sábado, 27 de octubre de 2012

Los homosexuales y la mercadotecnia

Quiero referirme a las personas homosexuales pero a ninguna en particular; sí principalmente a los hombres, que son a quienes más conozco.

Antes quiero aclarar que soy homofóbico, como el enorme grueso de la población en este país —incluidos los homosexuales— y que no me enorgullezco de ello. Sin embargo, para mayor desvergüenza mía me he reído de casi todos los chistes que hablan de los gay como jotos y cuando me propongo que ya no lo haré, vuelvo a pensar en esos términos y a reírme al siguiente día con otro chiste u otra anécdota.

También descubro que muchos de los escritores, autores y compositores de México y del mundo que aprecio, admiro y sigo, algunos con veneración, son homosexuales, de closet, abiertamente, socialmente, casados o en cualquier tipo de envase o cara. Bueno ¿y?

No quiero llegar a hacer una "discriminación positiva", ni creo que el hecho de ser homosexuales los hace mejores personas. Hasta dónde sabemos, el talento y la calidad humanas no están relacionadas con el color de la piel, la forma de sus orejas ni con la forma en que a la persona le guste ver correr sus fluidos, sea a solas, intercambiando sus microbios mutuamente con otra de su propio o de distinto sexo, en compañía de tres personas o más, en fin. La mayoría, no todos por desgracia, vivimos en el Siglo 21. (Y ahora como estamos en el siglo 21, soy yo el que teme verse anticuado con tanta aclaración que bien lo sé, para mis amigos sonará más que obvia. Bueno).

Quiero aventurar una observación: Los homosexuales que no se han apabullado por la discriminación y que no llevan para todos lados traumas que los hagan ver moros con tranchetes hasta detrás de los postes y por lo tanto se vuelvan un tanto neuróticos, esos, como cualquier persona de cualquier otra orientación sexual, pienso que serán sanos, sin mayores problemas para relacionarse, serán funcionales. Hasta aquí mi preludio.

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Nuestra sociedad de consumo y las instituciones obligan, orillan, coercionan a que sigamos ciertos roles. Creo que principalmente en México que en países más modernos. Nuestro país en ese aspecto es muy conservador.

Aun y cuando la población no enteramente hetereosexual varía de un 2 a un 15 por ciento en las diferentes sociedades del mundo (el dato lo revisé en Wikipedia, donde se citan múltiples informes, años y países), creo que desgraciadamente se les sigue considerando fuera de "lo correcto". En el mejor de los casos, tolerando y dándoles toda nuestra amabilidad sincera o hipócrita, a sabiendas que están viviendo fuera de "lo correcto".

Voy a mi tesis.

La sociedad de consumo podría ser más eficaz y menos hipócrita al dedicar muchos más recursos publicitarios a este segmento de consumo.

Es cierto, los homosexuales no necesariamente buscan casarse, tener hijos y todo eso a la manera tradicional, pero muchos sí, quieren vivir en pareja, adoptar, o bien adoptan al sobrino, al nieto, al ahijado y le dan todo amor, apoyo, respaldo como el mejor de los padres.

¿Se han puesto a pensar las agencias de viajes la capacidad que tienen los hombres solteros en edad productiva o jubilados, de viajar? Si no tienen hijos, pueden gastarse miles de pesos en la educación del ahijado, del nieto, del sobrino, prácticamente de quienes ellos decidan.

Sé que sonará violento lo que voy a decir, pero de manera idéntica a los antiguos hombres castrados que cuidaban de los harenes de los reyes, los homosexuales actuales son capaces de dedicar toda su libido a una causa: el trabajo. Ya no es el harén ni el rey, hoy es el puesto de trabajo, hoy en día es cuidar los intereses de la empresa y hacerla crecer. La libido es una energía desbordante, que suele llevar a una experiencia de altos vuelos, quizá por ello algunas creencias religiosas han recomendado la castidad o la moderación que raya en moralina. Los homosexuales no reproductivos son como hombres castrados que se enfocan en otros asuntos externos y pueden dejar su vida sexual en un departamento que no pasa por las credenciales oficiales y reconocidas, y por lo tanto suelen tener un halo de morbo y de misterio (bueno, excepto las locas, que cantan sus hazañas a los cuatro vientos).

Los homosexuales tienen la posibilidad, más que los heterosexuales tradicionales con otras responsabilidades que dedican ocho horas de trabajo porque su esposa pondría el grito en el cielo si se propasan seguido, los homosexuales pueden dedicarse 48 horas de trabajo por 12 de descanso, o de 36 horas de trabajo por ocho de sueño, o de 18 horas de trabajo con tres horas de sueño, o simplemente con una disponibilidad de 24/7, el lector elija su combinación más conocida. De una cosa estoy convencido, los solteros tienen más tiempo para dedicarse al trabajo llámese gobierno/empresa, trabajo creativo, causas sociales o una combinación de varias.

La mercadotecnia no sabe lo que se pierde.