lunes, 31 de octubre de 2016

Íntimo y social



Una parte de la violencia machista en su modalidad de acoso, equivalente a tirar una mesa, es que cierta población de varones no ha logrado resolver una "contradicción": que el cuerpo femenino es al mismo tiempo social o "público" e íntimo.

jueves, 27 de octubre de 2016

Aspirar a lo sencillo

Plano bonito del concepto de vida amorosa. Poner la imagen más adecuada al momento presente.

Es difícil identificar patrones, y más difícil aún deshacerte de ellos. No todos tienen la misma facilidad ni deseo de hacerlo. Para muchos la vida es el eterno problema. Por eso desde hace años he procurado rodearme de gente mucho menos complicada que yo, lo cual no significa que no tengan sus a veces serios problemas ni que no piensen a veces en asuntos trascendentales, sólo que no se la complican mucho, y eso me agrada.
Admiro la vida de la gente que sencilla y que se la pasa muy bien con lo que hace.
Creo que una de las claves es vivir el ahora y vivirlo bien, haciendo esas pequeñas cosas por gusto, y si no es meramente por gusto, tomárselo con mucha calma, que quizá lo importante esté en otra parte, pero todo a su tiempo.
Hace tiempo trabajaba para un futuro como si fuera la tierra prometida. Pero me di cuenta que no estaba viviendo mi presente, pues tenía un pie en un lado y el otro un poco más lejos, y eso me causaba conflicto. Ahora he decidido que sí estoy aquí, estaré aquí, si un día me muevo, estaré allá y lo haré por completo. No sirve de nada lamentarme por el camino no tomado; vendrán otros y pienso que también serán buenos. La belleza de la vida uno la puede hacer.
Y es que las cosas importantes se quedan con uno, en el corazón o en la mente y ahí se guardan intactas, sin que causen ningún problema. No tendrían por qué.
Tuve en mi mente una imagen de vida bella, me casé con esa idea. Pongo una imagen para que se den una idea.
Los planos y los planes se han modificado, pero no esa idea de belleza de una vida tranquila y plena. Me tengo a mí y estoy vivo aún.
Aspiraré a lo sencillo, pero también a una vida amorosa, que no creo que no pueda ser también sencilla.


martes, 25 de octubre de 2016

En dónde ponemos las cenizas



La directriz que marca la Congregación para la Doctrina de la Fe, de no cremar y esparcir las cenizas de un difunto, sino de depositarlas en un lugar consagrado para ello es acorde con su idea doctrinal de la resurección, tal como lo dice la parte final del Credo ("Creo... en la resurección de la carne y la vida eterna, Amén").
Sin embargo, no me parece una disposición que haga sentido a las nuevas generaciones de católicos, pues dado los costos de los terrenos funeriarios frente a la cremación, y la disminución de una mística religiosa ante la muerte del ser querido, la cremación es más bien una medida práctica y cada vez más "normal".
Los milénicos no quieren más "leyes", sino quieren respuestas a problemas actuales. Olvidaba que la Iglesia católica ha perdido ya a los jóvenes. Los mismos que ignoran —como hacen con las marcas— a las instituciones religiosas que no tienen algo que realmente los llame, algo dirigido a ellos. Los jóvenes no se ven en un cementerio, sino se preguntan y se responden qué quieren que se haga con sus cenizas. ¿En dónde las ponemos?

miércoles, 19 de octubre de 2016

El término "inteligente"

El adjetivo inteligente es un calificativo políticamente correcto, pero basta un repaso sobre su uso para distinguir a quiénes mayoritariamente se aplica.

En buena cantidad de casos es un reconocimiento con aire de concesión. La postura dominante, esa que proviene del patriarcado y que pone como punto de referencia al adulto varón, heterosexual, blanco, otorga ese reconocimiento al personas que aparecen como el "otro", niños, mujeres, personas con alguna discapacidad mental, incluso aplicamos con frecuencia el adjetivo inteligente a ciertas mascotas que así no lo parecen.

Cuando en una narración escrita, hay una voz de la que no sabemos nada, asumiremos por descarte que se trata de ser del género masculino de edad adulta. Porque en nuestra cultura, se tendría que señalar si se trata de una mujer, un niño, una anciana, si no hay indicio de nada de esto, asumimos que es un varón el que habla.

En lo que he observado, 80 por ciento del calificativo inteligente se refiere a una mujer o a un menor de edad, como una cualidad adicional que habría que otorgar y reconocer, pero que no se da por sentado. Además, como decía, es políticamente correcto mencionarlo.

¿Y qué a los varones no se les llama inteligentes? La respuesta es no. Es que no es necesario. En el sistema masculino eso no "rifa", como dicen los jóvenes. En el mundo de varones se trabaja con "credenciales masculinas", que es donde se imprime buena parte de nuestra identidad.

¿Qué es eso de "credenciales masculinas"? En pocas palabras, ser lo que hacemos. Ocupar un lugar social en función de nuestra profesión, oficio o algún logro público. Pedro, Juan o Luis no son tan importantes como lo son el Director, el Coordinador, el Gerente, el Inversor, el Diseñador, el Empresario, el Presidente, el Periodista, el Alcalde.

Y dentro de esta lógica general el adjetivo no tiene demasiada relevancia. Sí la tiene en el desempeño directo y cotidiado, pero hablamos del calificativo inteligente en términos sociales.

Socialmente el varón tiene tantas prestaciones, que calificarlo como inteligente (o lo contrario) no altera en nada sus beneficios,


Esa "decisión adelantada"



Hay muchas formas de hacer invisible la violencia de género. Una de ellas es presentar los hechos de tal forma que el origen desaparezca.

Este miércoles se entregaron 18 cheques de entre 3 mil y 5 mil pesos a jovencitas de entre 12 y 18 años que son madre y cursan su educación básica, con el fin de apoyarlas en sus estudios y disminuir el rezago educativo en niñas en situación de vulnerabilidad. En la entrega, según registra una nota de prensa, el delegado del Sistema Educativo Estatal en San Quintín, Luis Fernando Valdez Carmona, dijo:
"Este es un recurso federal que llega a los estados, en apoyo a todas las jovencitas menores de edad que toman la decisión adelantada de ser madres, y se les entrega cuando están cursando la educación básica".

Es aquí donde las palabras modifican la realidad. ¿Cuáles son las circunstancias en las que una menor toma esa decisión de ser madres?¿El embarazo es una especie de accidente provocado por una circunstancia fortuita?¿Ellas solas tomaron la "decisión" de tener un hijo?¿Ya están en pareja o decidieron conscientemente ser madres solteras?¿En dónde están los padres de su futuro bebé?¿En cuántos casos el sujeto en cuestión es mayor de edad?¿Es el novio?¿Es producto de una violación?¿El padre guarda una parentesco cercano con la futura madre?¿Es un amigo de la familia que entra a casa con total confianza?¿Dónde está el dueño del espermatozoide que de forma tan casual fue a dar al cuerpo de una niña de 12 años?

Según el artículo 182 del Código Penal de Baja California, tener relaciones sexuales con una mujer de 14 a 17 años es un delito:  

Al que realice cópula con mujer de catorce años de edad y menor de dieciocho, casta y honesta, obteniendo su consentimiento por medio de la seducción o el engaño se le impondrá de dos a seis años de prisión y hasta cien días multa.

Hay muchas formas de hacer invisible la violencia en contra de las mujeres. No estoy en contra de que el Estado apoye a las personas en situación vulnerable, sino que el punto es que hay violencias que al mostrar sólo una parte, se hacen invisibles por completo. Si los padres o la parte ofendida interponen querella, el delito no se persigue. Además, si el delincuente se casa con la mujer ofendida, "cesará toda acción acción para perseguirlo o se extinguirá la sanción impuesta (art. 183)".

¿Pero delincuentes? No, señor, por aquí no hemos visto a ningún delincuente.





Hernán Casciari, el machista


Tengo muchos años siguiendo a Hernán Casciari, quizá más de 10. Sus textos son ingeniosos, directos, mucha biografía, mucho futbol. Como buen periodista y escritor tiene el encanto para contar historias y contarlas bien. No como en los años de la revista Orsai, cuando multitudes de decenas de países lo seguían y mandó a las editoriales que publicaban sus libros a "la puta que los parió", pero sigue siendo muy mediático. Bastante You Tube y el Twitter de siempre. Casciari es argentino, del 71, y en 99 se fue a vivir a Barcelona con una mujer que fue sus esposa. Se llama Cristina. Tuvieron una hija, la Nina, que ahora es adolescente. Creo que está de más que cuente todo esto, pues todos sus lectores sabemos buena parte de su vida porque él ha hecho decenas de cuentos de ella.
Pero bueno, en sus relatos hay mucho futbol. Casciari le va al Racing y de niño quiso ser futbolista. Y ustedes no saben lo que logra este deporte entre los amantes del futbol que se vuelven periodistas o escritores: pueden describir el Maracanazo de 1950 aunque no lo hubieran vivido porque aún no nacían. Saben absolutamente todo sobre futbol. Y no conformes, son capaces de hablar horas con una pasión y un conocimiento que llenaría varios libros temáticos. Casciari es así.
Muchos de sus relatos me han acompañado, me han hecho llorar o me han hecho experimentar una profunda tristeza.
Pero entre todos sus textos nunca le había leído uno que hablara sobre el machismo. No el de la teoría, sino el de la vida cotidiana, el del lenguaje, y sobre todo el de “su” lenguaje y su vida. No saben ustedes lo que a nosotros los varones nos cuesta reconocer que el machismo está en nuestras venas. Es algo casi invisible para nosotros, pero lo más peligroso, es que lo vemos como algo inofensivo. Absolutamente inofensivo. Está en los chistes y en el comentario más "inocente". Ahí está presente. Quienes lo han padecido de primera mano lo ven clarísimo. Nosotros muy rara vez. Claro, movemos la cabeza con desaprobación cuando nos enteramos que una mujer fue golpeada por su pareja. Pero eso pasa siempre afuera, fuera de nuestro círculo. Nosotros-no-somos-así.
Hoy por la mañana me encontré con un texto de Casciari en donde reconoce por primera vez que ahí hay algo que se mueve muy raro: “Entre los treinta y los cuarenta años escribí más de quinientos textos cortos en internet. Hay por lo menos veinte que tienen alguna frase machista o alguna idea retrógrada que hoy me avergüenza leer”.
Por eso comparto hoy las palabras de este hombre de 45 años que le está cayendo el veinte. Como a muchos nos ha empezado a caer, aunque no es suficiente. Ni de lejos es suficiente.
* * *
#MeHagoCargo
por Hernán Casciari
Durante la infancia mi mamá mandaba a mi hermana a hacer los mandados al almacén, nunca me mandaba a mí. Yo empecé a ir al almacén a los trece años por propia voluntad.
Una vez mi papá se tuvo que cocinar él mismo porque mi mamá no estaba. Mi abuela se enteró y le hizo un escándalo a su nuera: «¿Cómo es posible, nena? ¡Él es el hombre de la casa!».
Entre los nueve y los catorce años escondí de mi papá las poesías que escribía para que no me creyera femenino. Entre los seis y los quince años jugué a deportes de fuerza para demostrar masculinidad.
Mi papá nunca pisó el almacén de enfrente. Tampoco nunca nos hizo el almuerzo o la cena. Nunca barrió el piso ni cosió un guardapolvos. Ninguna mujer de la casa se lo habría permitido.
En la adolescencia alguna amigas señalaron en mí actitudes machistas que yo no podía reconocer o me negaba a aceptar. Pasaba mucho en las sobremesas de los asados, mientras ellas levantaban los platos.
Hasta el final del siglo veinte (es decir, hasta mis treinta años), creí que machismo y feminismo eran dos extremos y me burlé de ambos como quien se burla de los veganos o de los hinchas de Vélez.
Al inicio de este siglo fui padre. En la crianza de mi hija practiqué la ironía seudo progre de decir (frente a ella) ‘puto’, ‘trola’, ‘negro’ y otro montón de tópicos que creía inofensivos.
También debatí sin argumento en sobremesas acaloradas y salieron de mi boca dos frases infames: «No todos los varones somos así» y «Estoy en contra de todo tipo de violencia».
Entre los treinta y los cuarenta años escribí más de quinientos textos cortos en internet. Hay por lo menos veinte que tienen alguna frase machista o alguna idea retrógrada que hoy me avergüenza leer.
A los cuarenta y tres años me pregunté por primera vez qué debía hacer con esos textos. ¿Borrarlos, modificarlos o dejarlos tal cual? Elegí mantenerlos; hacerme cargo del que fui para ser menos imbécil en adelante.
Todavía tengo en la cabeza frases en reparación. Lo descubro cuando personas más jóvenes me alertan: «¿Te parece que dos mochileras que van juntas ‘viajan solas’?». No es fácil soltar los lastres.
Pero también empiezo a percibir yo mismo las alarmas. Descubro solito símbolos mal puestos y barbaridades en los medios. Empiezo a sentir el placer de mis propias cáscaras cayendo.
Soy un varón heterosexual de 45 años. Me cuesta mucho, cada vez que lloro, no decir “parezco mina” o “me puse putito”. Son muchos años de ser un imbécil que se creía gracioso. Pero me esfuerzo porque entendí.
No voy a poner el avatar rosa en mi wasap. No voy a usar el hashtag ni voy a hacerme el copado. Mi único hashtag sincero es #MeHagoCargo. Solamente vengo a decir que soy culpable y que fui parte del problema.
Trato todos los días de estar atento a los símbolos y a lo tópicos. Ya no uso los ‘pero’ ni hago chistes de falso progresismo. Me ejercito para dar pelea incluso en lo dialéctico, que es donde más me cuesta.
Hoy es 19 de octubre y llueve. Soy casi un viejo y viví por todos lados. Quiero decir que jamás había visto a un grupo humano acorralar un problema arraigado con tanta fuerza, pasión y creatividad.
Esta lucha es, sin dudas, lo más revolucionario que le pasó al país en décadas. Un día vamos a mirar para atrás y nos parecerá increíble que nosotros hayamos tardado tanto en reaccionar.
Nuestros nietos, queridas, van a estar muy orgullosos de ustedes.