viernes, 28 de enero de 2011

Amor

Esa mezcla de negociaciones, dudas, memoria y sueños.

miércoles, 26 de enero de 2011

Recuerdo

Nos casamos junto al mar
sin idea fija
excepto la felicidad
ese ebrio en agonía
que en nosotros no murió

El amor tuvo rostro
en el espejo vivo del alba
eso no nos lo dijo el mar
sino el silencio que nos unía
y a veces nos enojaba

Muchos años después
cientos de barcos más tarde
nuestros cuerpos aman
más por dentro
que por fuera

Nada de esto ha pasado
pero sucedió
pues lo recuerdo
y de cierto modo
lo estoy soñando



martes, 25 de enero de 2011

Patria

Aprenderé su inglés gravemente
cuando mi español no me baste

lunes, 24 de enero de 2011

Se van en pares

A diferencia de los fallecimientos de José Saramago y Carlos Monsiváis, sucedidos el viernes 18 y el sábado 19 de junio del mismo año pasado, ambos hombres de letras pero también grandes cuestionadores del orden establecido, otras dos muertes, de dos curas católicos mexicanos, entresistecen a dos tipos de fieles, aventuro yo, de carácter muy diferente.

El padre Aureliano Tapia Méndez falleció la mañana de este domingo 23 de enero. Historiador y promotor de la construcción de la parroquia La Purísima. Nacido el 31 de mayo de 1931 contaba con una carrera sacerdotal de 55 años.

Por otra parte, hoy 24 de enero, a las 10 de la mañana (hace apenas hora y media), falleció el padre Samuel Ruiz García, defensor de los derechos indígenas y una de las figuras más importantes en la materia. El padre Samuel Ruiz, teólogo de la Liberación, o por la opción por los pobres, nació el 3 de noviembre de 1924. En 1959 es nombrado obispo de San Cristóbal. Vicente Leñero escribió en Proceso la transformación de este cura que llegó con una posición completamente favorable a los grandes caciques, para luego, sumergido en esa realidad, optó por defender a los indígenas. "Yo no evangelicé a los indígenas, ellos me evangelizaron a mí" dijo el obispo emérito de San Cristóbal el día que cumplió 40 años de ordenado.



domingo, 23 de enero de 2011

Comprender

Crecí en un entorno en que no comprendía por qué pasaban las cosas. Hoy, por compensación, el acto de comprender, entender el sentido de ciertas cosas, abarcar algunos comportamientos da un rumbo, raíz.
Comprender de mí, comprender de los otros. Y cuando se consigue algo de esto, da mucho placer.

Observar es la avenida que me lleva.
Leer es la autopista que me acerca.

jueves, 20 de enero de 2011

Conócete a ti mismo

Nosce te ipsum es el latinazo que le correspone a esta frase.Creo que en la medida que uno se conoce mejor a sí mismo, está en mejores condiciones de aspirar a una mayor armonía con los prójimos, pues uno sabrá qué cosas prefiere sobre cuáles, y qué cosas no toleraría. Sabe cuáles son sus condiciones básicas para la buena convivencia, y tiene bien claro que hay que apartarse de los seres biodesagradables; conoce qué es lo que hace daño y qué cosas lo curan, y cuáles parece que curan, pero nomás un ratito y uno escoge. También conoce sus límites y no se anda metiendo en honduras aunque 100 inmigrantes estén pidiendo auxilio.
Vale la pena sumergirnos y averiguar cómo son nuestras propias emociones, llamarlas por su nombre.

miércoles, 19 de enero de 2011

Apresurarse despacio

Llegué a donde nunca había llegado gracias a una pasión.
Más que estar, quería estar yendo hacia ella continuamente, como las olas que no se cansan de repasar sus límites para ver si llegan más lejos cada vez.

**

Una alfombra de arena dura y mojada cubría la orilla. Tú dormías en la misma ciudad, en tu cama, pero yo no lo sabía. Sabía, en cambio, que no me iría de esa ciudad hasta no saber que más que una pasión, había llegado por encontrarme con tus labios, no sólo para comprobar el deseo, sino para seguir yendo, por mucho tiempo, hacia tu boca.

Urbanario en el Metro

Hoy por la mañana, Urbanario estuvo ofreciéndose a la salida del Metro Félix U. Gómez, en Monterrey. Gracias a quienes se interesaron y la compraron, otros nomás se le quedaban viendo.
Aún no entiendo la cosquillita de salir a ofrecerla, además del beneficio económico, claro.
Sé que todo esto me servirá para después.

martes, 18 de enero de 2011

Hombres en la no búsqueda del amor 2

Por lo que he observado y por las pláticas que he tenido, me doy cuenta que hay algo más importante para las mujeres que sentirse deseadas. Dicen: "Es padre sentirse deseadas, pero es mucho mejor sentirse amadas".
Los hombres, en cambio, parecemos pensar: "Es padre sentirse amados, pero es mejor sentirse admirados y reconocidos".
Entender esto de ida y vuelta pienso que ayuda mucho a comprender mejor a nuestra pareja.
Muchas veces las mujeres dan sexo, esperando amor, pero parece que nosotros no adivinamos las cosas en esos términos: Somos concretos y la nalga siempre será la nalga.
También es común que entreguemos muchas cosas en una relación: tiempo, dinero y esfuerzo. Pero no amor. Y ahí se queda esperando la otra y nosotros creyendo que damos algo fundamental para la relación, pero no es así. Nos guste o no, no es así, lo que demos, no les llega porque faltará ese ingrediente, para nosotros muchas veces abstracto, que es el amor.
No somos iguales, y las mujeres necesitan sentirse amadas, ya luego el resto de las cosas.
Pues hay diferencias. Una mujer que se siente amada se siente plena, reconocida, envuelta en una nube invisible de cariño, de aprecio, de respeto.
Un hombre que se siente reconocido se siente más pleno, sabe que lo eligieron por ciertas características individuales, específicas, singulares que otros, por desgracia, no tienen. ("Lástima que otros no tengan lo que yo, porque mi mujer aprecia y reconoce esto que yo tengo"). Un hombre que se siente así puede ir a cualquier lucha; sabe que está acompañado por esa mujer que lo distingue por sus atributos.
Sí, suena raro. A las mujeres les podrá sonar un orgullo animal, cavernario, atávico. Pero veo que es realidad. Lo he platicado con amigos hombres y hemos estado de acuerdo. No es algo absurdo.
Como tampoco es algo absurdo que las mujeres estén pendientes de que nos comprometamos más en una relación de amor, que demostremos con hechos (no sólo con palabras) que amamos desde el fondo y sin temor.
Esto a veces tampoco es muy sencillo. Primero porque muchos hombres no sabemos dar amor, y segundo, porque amar es una entrega muy temeraria que nos exige firmar un cheque en blanco y en confianza, tirarnos en paracaídas a sabiendas que se va a abrir no cuando queramos, sino en el momento más incierto (pérdida del control), aventarnos a una alberca sin agua que seguramente se va a llenar antes de llegar nosotros.

Yo me quedaría con esto (mujeres, no se escandalicen mucho que es más bien un tip): Nos hace más peso el reconocimiento y la admiración (si gustan, producto del amor) de nuestra mujer que nos acompaña, que convencernos de que vivimos una relación en la que "somos amados" .

sábado, 15 de enero de 2011

Hombres en la no búsqueda del amor

Algo que me llama la atención de muchas mujeres es su capacidad para, luego quizá de relaciones tormentosas, cortas o largas, luego de desengaños y sinsabores, sigan pensando en "encontrar el amor".
Esta idea tiene su parte cursi y ridícula si se quiere, pero a excepción de algunas viudas o divorciadas que yo considero sabias y quienes se la pasan disfrutando muy bien la vida solas (con amigos, viajando, haciendo lo que les gusta), el resto de las mujeres son capaces de recomponerse de sus pedazos, e incluso volver a entregarse a una relación con todo, sin mirar atrás, y con la convicción de que ahora les irá bien. Optimismo kamikase diría yo.
Hoy se me estaba ocurriendo que he visto a hombres que nos pasa un poco diferente.
De jóvenes nos casamos, tomamos esas decisiones, nos involucramos, pero si algo no resulta después de varios intentos, con el tiempo esto de encontrar una pareja se nos va quitando. Quiero decir que se nos va quitando la parte romántica. Por lo general nos quedamos con lo que tenemos o con lo que nos cae por comodidad, porque divorciarse es engorroso y porque finalmente "vale más mala conocida por buena por conocer". O porque nos resulta muy caro, emocional, económica o moralmente hablando y al final de cuentas, si la pareja está igual o más enferma que nosotros, nos aceptará de vuelta luego de un rato de reclusión en nuestra cueva (aunque en esa cueva la pasemos un buen rato con otra mujer).
Nuestra relación de pareja se traduce en llevárnosla lo más tranquilo posible con alguien que nos acompañe, nos escuche, nos tolere y a cambio de eso nosotros mantenemos la casa, pagamos los recibos y no hacemos mucho pancho en el espacio doméstico, que virtualmente es territorio de la esposa o pareja.
¿Y el amor?
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Ayer platicaba con un cuate con el que a veces me reúno. Él y otros en torno a unas cervezas. Tiene cincuenta y pocos años, una par de hijos, un nieto, un trabajo estable. Hace tiempo me contó que debe pagar una pensión, una lanita, la verdad, a una mujer que tuvo y con quien procreó un par de hijos estando casado. Al parecer su esposa lo sabe, o medio lo sabe, no, seguramente sabe todo. Él se dedica a trabajar y a repartir el dinero en su casa y en la pensión que da. En su momento, hace años, tuvo hasta cuatro ingresos y según dice, se sentía muy chingón, él firmaba y las podía y podía responder. Hoy su "territorio" es beber con sus amigos al salir de la chamba, practicar un deporte en el barrio y escribir y publicar. Con esto yo pensé que esta vida ya está concluida, definida, sin nada más que arreglar ni resolver. Una cheves y el resto cumplir con nuestras obligaciones. Punto.
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Volviendo a esto de la edad, creo que a muchos hombres, con los años, nos va dando hueva volver a iniciar relaciones. He sabido de la advertencia de aquella mujer mayor que le señala a una joven que los divorciados "son muy mañosos", pero yo pienso que las divorciadas inteligentes han aprendido muchas cosas importantes de las relaciones. Creo que sin discutir la honestidad de muchos hombres, que desean tener en ocasiones a más de una mujer simultáneamente, pienso que hay algo de razón en esas palabras de Alberto Ruy Sánchez en su novela, En los labios del agua (p. 20): "Yo estaría explorando un mundo de fantasmas masculinos, siempre temerosos del vacío".
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Una cosa es cierta, en asuntos del corazón y en general las emociones, las mujeres nos llevan mucha ventaja, si no nos interesa hablar del amor y de las emociones, al menos deberíamos saber que en esto no tenemos mucha experiencia. Un güey a los 16 años, aunque no tenga licencia de conducir sabe con sólo verlo, que un vehículo pude ser de cuatro, seis u ocho cilindros. Una mujer a los 16 suele estar capacitada para hablar en términos de qué tan seria es una relación, propia o ajena. Y si no está segura acostumbran comentarlo. Esto es un conocimiento grupal. Los hombres rara vez hablamos de esto. Hablamos de sexo, sí, pero en proporciones medibles de minutos, horas, centímetros, meses, veces, cantidad de orgasmos. Pero estamos como incapacitados para las cuestiones cualitativas: qué tan buena es mi relación, por ejemplo.
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Urbanari

Realmente me gustaría que Urbanario prosiguiera, que se convirtiera en una revista y tener suficientes anunciantes. Sólo Carmen y mi papá saben, de primera mano, lo que he invertido en esto. Algo más que dinero y mucho, mucho tiempo. Y lo saben porque han estado involucrados íntimamente y porque han tenido la paciencia, el interés y la tolerancia de escucharme durante horas, a veces a deshoras, de esto que me ha comido los sesos durante los últimos 60 días y 60 noches.

Lo que sé es que pasarán meses antes de que los frutos de este trabajo les puede llegar a mis hijos en forma material. En 30 días, la perspectiva que tengo ahora de Urbanario será muy otra, de eso estoy seguro.

jueves, 13 de enero de 2011

Anoche, presentación de Urbanario de enero









Presentación de Urbanario de enero con la participación musical de Turnera difussa, además la lectura del actor Sergio Quiñones leyendo textos de Ana Ma. Gutiérrez, de Margarito Cuéllar y propios, una intervención telefónica de Diego Enrique Osorno y Jorge Ramón Sainz, en el café Kúndul. Presentador: Gerardo Ortega.

viernes, 7 de enero de 2011

¿Y a ti, te gusta leer?

"¿Y cuántos libros lees en un año?", me preguntó un próspero amigo ingeniero en una reunión de Año nuevo. La hielera aún con la mitad de cerveza, la carne asada esparciendo su olor por todo el patio, la música de Pesado desde la sala.
"No sé", le contesté. Pensé en darle un número, pero no pude establecer una cifra. ¿Veinte, tal vez cincuenta? Ochenta es excesivo, pero quizá treinta o cuarenta. No sé. Soy cuantificador también, como casi todos los varones, pero leer es distinto...

Sí, ahora recuerdo. La última vez que hice un registro de lo que leía fue durante todo el mes de diciembre del 92. Ese invierno me la pasé en cama, leyendo, levantándome sólo a comer y al baño. En un calendario pegado en la pared, a la vista al lado de la cama, iba cruzando el día en que terminaba otro libro. Contaba también cuántas horas tardaba en terminar cada uno.
Así, recuerdo que La Ilíada la acabé en 24 horas de lectura, algo así como día y medio. Y así como terminaba uno comenzaba otro. Debía haber leído de cuatro a seis libros por semana, todos de narrativa.
Pocos años antes, comentaba con Alfonso, el amigo con el que me juntaba en la prepa, algunos de los libros que leía. Un día le regalé un libro, creo que él mismo lo escogió. Al preguntarle días después qué le había parecido me contestó: "Voy en la página 25". Y dos semanas después: "Voy en la página 62". ¡Contaba por la cantidad de páginas! Yo esperaba, no sé, una frase que le hubiera gustado, un comentario cualquiera, un pasaje ¡algo!
Al paso del tiempo me doy cuenta que quien disfruta realmente leer no se fija en la cantidad de páginas, sino en lo que cuenta el libro. Es como si yo entrara a ver una película y estuviera viendo el reloj a cada rato (se ve una película por su género, por los actores, por su director o, en último caso, por estar un rato con la novia).
Hoy, cuando escucho a alguien "voy en la página tal", me da por sospechar que eso de recodar bien la página no es tanto para saber en dónde se quedó (existen separadores de libros y cuadritos de papel sanitario), sino para decirlo en voz alta a alguien en un momento cercano.

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Y así como he visto casos de personas a quienes les interesa la lectura menos de lo que son capaces de reconocer, me vienen a la memoria tres personas a quienes les admiro su capacidad de lectura. Soy más específico: su velocidad, su comprensión y su memoria de lo que han leído.

El primero es mi querido Daniel, quien teniendo un hijo pequeño, una esposa y un trabajo al que tiene que manejar por carretera muchos kilómetros, se da el lujo (y el placer, claro), de empujarse señoras novelas en pocas sesiones. Su pasión por los libros de historia, además, y el prodigio de su memoria, lo han llevado a convertirse en un conferencista sobre los "héroes" históricos de nuestro país. Y no conforme con eso, se da el lujo de publicar exquisitas reseñas razonadas y sensibles en su blog (www.cunadeporqueria.blogspot.com). se entiende que todo esto lo hace por gusto, pues su chamba no tiene que ver con los libros.

El segundo es mi querido Aarón, quien si bien abandonó la carrera a la mitad, su curiosidad interminable y su bagaje enciclopédico lo hacen ser unos de los mejores lectores que conozco. Actualmente trabaja como corrector en El Norte y con frecuencia le corrige la plana a los editores, no sólo en cuestión de estilo, sino en cuanto a datos de contenido. Aarón es capaz de elegir un libro sólo por el título, sin ninguna otra referencia previa (algo que difícilmente yo soy capaz de hacer). Si yo soy capaz de citar, pongamos por caso, 30 escritores de la ciudad con los que cruzo palabra, él es capaz de decir cuáles de sus libros son los mejores y cuáles los peores. Aarón es una enciclopedia no sólo de cine (especialmente norteamericano y mexicano de muchas épocas), sino conocedor de Carver, Cabrera Infante... yo creo que todo lo que cae en sus manos.

La tercera persona es una señora originaria de Cuautla. Ella puede despacharse una novela en un par de noches y recordar un dato leído hace muchos años. Amante de Vargas Llosa (en su escritura literaria, no en la que aborda temas políticos, lo deja bien claro) una de sus mayores cualidades es la de cruzar datos y opiniones de los políticos de este país. Su gusto por Agatha Christie, la autora policíaca de origen británico, le ha ha hecho recordar la trama de las 68 novelas que han sido traducidas al español con sólo ver el título, (de las 82 que escribió en este género). Es de las que con el tiempo supo pronto quién era el asesino... y de todos modos la sigue releyendo.

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¿Cuántos libros se pueden leer en un año? ¿Realmente importa el dato?

Hasta más o menos el 95, tenía la costumbre, que no se le puede llamar de otra forma que obsesión, de terminar de leer todo libro que hubiese comenzado. Con el tiempo me di el permiso de botar aquel libro que no me atrapase.
Actualmente estoy leyendo un libro académico sobre mi ciudad, y sólo me interesó un capítulo. El libro sobre del doctor House sí me me lo eché todo. El de Ruy Sánchez casi lo termino, pero, ¿y qué me dicen de las revistas? Mi mujer me regaló Letras libres de diciembre, y el sólo acto, el simple hecho, fue un detalle exquisito, hermoso. Es, para que me entiendan, como si a una chava que le gustan las flores le hubiesen regalado un enorme ramo. Me gustó más la de diciembre que la portada de enero, en donde al sólo ver la portada de El Che ya sé que hablarán pestes y qué hueva. Creo que Krazue en buen editor (no tanto como Ruy Sánchez), pero ya no soy mucho de opiniones políticas.

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Mi hijo mayor está leyendo el primer tomo de Harry Potter, y casi lo termina. Además le gusta la película (las películas). Yo le ofrezco una lanita por cada libro que termina. Espero que con el tiempo lea todo lo que a él le guste sólo porque le gusta. Después de todo ver a su madre leer es algo habitual, lo mismo que mi hijo menor.
A él le gusta más bien dibujar, y le compro los dibujos que hace siempre y cuando provengan de un libro que leyó.

Hace muchos años escuché la anécdota de un cantante, me parece que de Marco Antonio Muñiz contada por su hijo Jorge, que para su padre era un requisito el hecho de cantar antes de sentarse a la mesa. Bueno, pues no tanto, pero mis hijos están entendiendo que pueden obtener cosas de mí si a cambio de ello leyeron. ¡Chinga, pos mucha tele y nada de leer!.
¡Ah, y que no me vengan con la mamada de que me quedé en la página tal porque no les doy ni madre!



Sobre ser amados

Creo que, a diferencia de muchas mujeres, los hombres no buscamos como primera prioridad en una relación de pareja ser amados, sino ser acompañados a donde vamos, con muchas de las cosas que ello implica.

martes, 4 de enero de 2011

Mi USB y unas veladoras

Tomé la decisión más interesante en 10 años. Busco el crucifico con el que duermo, pero hace 20 años que no uso estas cosas; ahora es una memoria USB que nomás me la quito para bañarme y es la que me saca de apuros, la que me cuida y me protege de casi todo mal.
Me fumaría un cigarro con Sócrates y en 30 minutos estaría el asunto ya bien sabroso. ¿Qué me preguntaría? Sí, sé qué me preguntaría. Cabrón hijodelachingada.
Freud, no menos contundente pero también más serio, tampoco me daría mayor opinión, pero una sola de sus preguntas ayudaría.
Y no, no estoy leyendo ni a Sócrates, ni el Tao, ni a Nietsche, ni a Sherlock Holmes; estoy leyendo un licuado de dieta con ideas de todos ellos: leo La filosofía de House. Todos mienten, de William Irwin y Henry Jacoby.

No esperé que mi vida se volviera así de interesante en pocas semanas.

lunes, 3 de enero de 2011

En el planeta de los vínculos

Cuando un hombre está frente al cuerpo de una mujer, muy rara vez lee esa realidad en función del vínculo que desea o no desea establecer con ella.
Hay un par de cosas que saltan antes que configurar el tipo de vínculo emocional, (sea nocivo o benéfico al final de cuentas). Incluso, al menos en principio, tampoco atiende a las presuntas cualidades morales de ella.
Pero un estudio de los vínculos es importante, nos interese o no vincularnos.
Es importante ser conscientes de que cuando nosotros les señalamos la luna, ellas ven la textura y forma de nuestra mano.
Hay que entender que, a diferencia de nosotros, ellas ponen en el centro de las decisiones morales en primer lugar el cuidado de las relaciones. Por ello rara vez nosotros envidiamos una relación.
Aquí permítaseme el celebratorio escándalo de que la nalga siempre será la nalga.