facilidad para hacerlo, por insistencia, constancia o terquedad, pues. Al principio escribía para conquistar el corazón de alguna chica, por decirlo de algún modo. En general desde muy niño me ha llamado poderosamente la atención el efecto que pueden tener las palabras sobre la imaginación y el pensamiento.
¿Cómo escribo?
No sé si entiendo bien la pregunta. Creo que recurro mucho al tema del amor, a la nostalgía, la melancolía. Creo que uno de mis temas más recurrentes es la inasibilidad del amor y otro, que no es tan evidente, la constante del tiempo. En el último año esos temas se me han debilitado bastante y me siento como en el limbo.
Traspongo muchos elementos biográficos, los cambio de tiempo o de sitio o de persona, y a veces los cuento como me habría gustado que pasaran. En general trato de escribirlos como me gustaría que fueran contados, en ese tono, ese ritmo, esa atmósfera, ese tempo.
¿Para qué escribo?
Me alegra sentirme satisfecho con un texto, me gusta batallar en él. De cierto modo traducir una idea a palabras para que tenga cierto efecto, cause cierta emoción. Escribo para comprobar que puedo seguir haciendo esto. Y bueno, escribo también para ser leído. Creo que no guardo casi nada para despúes; todo lo publico casi de inmediato en alguno de los dos o tres blogues que tengo. Creo que también escribo para publicarlo.
¿Para quién escribo?
No podría dar un perfil de sexo o edad, pero sin duda hay personas más inclinadas o receptivas a aceptar temas como el amor y la nostalgia. Creo que por ahí voy yo: a quien se interese en las relaciones de pareja. Y sí, definitivamente escribo para ser leído.
¿Sobre qué escribo?
Ya lo digo, sobre la inasibilidad del amor que deja un sabor a nostalgia, a tristeza.
¿Qué es para mí la literatura?
Una forma de conocer el mundo y de conocerme a mí mismo. Es una expresión artística que me permite mentir con permiso. Me sigue sorprendiendo profundamente cómo es que una obra, un texto, en general la palabra hablada o escrita puede surtir efectos poderosos en el pensamiento y sobre todo en las emociones.
Me gustaría saber cómo es ese mecanismo que para mí es una especie de magia, pues no le encuentro expresión racional.
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