sábado, 25 de agosto de 2012

Entrevista

Hace tres años, el poeta y amigo Eligio Coronado González me hizo las siguientes preguntas, previo a una lectura en el Café Nuevo Brasil de Monterrey, en donde leería algunos trabajos míos.

Hoy recuerdo este cuestionario y me parece que sigue vigente prácticamente en todo.



Las preguntas

El poeta Eligio Coronado González, quien organiza el ciclo de lecturas cada jueves en el café Nuevo Brasil, me hizo llegar unas preguntas con premeditación, alevosía y ventaja, esto de cara a la lectura de mañana. Me agradó que lo hiciera porque me hizo pensar un poquito en la escritura, en mi escritura. Y esto fue lo que contesté:


¿Desde cuándo escribo?
Empecé a escribir versos para el periódico mural de la preparatoria, en 1988. Mi primer poema publicado fue Fantasma, en la sección "De los talleres", del periódico El Norte, en marzo de 1991.

¿Por qué escribo?
Porque me gusta y porque al paso del tiempo me doy cuenta que tengo cierta facilidad para hacerlo, por insistencia, constancia o terquedad, pues. Al principio escribía para conquistar el corazón de alguna chica, por decirlo de algún modo. En general desde muy niño me ha llamado poderosamente la atención el efecto que pueden tener las palabras sobre la imaginación y el pensamiento.

¿Cómo escribo?
No sé si entiendo bien la pregunta. Creo que recurro mucho al tema del amor, a la nostalgía, la melancolía. Creo que uno de mis temas más recurrentes es la inasibilidad del amor y otro, que no es tan evidente, la constante del tiempo. En el último año esos temas se me han debilitado bastante y me siento como en el limbo.
Traspongo muchos elementos biográficos, los cambio de tiempo o de sitio o de persona, y a veces los cuento como me habría gustado que pasaran. En general trato de escribirlos como me gustaría que fueran contados, en ese tono, ese ritmo, esa atmósfera, ese tempo.

¿Para qué escribo?
Me alegra sentirme satisfecho con un texto, me gusta batallar en él. De cierto modo traducir una idea a palabras para que tenga cierto efecto, cause cierta emoción. Escribo para comprobar que puedo seguir haciendo esto. Y bueno, escribo también para ser leído. Creo que no guardo casi nada para despúes; todo lo publico casi de inmediato en alguno de los dos o tres blogues que tengo. Creo que también escribo para publicarlo.

¿Para quién escribo?
No podría dar un perfil de sexo o edad, pero sin duda hay personas más inclinadas o receptivas a aceptar temas como el amor y la nostalgia. Creo que por ahí voy yo: a quien se interese en las relaciones de pareja. Y sí, definitivamente escribo para ser leído.

¿Sobre qué escribo?
Ya lo digo, sobre la inasibilidad del amor que deja un sabor a nostalgia, a tristeza.

¿Qué es para mí la literatura?
Una forma de conocer el mundo y de conocerme a mí mismo. Es una expresión artística que me permite mentir con permiso. Me sigue sorprendiendo profundamente cómo es que una obra, un texto, en general la palabra hablada o escrita puede surtir efectos poderosos en el pensamiento y sobre todo en las emociones.
Me gustaría saber cómo es ese mecanismo que para mí es una especie de magia, pues no le encuentro expresión racional.

sábado, 18 de agosto de 2012

El conocimiento no tiene dueño

Son pocas cosas las que tengo en contra de la educación formal, pero no quiero hablar mucho de los beneficios del sistema educativo establecido, de momento sólo diré que entre más se dediquen a educar, a formar, a transmitir conocimientos y dar una preparación será mucho mejor.
No detallemos que los maestros que valen realmente la pena son uno de cada 20, o de cada 50, y que si a eso le aunamos a que uno como alumno quiere obtener el papelito cuanto antes, entonces la escuela se vuelve un trámite, a veces caro en tiempo o en dinero, pero un trámite necesario al fin y al cabo.
No más de tres maestros extraordinarios solemos tener en nuestro periodo de estudios formales, a menudo es uno el que nos marcó. Pero, ¿quién determina que los estudios formales deben ser los de mayor aprendizaje?¿Así lo entendemos porque al final nos darán un documento que lo acredite?¿Nuestros maestros son sólo aquellos que nos dan o nos dieron clases en un aula?En los últimos años he estado atento a dos fuentes de conocimiento (parto de una premisa básica para mí y ésta es que el conocimiento no tiene dueño). 


1. Los autodidactas. Conozco a dos personas con una profunda pasión por la lectura, Lulú y Aarón. Ambos tienen varias características en común además del goce por la literatura: buena memoria, una capacidad y velocidad de lectura tan potente como tan de todo terreno, y otro detallito que siempre me ha llamado la atención porque para mí contrasta de una manera curiosa: no tienen una carrera universitaria. 
El autodidactismo es una modalidad de aprendizaje, si bien no reconocida por ninguna institución en México, permite no trabajar una sola parcela de conocimiento por la que te darán una pala y un azadón, y que al final de cuentas te dará de comer, sino que te permite jalar pal monte y detenerte en las yerbitas más sabrosas, o en las uvas que están en su punto, o cortar unas lechugas y hacer una ensalada. En una palabra te ofrece esa sensación de libertad de que agarres lo que gustes.
A la manera de Esteban Jales, ese inquieto bato gringo que no terminó su carrera y vino a poner un changarro de computadoras con la calcamonía de una manzana, del mismo modo el autodidactismo otorga herramientas —venidas algunas por el azar o la intuición— a quien se atreva a husmear y a perder su tiempo para darse cuenta que simplemente está gozando por conocer y comprender algo que antes no sabía. Sólo una anotación final en esta parte: decía Alberto Einstein que la imaginación era más importante que el conocimiento, y decía otro muchacho cuyo nombre no recuerdo, que en arte son más importantes las conexiones que la producción de objetos. 
Así veo yo el conocimiento, como elementos orientadores e inspiradores para la producción propia, para la generatividad o para una mejor y más humana vida.

2. Las pláticas informales. No sé cómo llamarle al momento en que te encuentras con una persona, conocida o desconocida, y durante la plática te suelta un autor, un libro, una película, un artista, en todo caso es una referencia que en tu vida habías oído pero que te deja pensando. En esa plática informal se da un microcontagio que te deja una ronchita. Cristina es una chica que trabaja en mi mismo centro de trabajo, por su profesión y por mi trabajo un día platicando salió a la charla el nombre de Lacan. Me contó dos o tres detalles que me dejaron picado. me dio su opinión y le dije mis impresiones. Total que se dicen muchas cosas de Lacan pero quiero saber qué dijo este hombre que se proclama, dice Cristina, como freudiano. A ver si es cierto.
Esta plática del Lacan freudiano la tuve ayer. Fue una plática informal de 10 o 15 minutos en la que el motivo de su visita no fue, por supuesto, Lacan. Este tipo de encuentros los tengo en promedio unas dos o tres veces por semana, a veces más. Por lo general duran menos de 10 minutos, pero todas tienen en común que me mencionan un dato que yo no sabía. Lo mencionan pero no significa que después de eso ya lo sé, sino que me dejan con la cochina —y bendita—duda.

Hace un buen tiempo fui a una presentación no de un libro, sino de un sitio de internet pero la presentación era igual a las presentaciones de libro. Me acuerdo que era el sitio yosexual.com, y al final, platiqué con Josefina, en la charla salió el nombre de Robert Bly, un ensayista y poeta norteamericano estudioso de una nueva manera de entender las masculinidades. Buscando algo de Bly (d estos hace hará unos cinco años) di con Eloy Arenas, con su Machistas anónimos, luego el hallazgo de El nuevo sexo débil, de Enrique Gil-Calvo (a quien por cierto contacté por correo y me acaba de mandar un capítulo inédito de su siguiente libro, y me permitió reproducirlo en la revista que edito). Volví a buscar algo de Robert Bly, pero se me atravesó una joyita escrita por Sam Keen acerca del proceso masculino para su plena realización, se trata de la intorducción al libro Ser Hombre: mitos y claves de la masculinidad.
Bueno, todo esto son ejemplos de lo que puede resultar de las pláticas informales. Baste parar las antenas para captar la señal y, como muestra una vez más el libro de Sam Keen, saber hacer las preguntas adecuadas.


jueves, 16 de agosto de 2012

Cuando los padres se van

Desde que era pequeño he escuchado eso de que a los hijos hay que disfrutarlos de pequeños porque cuando crecer, y crecen muy rápido, terminan por irse.
De acuerdo al nivel de preparación y de salud de los padres, especialmente de ella, los padres pueden pueden "soltar" a los hijos con relativa facilidad o no.
En mi caso y en mi casa mi jefa ha sido muy suelta con eso. Mi hermana Ángela ha vivido ya casi la mitad de su vida no sólo fuera de la casa familiar, sino fuera de la ciudad natal. Por mi cuenta me fui un par de años al DF muy lejos de donde nací y crecí.
Otras mamás, en cambio, tienen bien repasado el numerito de, primero inmolarse en favor de sus hijos para después, cuando ya crecieron, recordarles la factura moral y de paso tener quién se haga cargo de ellas porque ella no estuvo en condiciones quizá nunca en la vida lo estuvo, ni lo estará, como dijo don Teofilito–   de  asumir su vida como propia.
Total que los hijos crecen y se van. Mi dos hijos cuyas edades sumadas dan 25 años, están cerca de hacer su vida aparte. El mayor empezará en unos meses a salir con amigos y amigas y yo me pongo a temblar.
Sabemos que los hijos se van, uno cuando fue hijo también se fue, pero lo que no había visto es que los padres se fueran.
No me refiero a que fallezcan, sino a que hagan su vida aparte.
Si los hijos enseñan a los padres, los padres nunca dejan de enseñar a los hijos. estoy pensando en mi jefa muy cerca de cumplir 69 primaveras, que actúa como piensa. Vamos, no tiene un blog como éste ni una cuenta de Facebook para contarle al mundo que vive como piensa, y que está haciendo yoga y que le gusta la música y salir con amigos ni nada de eso. Simplemente lo hace.
La penúltima vez que supe de ella me contó que le habían regalado un chongo rojo, y para no desentonar se había pintado todo el pelo de ese mismo color. Primer síntoma: que lo que piense la demás gente le viene valiendo reverenda madre, exactamente como debería ser.
La última vez que supe de ella fue por medio de mi hermana Ángela que vive en Berlín quien me dijo que mi mamá le había tomado la llamada, "pero que estaba cenando", y se le oía muy contenta porque estaba haciendo un trayecto entre Milán y Venecia, en Italia y dijo que las fotos son nada comparado con estar ahí.

Creo que la hemos perdido para siempre.

A esto me refiero cuando digo cuando los padres se van.

viernes, 10 de agosto de 2012

La segunda esposa


Hay un momento inquietante en la vida cuando uno se vuelve a casar, amasiar, arrejuntar, empiernar o amancebar, y la primera pareja, a veces madre de nuestros hijos, pasa a ser “La innombrable”, “La-mamá-de-su-hijos” o, en casos suaves “su primera esposa”.
Como el pasado es historia, la vida de pareja para el esposo se centra en la mujer actual. Para los amigos y gente cercana es inevitable la comparación, para el marido es muy claro lo que antes tenía y lo que ahora tiene, pero ¿a qué se enfrenta la segunda esposa?
Cuando el hombre da a conocer o se presenta con una nueva mujer, al parecer una relación formal, las sospechas son inversamente proporcionales al tiempo en que pasó desde que se acabó la relación anterior.
La nueva esposa entra al banquillo de la nueva familia, de los hijos anteriores y del círculo de amigos. A ojos de los amigos es esperable que la nueva sea más joven y atractiva que la anterior, aunque la primera se haya partido la vida sacando adelante a los hijos o en largas batallas conyugales por cualquier motivo.
Para los hijos y demás familiares, es común que unos se coloquen en el palco, otros en la zona de gol y otros en Entrada General, pero todos tomando partido. Si la nueva esposa pasa la prueba, es decir, gana por puntos o por decisión de la mayoría de los jueces, además que gana aliados, deja el papel de arpía que tenía y se convierte en amiga o compañera (algunas además, cocinan riquísimo).
En todo caso el fantasma de la primera esposa seguirá presente en la relación: a veces los hijos la recordarán, con sus defectos y sus demás defectos. En ocasiones esa misma ex se encargará de hacer la vida imposible a la nueva relación, y en los casos más curiosos pero deseables, se mantendrá al margen evitando envenenar la sangre de los hijos contra la nueva esposa de su ex.
Si el esposo aprendió lo importante, seguro tendrá una vida más agradable y amorosa, de lo contrario, repetirá la historia y pronto encontrará una más joven que lo siga y que le consienta. Pues para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo