sábado, 17 de diciembre de 2011

Una helvética en el florero que nos mira

Carmen es diseñadora. Bueno, eso ya lo saben. Mi cuate Martín también es diseñador y nos conocimos chambeando. Él en su papel, y yo como editor. Varios diseñadores más conozco, de los tiempos en el periódico y ahora mismo, en mi actual chamba. Mi problema, mi asunto es el siguiente: ¿Cómo llegar a una mejor comprensión, como si de un matrimonio se tratara, del papel del otro?
Los editores culpamos a los diseñadores de que no leen y que no les interesa el texto más que como la mancha esa que hay que acomodar junto a unas imágenes que deben lucir lo mejor posible (corregidas, con buena resolución, etc.). Cuando un trozo de texto queda fuera, pues ni modo, que venga el editor a acomodar (y tienen razón).
Los diseñadores nos echan en cara que no les damos el texto completo de una vez y para siempre, y que a veces deseamos poner textos y fotos en un espacio no apto para ello. Nos echan en cara los tiempos de entrega porque luego los andamos presionando que nos tengan todo a tiempo cuando no hemos entregado el material completo o debidamente ordenado (y tienen razón).
Pero creo que en la mesa de esta pareja que está discutiendo, tratando de ponerse de acuerdo, hay una carta común interesante.
Hay un tema concreto que reúne el asunto de la menor o mayor legibilidad con el asunto del diseño. Este tema de bisutería editorial es la tipografía, ingrediente que pone en juego lo mejor de dos mundos. Nada mejor que ambos, diseñador y editor, se muevan en la mesa del diseño editorial, y que ambos, más el diseñador, tenga un amplio conocimiento del mundo de la tipografía.
Un editor siempre agradecerá, que el diseñador sepa hacer un descolgado del andamio de la Helvética para los titulares, y se reúna con nosotros en el interletrado, interlineado y los remates. Se agradecerá que se meta un poco a los pasillos de las fuentes humanistas a ver si hay algo interesante que traer, o quiera pisar en calcetines para traer algo más geométrico para los sumarios.
Recientemente me acabo de encontrar con un artículo que toca el tema de la selección tipográfica. Lo escribió Mariana López González (@MarianaLogon), quien estudia en la Ibero en Puebla y tiene tres años de trayectoria en estos terrenos. El texto se titula

Ensayo Helvética¿La selección tipográfica debe tener relación con el contenido del texto?
Se puede decir ‘te amo’ en Helvetica, y se puede decir en Helvetica Extra Light si se quiere ser elegante, o se puede decir en Extra Bold si es muy intenso y apasionado, y podría funcionar. También se puede decir ‘te odio’».1 Massimo Vignelli

Después de ver el documental de Gary Hustwit, Helvética, algo llamó mi atención. Un concepto de la tipografía en el que hay desacuerdos entre diseñadores. Todos saben que la tipografía debe expresar algo, pero es en «el cómo» y «el qué», donde surgen ideas contrarias. Massimo Vignelli parece insinuar que puedes decir cualquier cosa con Helvética y, por el contrario, David Carson cree que hay cosas que Helvética no puede decir. Para poder saber quién de los dos tiene razón (si es que solo uno de los dos la tiene) debemos primero definir si la tipografía debe ser expresiva en sí misma, o si la expresión debe darla el contexto. Conviene hacer un análisis sobre la historia de Helvética y su evolución para encontrar una respuesta.

En 1956, Edouard Hoffmann de la Fundidora Haas, encargó a Max Miedinger el diseño de una nueva tipografía sans serif que fuera neutra, legible y clara. Esta tipografía debía ser un rediseño de Akzidenz Grotesk. Para no hacer el cuento largo, la tipografía Neue Haas Grotesk nació en 1957. Luego se cambió el nombre por Helvética (proveniente de Helvetia, nombre latín para Suiza) para comercializarla. Pero ese no es el dato que quiero resaltar. Lo importante de la historia son las características que se buscaban en la tipografía; la legibilidad es un punto que siempre se ha buscado, pero además debía ser neutra. Una tipografía que no tuviera connotaciones en sus trazos, que no tuviera ideas implícitas ni mensajes ya inscritos en ella. Una tipografía para todos. Limpia, clara, ordenada. Helvética fue muy bien recibida; por el punto de la historia en que nació, por la estética de la época, etc. Pueden argumentarse muchas cosas, pero funcionaba. Su claridad y limpieza convenció a diseñadores de todo el mundo.

En los noventas llega David Carson con su «tipografía experimental» y da pie a la «Tipografía grunge». Este movimiento da un giro completo a los conceptos que se tenían sobre tipografía. Un enfoque totalmente diferente en el que la tipografía es expresiva por sí sola. Las letras se cortan, se deforman y se crean composiciones con ellas de tal manera que lo más importante es la expresión, más que la claridad. Y si bien los diseñadores de más experiencia no aprobaron este movimiento, los diseñadores más jóvenes lo aceptaron porque rompía con las reglas que conocían sobre tipografía: claridad, legibilidad, retículas, etc. Así como la Helvética nació de un deseo de romper con lo que se conocía, ahora era reemplazada por la misma razón. Pero, como se ve en el documental, una vez «superado» el movimiento grunge, los diseñadores desearon regresar al orden que se había perdido y reencontrarse con los tipógrafos tradicionales como Bodoni, Garamond, Manuzio, Baskerville, etc.

Al analizar mi trabajo de diseño, me doy cuenta de que está más bien influenciado por la etapa post-grunge, que recupera el orden, incluso por la tendencia del minimalismo. Me gustan los diseños limpios y claros. Quizás por eso me gusta la Helvética, la limpieza y casi perfección de sus líneas. Pero aunque esa sea mi forma de diseñar, no puedo decir que estoy cien por ciento de acuerdo con Vignelli cuando dice que una palabra debe expresar lo que dice la palabra, más no la tipografía. O con Wim Crowel que también está en desacuerdo con diseñar con muchas tipografías diferentes. Sobre este tema Vignelli dice: «No es que no crea en la tipografía, es que no creo que haya muchas tipografías buenas».

En su Diccionario Crítico de Diseño, Juan Guillermo Tejeda aborda este tema: «¿Hay una sobrecarga de tipografías, una Babel de textos?». Habla de Rudy VanDerlans, parte de un grupo que se dedica a la tipografía digital. VanDerlans piensa que seguir diseñando tipos es innecesario e incluso crea ruido. Parece entonces estar de acuerdo con los diseñadores que mencioné anteriormente, cuya idea es que sólo se debe trabajar con unas cuantas tipografías, y más es redundante. En el documental de Helvética se habla de la costumbre de usar muchas tipografías dependiendo de cada caso como una característica de los diseñadores jóvenes.

Pero no todos los diseñadores entrevistados piensan así. Mencioné ya a David Carson con el caso de la tipografía grunge, pero hay más diseñadores que tampoco consideran oportuno usar pocas tipografías. Stefan Sagmeister, con un punto de vista más radical, hace la comparación entre un diseñador y un escritor: el diseñador que sólo utiliza una cantidad limitada de tipografías es como un escritor que solo escribe con un número limitado de temas. Se pregunta por qué teniendo un mundo de diferentes tipografías que escoger, solo trabajarías con unas cuantas.2

Tantas opiniones diferentes me impulsaron a buscar la mía. Tal vez no hay una respuesta correcta, o ambas posturas son correctas. Si nos apegamos a la definición de tipografía, las letras hechas a mano quedarían fuera. Sin embargo, hoy en día con la revolución digital, esa definición ha cambiado. Porque la tipografía está al alcance de todos, y no solo puede cualquier usuario acceder a diferentes tipos, sino que también puede modficiar sus características, como grosor, familia, tamaño, interlínea, etc. Tejeda lo llama una «alfabetización tipográfica universal». Si la tipografía ya es universal, entonces por definición debe ser diversa.

Para resolver la pregunta que planteé al inicio, vuelvo a citar a Tejeda:

«El diseño de letras, finalmente, se alimenta de la necesidad de devolverle al texto escrito la vivacidad del habla».

La vivacidad del habla, eso es lo que se busca, y estoy de acuerdo con ese planteamiento. Entonces la tipografía que se use debe de ir relacionada con el tipo de habla que se va a traducir: un logotipo, un libro, una portada de CD. Todos estos productos de diseño tienen diferentes entonaciones, por decirlo de alguna manera. Un profesor, un amigo, un padre, todos hablan diferente. Así, los productos de diseño deben de hablar diferente. El mundo no sería igual sin los alocados diseños de Carson, pero tampoco lo sería sin los ordenados diseños de Crowel. Todos los diseñadores tienen parte de razón, y esos desacuerdos, esos puntos de vista opuestos, son los que convierten al diseño en una disciplina que visualmente da resultados muy ricos. La tipografía es parte del diseño, ¿por qué entonces no nos sabría igual de rico? Solamente es cuestión de descubrir qué tipo de sabores nos gustan para saber si vamos a trabajar con Garamond, Helvética Regular, con Futura Condensed Extra Bold, o nuestra propia caligrafía.


1.Cita original en inglés: «You can say ‘I love you’ in Helvetica, and you can say it in Helvetica Extra Light, if you want to be fancy, or you can say it in extra bold if it’s really intense and passionate, and it might work. You can also say ‘I hate you’».
2.Sagmeister trabaja también con letras trazadas a mano, y en ocasiones para el mundo de la música, en portadas de discos.

Las manos y el verano

Quizá fuiste el país natural o sueño de lo que empezaba a ser, no como esta historia que se llora absurdamente en la ventana, ni como la otra, la que garabateaba en una libretita entre un trayecto y otro, mirándome los pies y pensando.

Porque uno puede creer en la lluvia o en la playa, porque los pies la saludan y nos hace sonreír, pero no se puede creer en lo que no es cierto, o en aquello que es un error de algún Dios oculto y mentiroso.

Estoy ahora en el Golfo y miro la playa del Pacífico, como si mirara mi mano izquierda, desde la derecha que está escondida en la distancia. El sol ya duerme bajo la tierra, y el aire, que había bajado la cara humillado, ahora respira. Del mismo modo ahora respiro e intento juntar mis manos, no para orar, sino para volver en paz a mí mismo en donde me recojo en dos a la mitad de mi vida.

Tal vez vivir y amar sea una contradicción, pero no lo es juntar estas manos que alguna vez te acariciaron, y esperar a que pase este verano para que llegue otro más grande y más lejano.
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Los diseñadores

Como editor, mi vida laboral tiene el destino manifiesto de hacer mancuena con diseñadores. En los últimos años me ha tocado convivir y contrabajar al lado de estos oficiantes del buen gusto visual. Ellos me han enseñado mucho.
Primero en una revista del Congreso por dos números, y después en Conarte por unos cincuenta números, me tocó conocer y de inmediato hacer pareja con Martín. Luego nos hicimos cuates, pero en los primeros años me tocó lidiar con su mutismo, con su aparente indiferencia ante el mundo exterior y con su humor. Nos quedábamos hasta la madrugada cuando era necesario, revisábamos las pruebas en la imprenta, la calidad de la impresión, diálogos mínimos.
Juntos hicimos medio centenar de números de 64 páginas cada quincena. Más tarde me fui al periódico, ahí fueron tres páginas diarias durante casi dos años, más un suplemento diario adicional con esto del Fórum de las Culturas. El diseñador no tenía tiempo de decir pío, mucho menos de quejarse.
Para el Urbanario también trabajo con una diseñadora, y en La huella del coyote lo mismo. (El trato con el diseñador es un capítulo aparte)
Alguna vez tomé un curso de diseño editorial, por ahí otro de corrección de estilo y en otro tiempo uno de periodismo digital. Con esto quiero decir que he intentado revisar mi trabajo tratar de mejorarlo.
Pero volvamos con los diseñadores.
En otro momento ya he comentado que la gran mayoría de los diseñadores editoriales provienen del campo del diseño gráfico. Tal vez sea la rama más cercana que hay, pues se manejan casi las mismas herramientas (excepto el fundamental Indesign que pocos diseñadores gráficos conocen bien), pero con el tiempo las diferencias entre ambos tipos de diseñadores me parecen cada vez más grandes.
En principio, los DG tiene su base en la cultura visual y publicitaria, esa que atiende a proporciones, colores, equilibrio, mensaje, y que le apuesta a un único impacto eficaz. Los DE, por otra parte, deben o deberían tener sólidas bases en una cultura de la letra impresa. No encuentro otro modo de encuadrar el trabajo de aquellos que cuyo objetivo es armar libros, periódicos y revistas (no sólo carteles). Es elemental que estén familiarizados con estos tres objetos.
Por desgracia, según he visto de cerca, los diseñadores (gráficos) y buena parte de una instancia empleadora tienen la creencia de que el diseño editorial lo puede realizar sin mayores problemas un diseñador gráfico. El problema es que sí hay problema.
Estoy acostumbrado a que la chamba sale o sale, no importa cuántas horas continuas hay que trabajar. Ese es un problema mío, porque no en todos lugares piensan así. El asunto es que si hay que quedarse toda la noche, o si hay que elaborar una muy buena coartada, en ambos casos el diseñador tiene que ser tu sombra, debe haber una coordinación absoluta, casi telepática (exagero)
Sin embargo, cuántas veces mi diseñador y yo pensábamos lo mismo al escuchar el timbre del teléfono, o cuántas veces uno entendió perfectamente cómo iba a estar la jugada con sólo escuchar el tono de voz del otro al teléfono.
Dios: danos muchos diseñadores editoriales. Dios: danos muchos y muy buenos diseñadores editoriales, que tu santo reino de la letra impresa necesita más de estos que amen y veneren con mucha devoción al menos al santo de su familia tipográfica, y tengan el placer de posar su vista, Dios por tu merced, en un libro, por favor Señor nuestro, bien diseñado. Te lo pedimos por tu santo nombre, amén.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Mitomanías

Admiro a algunos creadores de historias, pero inventárselas y vivirlas es otra cosa. He conocido a dos grandes mitómanos, uno fue Iván Uranga, un verdadero mago de las personalidades, todo un artista. Iba por el mundo engañando gente, estafando, pidiendo prestado, contando historias, lo curioso es que lo hacía muy bien y nadie sospechaba. Cuando lo descubrían desaparecía, se iba a otra ciudad. Lo conocí en Monterrey como en el 98, y en el 2002 acababa de dejar su rastro con una amiga que conocí en el DF. Muchas anécdotas interesantes salieron de conocerlo, algunas muy tristes. Espero que no cause más daños.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Un balón de futbol

A mi hijo mayor le gusta el futbol, ya lo he dicho, y además le va a las Chivas, lo cual tampoco me da problema. Yo no soy futbolero y los equipos esencialmente no me interesan.
Mis dos hijos y yo casi cada fin de semana vamos a un centro deportivo a jugar o a que ellos jueguen.
El otro día, de rergeso de jugar, observé cómo se divertían, o más bien, cómo celebraban. ¿Qué celebraban en sí? Nada. Todo. Jugar. Venir de jugar. La vida.
Mi hijo mayor tiene 13 años y no hace mucho recuerdo que yo tenía su edad. El menor tiene 10 años y estoy enamorado de él. Ambos me hacen ver los detalles de la vida que había dejado de ver con el tiempo.
Hace unas semanas compramos un balón de fut. Costó 63 pesos. Y es la inversión más curiosa y significativa que he hecho. Porque con ese balón jugamos, a veces hemos jugado los dos niños de Carmen y los dos míos, los cinco. Ese balón nos ha dado alegrías. Qué importante puede ser un balón de 63 pesos.
Sí, ya sé que lo importante es el juego, no el juguete. Pero el asunto es que aquí el futbol es importante. Veo con sorpresa que Andrés, mi hijo menor, era malo, le daba hueva patear el balón, pero hoy es tiempo que no se arremanga ante un riflazo venga de quien venga. Puedo pegarle al balón con toda el alma, estar ellos en la portería y entrarle a pararlo. No se arrugan los canijos. Agarro vuelo y le pego el balón. Y mientras se lanzan a pararlo veo que me gustaría que así fueran ante la vida, entrarle sin miedo a como venga.
Tal vez me estoy volviendo marisco por estar amando a dos hombres y al mismo tiempo. Pero me vale.

domingo, 30 de octubre de 2011

Las cargadoras

Un tema recurrente en las pláticas de Carmen y yo es la forma en que las mujeres buscan, consiguen, se relacionan en pareja.
Ella me ha ayudado a ver que el tema es más profundo de lo que parece, pues esto de conseguir y conservar una pareja estable es un asunto importante para muchas mujeres. Por lo general, casi en todos los casos, llegamos a la conclusión que una mujer con pocas herramientas, inmadura o que le faltó concluir etapas anteriores, se relaciona de una manera poco sana. Lo curioso es que no se da cuenta y se empeña en buscar en donde no hay. O se conforma con lo poquito que recibe.
Es el caso de las mujeres muy jóvenes que se fijan en un tipo inmaduro pero ejercitado en el alarde "masculino", me llama la atención que estas mujeres aguantan ser mal tratadas, y a veces hasta les causa gracia. Parece que les gusta.
En conclusión, tengo para mí dos cosas: una, que es bien común que la chava venga arrastrando una bolsa enorme de basura en la espalda. A qué le llamo bolsa de basura, pues a la carga del ex, a las expectativas de los padres, a la culpa que no las deja y a la presión de ciertas amistades, ah, también al peso de ciertos prejuicios inútiles.
La segunda cosa que tengo clara es que el padecimiento más común en las mujeres con las que he tratado, es su bajísima autoestima como para creer que merecen ser amadas por alguien especial y en exclusiva, por supuesto. Creo que muchísimas lo desean, pero no saben cómo conseguirlo, o bien piensan que eso no se hizo para ellas. Muchas prefieren (dicen que porque así lo decidieron y yo les creo) tener una relación libre (algo que los anglófilos llaman free) en lugar de establecerse con alguien en una relación amorosa estable. Me recuerda a los niños que dicen "que al cabo que ni quería" por no reconocer su incapacidad de obtenerlo.
Aquí entre nos les voy a confesar algo que para mí tiene un atractivo afrodisíaco muy peculiar, es la seguridad y la buena autoestima que se traduce en independencia.

lunes, 3 de octubre de 2011

La culpa fue de José Agustín

Pues si quieres me alcanzas y nos vemos allá, me dijo Javier Narváez al teléfono. Estábamos a punto de colgar, pero su propuesta de último momento me hizo pensar.
Era agosto del 95. Estaba en el DF en casa de mi amigo El Chore, a quien ya no le llamamos así porque ya todos somos hombres de familia en donde no caben los apodos que insinúen una falta de tacto. Estaba con El Chore y su familia, como lo hicimos con frecuencia en esa época bohemia, de veladas, lecturas en vivo ante un pequeño pero entusiasta público.
Había publicado un mes antes un cuaderno con mis poemas, mi primera publicación individual. Tuve una presentación en Monterrey y otra en el DF, en la Casa del Poeta, y esa tarde hablaba con Javier Narváez, quien tenía un programa en Radio UNAM, buscando yo una entrevista.
No puedo, pero regreso el lunes, me dijo por teléfono. Estaba por salir de la ciudad a un homenaje a José Agustín en la ciudad de Cuautla. En mi vida había escuchado la ciudad, y mucho menos sabía cómo llegar. El sur de la Ciudad de México era lo más al sur que había estado de todo el país y ahora Javier me sugería que lo alcanzara por allá.
Está bien, nos vemos allá, allá nos vemos. Y salí, siguiendo las indicaciones de Narváez, primero a la línea azul del Metro, llegué a Taxqueña, tomé un autobús con rumbo a Cuautla, a donde llegué después de casi dos horas de camino.
Homenaje de los jóvenes escritores a José Agustín, se llamaba el evento de dos días, el cual me perdí casi todo. El acapulqueño cumplía 51 años y en el homenaje había dos o tres caras conocidas, que luego no me interesaron porque en aquel viaje conocí a Lulú.
La ciudad y especialmente ella me habrían sido absolutamente olvidables de no ser porque un año después me casé con Lulú, tuvimos dos hijos y algunas otras cosas buenas antes de fumar un acta 10 años después de aquel agosto lejano.
¿Cómo llegué a ir a aquel homenaje? ¿Cómo conocí a Lulú? ¿cómo fue que me casé así nomás? No lo sé. Azares del destino quizá, con el tiempo me gusta pensar que la culpa fue de José Agustín.

(Como Lulú era amiga de uno de los tres hijos del acapulqueño, llegué a su casa un día, pero esa es otra historia)

sábado, 1 de octubre de 2011

El iphone


Mi primer hijo lo perdí a los 18 años, mi mamá me acompañó en el hospital, aquí en la casa, estuvo conmigo en todo. En verdad le agradezco que no me hubiera reprochado nada, ni antes ni después, antes al contrario. Soy yo la que no se ha podido reponer. Lucía, una amiga de mamá quien también perdió un bebé, dice que nunca se repone una, que nomás le queda sobrellevarlo, y que Dios quita, pero que también Dios enseña. “Todavía lloro, y no me gusta, pero a veces siento que no puedo”, le digo. Sé que me entiende, me gusta cómo me mira, cómo me abraza. Me gusta cuando Lucía y yo nos abrazamos.
***
Conocí a Roberto hace unos cinco meses al salir del trabajo. Me lo presentó Marta en el café. Marta es una amiga que conocí en donde trabajaba antes. Ahí todos eran muy serios, entraban a las 9 y se iban a las 6. Una vez nos quedamos más tarde y al final me dio aventón a la casa porque ese día tenía el coche en el taller.
Pues Marta y yo nos vemos al menos cada 15 días. Nos ponemos al corriente de nosotras mientras comemos un pastelito. Ese día llegó Roberto. Yo no lo había visto cuando se acercó con ella. Hablaron unos minutos y se despidió de mí con un “mucho gusto”.
A las tres semanas me invitó a tomar un café y desde ahí empezamos a salir. A conocernos, pues. Me contó que había enviudado a los tres años de casado y que desde entonces su vida era puro trabajo. Yo le conté lo de mi bebé y de estos seis años que he sobrevivido sin él.
En agosto en mi cumpleaños me regaló un IPhone. Él pasaba varios días en Mexicali y en ese tiempo yo me movía mucho entre Tijuana y Ensenada. Por las noches me mandaba un mensajito antes de dormir, luego fueron dos… la verdad es que yo también le contestaba.
Nos veíamos poco. Cada 15 días. No sabía si buscaba algo serio o si tenía miedo, o si nomás buscaba tener compañía. Para los hombres eso se les hace fácil, pero yo no quería pasármela probando.
Confieso que cuando no tenía noticias de él me sentía algo incómoda. El Iphone era como una extensión de su mano o de su brazo. Me sentía segura aunque nunca le llamara. `
***

Era la primera vez que tenía un teléfono tan motherno. Es un G3 seminuevo que era de Roberto. Él se compró un G4. Veo que tiene muchas funciones. “No son funciones, se llaman aplicaciones, y le puedes poner más”, me explica Marta. “Ash, mientras me sirva para hablar con eso me conformo”.

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Es muy raro, pero ya van tres veces que llaman y preguntan por una tal Michelle, muy raro porque este teléfono hasta donde sé Roberto lo compró nuevo. En una de esas llamadas vi en la pantalla la foto de una tal Denise. Era una foto extraña, tal vez de una fiesta de disfraces o de un carnaval porque era de un hombre vestido de mujer.

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Hace poco descubrí que se podían tomar fotografías y después ponerlas en la computadora. Por varios días estuve tomando fotos: en la playa, en la calle, frente al espejo, con ropa de calle, con un vestido muy bonito que hacía mucho no me ponía, con Marta en el café… El sábado me senté a verlas. Junto a mis fotos aparecían las del hombre del carnaval, la Denise esa, al parecer es un amigo de Roberto, pues sí, salen los dos. No sabía que fueran actores.
Después de que Marta me explicó algunas cosas, apagué el iphone y no he querido saber nada de Roberto. Tal vez lo venda o lo dé por perdido, total, he tenido pérdidas más importantes.


lunes, 26 de septiembre de 2011

Toros

Mi infancia se desenvolvió ajena a los espectáculos masivos. No me atrapó un partido futbol por televisión los domingos, mucho menos fui a un estadio. Nunca pisé una función de box ni de lucha libre. Los únicos dos espectáculos masivos que seguí con atención, a través de la pequeña televisión en blanco y negro que tuvimos hasta mis 15 ó 16 años, fueron la visita del papa Juan Pablo II el 31 de enero de 1979 y el campeonato de futbol que Tigres ganó en el año 82.
Los setenta y por poco los ochenta fueron décadas perdidas para mí. Llegué a los artistas masivos hasta el 86 con los Hombres G. Enseguida algo de Bosé de principios de los noventa y se acabó. Un par de veces fui a una discoteca en aquellos años, la primera fue una tardeada el domingo 3 de diciembre de 1989 en el bar Uno, que también se llamó SS Club, en el Centrito del Valle en San Pedro.
Un único espectáculo masivo presencié desde mis cinco o seis años hasta los 12 o 13: La fiesta brava, las corridas de toros. Mi papá me llevaba a la Monumental Monterrey, no muy seguido, pero sí con alguna frecuencia. Al principio, pues no entendía nada, comía mocos.
Es una tradición algo dogmática, como a los pequeños que se les lleva a misa los domingos y de grandes a su vez llevan a sus hijos a misa. Son ese tipo de verdades que no se cuestionan, si te gustan, vas, si no, pues no vas.
Así yo, llevé a mis hijos años más tarde. Algunas corridas recuerdo, como la del sábado 18 de noviembre del 2006 en que se fue la luz al momento en que el matador estaba a punto de matar. Toda la plaza quedó a oscuras. Una luz pequeña pero potente hizo un cono. Era una cámara al parecer de televisión. En ese momento Eloy Cavazos, el maestro, el anfitrión, el papá de los pollitos, el que no iba dejar que nada malo pasara, brinco al ruedo y mató al toro ante la ovación de todos los asistentes.
Eloy mismo, ahora ya retirado, se caracterizaba por algunos hábitos en la plaza. Una de ellas era que cuando la banda de música andaba pescando moscas, tocando otra rola de relleno, él los llamaba desde la arena, muleta en mano, ey, sí, ustedes, y con el índice apuntaba el piso, aquí, el de aquí. Tronaban los primeros acordes del Corrido de Monterrey. Los asistentes decían, ándale, ahora sí, pues que no aprenden (refiriéndose a los músicos).
Los toros son el único espectáculo masivo que adopté. Hoy está muy de moda esto de la protección a los animales. Entiendo que son gente cuyo padre nunca se quiso comunicar con su hijo llevándolo a los toros. Quizá a esas personas que se oponen a las corridas les parezca algo atroz. Seguramente tienen razón. Los toros, como la lucha libre, incluso creo que el futbol, son aficiones que uno más bien las pesca de pequeño o no las pesca nunca.
Dice el periódico que ayer se llevó a cabo la última corrida en la región autónoma de Cataluña antes de que entre en vigor, el 1º de enero del 2012, la prohibición para la fiesta brava en aquella zona de España.
Es probable que en México terminan por prohibirse en los próximos años. Ni pedo. No voy a salir con mis mantas a defender el derecho de los toros, ni tampoco el de los toreros a matar toros. Una le leí o le escuché Fernando Savater decir que los animales no tienen derechos porque no tienen obligaciones. Sí, entiendo el tema de la crueldad, hay países que lo tienen más clarito que otros. Sin embargo creo que hay una relación más estrecha y más compleja que se da entre el toro y el matador y entre éstos y el público.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Primerear y segundear

Son dos actividades comunes en el puerto. La primera se refiere a recorrer, a pie o en coche, la calle Primera.
Ensenada se caracteriza por que las calles de su primer cuadro y paralelas a la playa están numeradas. De la Primera a la número 18. La que bordea la costa se llama Bulevard Costero, la que sigue ya es la Primera. Es la mejor cara para que paseen los gringos que bajan del crucero dos o tres veces por semana. Hay cafés, restaurantes, salas de masajes (la mayoría de los gringos son adultos mayores), farmacias (ídem), hoteles.
La calle Primera, en esta cara bonita, tiene nueve cuadras de largo. La calle quiebra un poco, no mucho, dos veces y hace forma de serpiente. Las banquetas a ambos lados son relativamente anchas, unos cuatro metros en promedio, y la calle es de dos carriles, uno en cada sentido. En algunas partes la calle le come unos tramos a la banqueta para que se estacionen lo coches y los dos carriles queden igual de libres. Los fines de semana parece desfile de camionetas y muchachas y jóvenes que salen a primerear.
En otras partes, sobre la banqueta, hay unos recintos de madera con mesas adentro. La mitad de arriba es de vidrio y son como una extensión del restaurante o café que tienen a un lado. En el interior se puede ver familias, amigos, turistas, gringos, tomando cerveza o fumando o comiendo una ensalada. La calle Primera está diseñada para caminarse sin sentir la distancia que ya recorriste. Siempre hay algo que ver y no cansa.
De la calle Primera a la frontera con Estados Unidos hay una distancia no mayor a 115 kilómetros. Esta condición fronteriza hace no sólo que sea común ir de compras o de paseo a San Diego, sino que un volumen de los productos que se consumen en la ciudad provenga de aquel lado de la frontera.
Un automóvil mediano, por ejemlo, modelo 96 puede adquirirse en mil dólares. Son comunes los locales, establecimientos semiinformales, en donde se venden artículos usados en buen estado: lavadoras, ropa, mesas, juguetes, zapatos. Da la impresión de que los armarios gringos terminan aquí.
Segundear se refiere a recorrer y comprar artículos en las “segundas”, que es como llaman aquí a las tiendas de objetos usados.

jueves, 22 de septiembre de 2011

"Enteipar"

Los romanos llevaron el latín, el latín de la banda, se entiende, no el de los “léidos”, a la Hipania, es decir, a lo que conocemos hoy como España. Don Antonio Alatorre, que es, o más bien era un erudito filólogo porque se nos fue hace menos de un año, ubica el nacimiento del español entre el año 950 y mil de nuestra era, o sea hace unos diez siglos. Mil años, pues, pa’ redondear.
Decía que estos romanos, muchos de ellos con más masa muscular para conquistar territorios que interés en crear escuelas de idiomas, entraron a la Península Ibérica en oleadas y por zonas. A donde fueron, latinizaron los pueblos. Se pelearon con muchas tribus que se oponían a esta colonización, pero al final de cuentas se impusieron.
La ciudad de León, por ejemplo, guarda bajo sus sábanas el nombre de aquella legionem romana. La ciudad de César Augusta derivó en Zaragoza. El Montjuic ibérico pasó a llamarse Favia Paterna Barcino y luego, siglos más tarde, ya se llamó Barcelona.
Una promiscuidad de lenguas debió ser aquello: Ibéricos, celtas, carpetovetónicos, mezclándose con el latín de los gandallas romanos.
¿Quién se impuso? El latín, por su puesto. O mejor dicho, el amasiato que tuvo el viril latinazo con las sometidas lenguas, y también la encerrona que se tuvo con el árabe sin límite de tiempo. O por unos cinco siglos que es casi lo mismo. Alabado sea el Señor y los cristianos dándole.
El latín cohabitó con varias parejas, unas aquí y otras allá al mismo tiempo, y también tuvo serios romances. Romance, ahora en el sentido original, significaba “al estilo de Roma”. Los maestros, entre ellos nuestro admirado Antonio Alatorre en sus Los 1,001 y un años de la lengua española, explica cómo el latín se romanceó y se trocó castellano.
El español es el hijo natural de una poderosa lengua con muchas amantes. No podemos meter las manos al fuego para defender su “pureza lingüística”, al contrario, el flujo se enriqueció y alimentó nuestra forma de percibir el mundo pues, como dijo Wittgestein, “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”.
“Encuentran a hombre enteipado”, decía el titular del periódico local hace unas semanas. Me detuve y lo leí de nuevo. Leí bien: “Encuentran a enteipado”. No sabía qué era estar “enteipado”. Investigué, y resulta que el verbo significa amarrar con “teip”, que es como los naturales de este hermoso puerto llaman a la cinta adhesiva.
Escuchar el término “enteipar” a nadie sorprende aquí porque en los trabajos le llaman “teip” a las cintas. Y “teip”, como todo el mundo lo sabe o lo imaginaba menos yo, proviene de “tape”, que en el inglés más elemental significa cinta.
Esta historia se parece a la de los romanos que conquistaron ganaron tierras para el Imperio.
Hoy por hoy, el viril inglés, al mejor estilo de romance ibérico, nos está dando en cuatro patas y nosotros, ni hablar, mordemos la almohada porque de ahí comemos. Del desarrollo tecnológico cuyos manuales vienen en inglés.
Maestro Alatorre, volvamos a empezar.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Dedicar un libro

Cuando empezaba a estar joven publiqué un pequeño cuaderno, plaquette se les llama, de poemas. Esa primera publicación individual la dediqué a una chica que pretendía, a mi mejor amiga de ese entonces, "y a mis cuates del taller".
Algunas otras veces he dedicado poemas. Sobre este punto unos amigos y yo alguna vez discutimos que una vez dedicado el texto, es de mal gusto borrar o cambiar esa dedicatoria, aun y los ojos o corazones retroactivos. Sea como fuere, y más allá del debate minucioso de que si es exactamente lo mismo decir para que decir a, antes del nombre del dedicado, para alguien dedicado a las letras tiene un valor simbólico muy especial el dedicar un artículo, un poema y, especialmente, un libro.
Queda claro, al menos para mí, que el acto de dedicar un trabajo escrito es uno de los regalos más delicados, exquisitos y finos que puede haber entre la gente que se dedica a las letras.
Hace unas semanas recibí por mensajería proveniente de la ciudad de México un libro, Llamadas de silbato. La dedicatoria que me hace su autor, Arturo Reyes Fragoso, casi hace que me caiga de la silla. Ahí estaba, en la página cinco, una dedicatoria, no de puño y letra, sino con la garantía del offset, y con unas palabras dedicadas a mí que presuntamente me describen.
No dejen que me ponga sentimental y que suelte una lágrima de emoción, más bien diré que siempre recordaré este detalle de un periodista que admiro.

martes, 20 de septiembre de 2011

Federico Campbell



El texto de ayer pasó casi desapercibido para la persona que quería que lo leyera. En fin, así es esto, uno tira la botella al mar y quién sabe quién, cuándo ni cómo te van a leer. Se parece a la labor del periodista.

¿Los periodistas escribirán para alguien en especial? Supongo que en algunos casos sí, pero, según Federico Campbell, el periodista escribe para ser leído, y además para ser leído con claridad.

Les recomiendo para este tema el libro Periodismo escrito, del autor tijuanense que por cierto acaba de cumplir la tierna edad de 70 años, en donde de manera un tanto didáctica y amena, nos explica géneros literarios, en un paqueño apartado para cada uno, pero también menciona, como si estuviera platicando, casos de periodistas célebres.

Aquí me quedó más clara la diferencia entre columna y artículo de opinión por ejemplo, también da una aproximación al llamado "Nuevo periodismo", cuyos primeros indicios, menciona, se dieron en un temprano 1966.

Esta "nueva"corriente de hacer periodismo deja de lado los convencionalismos de objetividad, y hace uso de otros recursos estilísticos más relacionados con la literatura que con los meros datos que responden al qué, cuándo, cómo, quiénes, etc.

Yo, que no soy periodista pero que tengo mis debilidades, estoy disfrutando la lectura de este novelista y maestro del periodismo. Hay que escribir todos los días, dicen los que saben. Y aquí me tienen.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Ensenadeándose

Contrario a Monterrey, Ensenada es una ciudad bastante segura. Aquí los coches generalmente se detienen para que pase el peatón, y en los siete meses y ocho días que llevo durmiendo en este puerto, no he escuchado ni siquiera por equivocación de algún disparo mal intencionado. Aquí la gente se puede morir de aburrimiento, o ahogada en el mar, pero difícilmente de un bombazo, una ráfaga de cuerno de chivo, o colgada de un puente.

Todo esto viene a cuento porque llevo meses pensando en la diferencias entre las dos ciudades. Me llaman la atención especialmente las diferencias en el habla, pero también aquellos rasgos en el comportamiento de los habitantes.

Luego de algunas pláticas con personas, algunas de ellas avecindadas desde hace años en la ciudad, pero no nativas de aquí, me he formado la idea de que Ensenada es una ciudad relativamente abierta a recibir a nuevos pobladores; quizá esto no tiene tanto mérito si tomamos en cuenta que posiblemente más de la mitad de los casi 700 mil habitantes que hay no nació en la ciudad.

Pero por otra parte, frente a esa relativa apertura al fuereño, noto que los nacidos y que han vivido aquí toda su vida, tienden a ser un poco más cerrados, más reacios a confrontar, discutir o ya de plano conocer otros puntos de vista.

Sí, seguramente varios de ustedes me dirán que en cualquier lugar pequeño o grande, las personas que no salen, que no viajan, se quedan atrapadas en sus prejuicios, que a la larga es como no salir de tu casa. No voy a contradecir eso ahora, más bien al contrario, yo provengo de Monterrey, un enorme rancho con un dudoso orgullo de ser del norte, que más bien se acerca a un prejuicio enraizado en no conocer ni querer conocer más allá de los centros comerciales de Laredo y vacacionar en la Isla del Padre.

Leo en internet que Ensenada es considerada dentro de las ciudades mexicanas con un más alto nivel de vida. Y sí, lo creo. Aquí las preocupaciones son otras. Pero no son muchas. Hay buen vino, playa, todo está cerca, el clima es muy amable (cuando se sale de la franja de los 17 a 24 grados la gente detiene al que va pasando para contarle que hace mucho frío, o que está haciendo mucho calor). Aquí no llueve caóticamente, pero cuando cae una lluviecita mediana que dure más de media hora, todo mundo lo comenta y me ha tocado que lo publiquen en el periódico.

La ciudad es noble (entre el día en que me bajé del autobús y mi primer día de chamba, pasaron 28 días, cuatro viernes exactamente).

Veo las dos ciudades y definitivamente elijo Ensenada. No sólo por el clima. No sólo por la playa. No sólo por la chamba (que para mí es muy importante, pues soy editor de publicaciones y encima me pagan). No sólo por eso. Sino porque aquí viven mis hijos y porque está conmigo la mujer a la que amo.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Los niños

Al comienzo no lo pensé. Estábamos en una de las dos habitaciones del segundo piso, y bajo la cobija no se escuchaba nada excepto el sonido de los labios, el aliento entrecortado de alguno de los dos, y afuera, un coche ocasional que parecía lejano en la tranquilidad del barrio.
De pronto ella se quedó inmóvil, mirando a nada, girando los ojos en varias posiciones mientras aguzaba el oído. Yo me mantuve quieto a unos centímetros de su nariz, esperando alguna reacción adicional.

C. y yo nos conocimos desde hacía doce o trece años. Debo ser más exacto: yo la conocía a ella, pero ella no sabía de mi existencia. En ese entonces coincidimos en un diplomado de tres días, y C. no podía menos que llamar la atención, no sólo porque era la más hermosa de las asistentes, sino porque a pesar de su corta edad, era de las mejores diseñadoras del grupo de estudiantes.
Durante el receso del tercer día, ella se tuvo que ir y no la volví a ver. Tiempo después alguien dijo que se había casado o que se había ido a otra ciudad, o las dos cosas a la vez, pero no volví a saber de ella.

Se quedó inmóvil mientras aguzaba el oído. Había murmurado: “Los niños”, pero yo no sabía exactamente si se trataba de dos o de tres, que se supone estarían dormidos en el cuarto de junto Ninguno de los dos se movió. Luego fue cerrando los ojos, y entreabrió la boca en algo que se reanuda, en recibir mi beso que se había quedado inconcluso.
Al principio no lo pensé, o mejor dicho no recordé que tenía niños. Teníamos meses saliendo y no le quise decir que ya la conocía.

Había regresado a la ciudad un año atrás y puso un despacho de diseño junto a otra persona, pero no explicó más sobre la identidad de esa otra persona, sólo dijo que las cosas mejoraban mes con mes.

Mi empresa solicitó un trabajo urgente y alguien recomendó el despacho de C. Lo entregaron en dos días, pero nuestro pago por un descuido se retrasó siete. C. pidió hablar conmigo y a mí se me fue la sangre a los talones cuando la vi entrar. Diez minutos después el cheque estaba en mi escritorio y yo intentaba sacarle una cita. Me dijo que no podía por exceso de trabajo, pero a los dos se nos olvidó el mundo durante los 40 minutos que duramos platicando. Así fue mi reencuentro con C.

Era la primera vez que estábamos en su habitación. Esa noche me enamoré de ella. O no, quizá fue al despedirnos, cuando ella afirmó algo que empezaba con las palabras: “Si nos volvemos a ver…”, pero que en el fondo era una pregunta. O quizá fue cuando le llamé al día siguiente a las nueve de la mañana y ella, lo percibí por el teléfono, sonrió al saber que era yo.

lunes, 22 de agosto de 2011

La edad

Hace un par de años, cuando leí en el Café Nuevo Brasil mis textos, creí que me iban a tupir a preguntas. Leí varios poemas, unos de un legajo y otros del libro. Nadie preguntaba nada. Al terminar el cuentito de “Elizabeth”, ese que habla sobre una niña de "diez años casi doce", alguien, un tipo del fondo, hizo una pregunta rara, dijo, con una sonrisita entre curiosa y pícara, que qué había pasado luego con esa niña, que “desde cuándo no la veía”.

Obviamente él asumía que el protagonista de esa pequeña historia era yo mismo. No desmentí la acusación implícita, y contesté al vuelo que la última vez que la vi “fue en el año 83 y preferiría no encontrármela”. Dije algo así como que la gente cambia mucho y a veces es mejor quedarse con aquel hermoso recuerdo.

Lo que pasa es que he visto cosas terribles. He visto cómo los años hacen verdaderos seres irreconocibles de aquellas que en su momento nos hacían algo más que suspirar. Es triste ver cómo el tiempo deforma terriblemente el cuerpo y da más pena esa batalla que se va perdiendo, ojalá que con más dignidad.

Ya sé que en este punto algunas tendrán un lindo impulso reflejo de voltear las cosas hacía mí. Y tienen razón: Ahora tengo canas, tengo una panzota de 20 litros, unas arrugas me señalan el entrecejo y la frente y me falla un ojo; la diferencia es que a mí eso de la edad y la apariencia que le da al cuerpo coloquialmente me viene valiendo madre, y a la mayoría de las estimadas compañeras, desgraciadamente no. Lo siento. La belleza no es eterna.

Pero volviendo al tema, si no fuera por el cariño y porque uno en realidad estima, vería con mucha más pena cómo se va perdiendo esa guerra en contra de las supremas leyes del tiempo y la gravedad.

Rescato dos estilos. Aquel tipo de chava que parece no importarle demasiado la agonía estética de su anatomía y curiosamente sus intereses dan señales de vida del cuero cabelludo para dentro, y no para afuera, y aquel tipo de chava que, además de lúcida, es muy hermosa actualmente y que uno llegó a su vida no hace mucho, y por lo tanto no hay la secuencia de filminas en donde uno puede comparar nada. Todo es presente continuado y, con total seguridad, en una versión mejorada. Y yo tengo la fortuna.

A mis compañeros de mesa, los reto a que vuelvan a ver cómo es ahora a aquella chica que hace cinco o diez años pretendieron y luego me cuentan cómo les fue. Se vienen a llorar mientras les pido otra. No, si les digo que estamos pisteando muy a gusto.

martes, 2 de agosto de 2011

El Berlín II

Si me preguntaran cómo resumiría el espíritu de la ciudad, de esa llaga cubierta de nuevos edificios y viejas construcciones, mitad ingeniería artística, mitad arte funcional, me quedaría con el tema de la memoria:


Berlín es una ciudad que escoge su memoria. Como si hubiera algunas cosas que no se deben pasar por alto, por ejemplo el Holcausto y sus víctimas, que nos recuerda a todo el mundo las atrocidades de las que es capaz la mente humana.



Otras deben olvidarse definitivamente. Por ejemplo, en el lugar en donde estuvo el bunker de Hitler no queda nada, sólo un pequeño mapa informativo, turístico. Me dicen que es para evitar que nuevos brotes nazis tengan un lugar de reunión, de peregrinaje, pero de todas formas es algo que decide enterrarse para siempre. Y es que el sitio en donde se refugiaba el líder nacionalsocialista era un complejo subterráneo de salas, cámaras y estancias conectadas por puertas, como celdas cuadriculadas.



Me queda eso. La memoria es selectiva, sí, pero ¿qué cosas debemos enterrar para siempre?¿qué cosas no se nos deben olvidar nunca?¿y qué cosas son parte de nuestro paisaje vital, emocional, que simplemente quedaron ahí como cuerpo inerte luego de años vividos en nuestras páginas?



Elegir la memoria es uno de los trabajos más importantes de los seres humanos, en ello va parte de nuestra identidad y acaso de nuestra salud mental.



Los atroces fantasmas del pasado deben quedar enterrados como en un sótano que ya ni siquiera existe. Como dice el poema: "La palabra recuerdo tiene cuatro patas y un cuerpo espantoso. Por eso la aplasté con una chancla y apagué la luz". Para siempre.




martes, 19 de julio de 2011

Alextimia

Ese es el término técnico para definir la incapacidad de expresar los sentimientos y emociones, más exactamente es un desorden neurológico asociado con no poder identificar las propias emociones y la consecuente imposibilidad para darles una expresión verbal.

Y pienso que ese mal es más extendido de lo que parece.

Por fortuna, parece que no presento ese padecimiento, pues una parte de mi trabajo al escribir ha sido justamente lo contrario: nombrar emociones al punto de convertirme en un exhibicionista emocional o, como habría dicho mi abuelita, en un fantoche.

Ejemplos.

Hace unas semanas terminé de releer el Dietario voluble, un libro al mejor estilo blog del buen Enrique Vila-Matas, catalán de 62 años y que en pequeños fragmentos va desgranando sus observaciones, sus pasajes autobiográficos, sus aficiones.

En su libro narra pasajes de su niñez, de sus gustos cinematográficos, sus viajes, su ciudad, sus calles. No menciona a muchas personas, y por varias razones el lector piensa que el autor-protagonista vive solo, pues así se percibe en su departamento; sino voces. Hasta sus pisadas podemos imaginar.

Un sujeto bastante solitario, como suelen ser casi todos los cinéfilos que conozco. Pero mi sorpresa la dejé marcada en la página 119:


"Cuando, a la vuelta de Colombia, empecé a pasar el día entero en mi gabinete de estudio, no tenía previsto instalarme en él. Pero llevo días aquí haciendo vida de hikikomori, de parásito en útil contacto constante -hay que ir acostumbrándose- con la soledad extrema, en definitiva con la soledad infinita que nos espera a todos después de la muerte, es decir, después de que entremos en la eternidad. Aunque mañana romperé con el radical aislamiento. Voy al Registro Civil (expediente 4859/06) a firmar unos papeles. Sí, mañana, 10 de abril, me caso."

"Me caso", esas con las únicas dos palabras que dedica a su matrimonio en las 275 páginas del libro. No menciona el nombre de la cónyuge, ningún pormenor del acto, nada que exprese algún sentimiento o emoción en torno a su cambio de estado civil, nada que la describa a ella. Misterio total.

He leído entero dos veces ese libro, y ahora me doy cuenta que por su nombre, a la persona que más menciona es a un amigo, Claudio Magris (unas seis veces). De su esposa, ni siquiera la inicial.

¿Estará relegando deliberadamente la mención?¿cómo se explica esta omisión en un escritor tan observador, tan puntual, tan exquisito para describir otras emociones que lo llegan a atrapar?¿será todo mitad mentira, mitad verdad, para crearse un personaje de sí mismo?

Sea como sea, esa especie de autismo emocional es uno de los varios rasgos comunes que veo en nuestro ser masculino.

¿Me dejan hablar de otros?




















*Todas las negritas con mías








***








Por cierto, propongo este ejercicio. Se trata de mencionar una emoción o sentimiento que se haya tenido en algún momento del día. Empiezo yo. ¿Sale?




Hoy a mediodía estuve bailando. Música en vivo y todo. La última canción que tocaron fue esa que dice Carmen, se perdió la cadenita. Ahí sentí alegría. Más bien creo que fue euforia. Y bailé y bailé.

jueves, 16 de junio de 2011

Puedo probarlo

En octubre cumpliré 39 años; no estoy ya en mi primera juventud. Sin embargo mi espíritu es joven. Esta última afirmación puedo probarla: aún tengo ánimo para editar publicaciones literarias.

Si pueden y les interesa, visiten http://www.urbanario.com/. en donde hay partes de este proyecto. Si tienen mayor interés pueden bajar los números de www.issuu.com/urbanario. Y si de plano quieren apoyar materialmente a esta publicación porque les parece que vale mucho la pena difundir literatura hecha por autores regios y bajacalifornianos, entonces dejen un mensaje aquí para ponernos en contacto y enviarles ejemplares a domicilio.

Si se asoman verán la mano de una experta diseñadora (Carmen García Núñez, o de algún invitado), y el trabajo visual de diversos artistas, jóvenes en su mayoría pero con muy buena trayectoria.

Y ya que estamos en el Urbanario, les comento que quien desee publicar, puede enviar sus trabajos como propuesta. Poemas, relatos menores a tres cuartillas, fotos, grabados, ilustraciones, reseñas de libros y quizá algo más que propongan.

La edición de Ensenada cierra el 30 de junio y tendrá como tema "La enfermedad" (amores enfermos, alucinaciones de la enfermedad, la enfermedad como aliciente para escribir, etc.).

La edición de Monterrey cierra el 25 de junio y tendrá como tema "El acto de volar" (aquí van aviones, aeropuertos, pájaros, ganas de volar, gustos que hacen volar, todo lo que tenga que ver con volar, excepto comentarios a la canción "A volar", que el grupo Menudo grabó en el disco Una aventura llamada Menudo en 1982 porque me cae mal.

Urbanario tiene también una página en facebook, por si quieren estar al tanto de lo que sucede con esta publicación de la que se han impreso hasta el momento ocho ediciones.

viernes, 20 de mayo de 2011

A las patadas con el diseño

(Para mi mujer, quien es una experta diseñadora y que además hoy cumple años)

No conviene. Aprendamos de los principios de esa disciplina paracientífica, y para algunos práctica religiosa, que es el diseño. Aprendamos de los diseñadores y llevemos la fiesta en unidad, balance, ritmo y armonía, que son los principios que rigen esa labor.
Si tienes la fortuna de tener a una diseñadora en tu casa, a quien además amas, debes ser cuidadoso con su diseño. Si en tu chamba te toca convivir con un diseñador, atiende con igual cuidado el detalle y la comunicación que tengas con él o ella.
Sugerencia no. 1. UBRE, la palabra clave es UBRE, no la digas en voz alta, sólo tráela a tu mente cuando veas el trabajo de un diseñador: Unidad, balance, ritmo y énfasis.
Sugerencia no.2. Trata de ser considerado con tu diseñador, dale la información con la anticipación y las buenas maneras de tu educación, y si de antemano sabes que no se va a quedar a trabajar hasta las tres de la mañana, porque no se va a quedar a trabajar hasta las tres de la mañana, no esperes milagros. Hasta Jesús se tomó tres días para resucitar.
Sugerencia no. 3. Si el diseñador es tu empleado, dale todo lo necesario para que haga su labor, buena compu, el CS5 reglamentario, el espacio adecuado. Si es una diseñadora con hijos pregúntale con regularidad cómo están ellos y dale permiso de salir cuando tenga que ir a ver un asunto con su chamaco a la escuela. Si se trata de un vato soltero, exígele en la chamba las perlas de la virgen, pero apenas se salga ofrécele la virgen de las perlas; es decir, trátalo muy bien y ponte guapo con las chelas de vez en cuando. Si está recién casado hazle saber a la esposa que te importa el hecho de que su marido ya esté casado. Está de más decir que el señor diseñador estará teniendo muy pocas horas de sueño, y eso no nos conviene a nadie.
Sugerencia no. 4 Un buen diseñador editorial es tan valioso como un buen editor. Hagamos lo posible por capacitarnos constantemente en nuestra área tomando cursos e informándonos. El que pinte casas, que vea muchas casas; el que haga revistas, que vea muchas revistas.
Sugerencia no. 5. Diseñadores gráficos hay muchos, y muy buenos, de todos los precios y gustos. Diseñadores editoriales hay muy pocos, y por lo mismo a veces te querrán cobrar como un científico francés contratado por la NASA. Si quieres contratar a un diseñador para que te haga una revista o libro, págale lo que te pida porque su labor es dignísima, pero considera lo siguiente:
Sus estudios no lo son todo. No es lo mismo uno que estudió Diseño y que cursó con 100 una materia de un semestre, que el que empezó cuando el diseño se hacía a mano y ha tenido que actualizarse con su propio método y medios todos estos años. La experiencia no se estudia, pero se paga caro.
Si el diseñador en cuestión ha diseñado carteles, logos y anuncios por años, pero nunca una revista de más de ocho páginas, ojo. Pregúntale si maneja el CS6 (que aún no sale al mercado) y no me reclames por no haberte advertido.
Si en la primera entrevista te habla de Algarabía, efectivamente es un diseñador, pero además un diseñador con entusiasmo por el diseño... pero sólo por el diseño.
Si te habla de tendencias como Bauhaus, Art déco y Expresionismo, estás frente a un conocedor del arte, incluso un artista en pleno y con toda seguridad un amante del cine, pero ¿y el diseño editorial?
Si, en cambio, el interfecto te puede hablar sobre el trabajo de Vicente Rojo y lo que significa para él el diseño editorial, especialmente la tipografía; si te puede decir quién es Alberto Ruy Sánchez y qué pitos toca en el mundo de imprimir papel; si te puede mencionar uno que considere error de diseño editorial (uno solo) que encuentre en Letras libres; si le preguntas por qué se les llama bajas y altas a las mayúsculas y minúsculas, si sabe quién es el editor de Artes de México y si sabe en cuántos puntos se divide un cícero, entonces, entonces, ojo con el dato, seguramente estás frente a un maestro en el trabajo editorial. Si lo ves, dile que se comunique para que nos dé unos cursos por este lado. Porfas.

sábado, 14 de mayo de 2011

Descanso dominical

No piensa, no tiene ideología ni religión, no respeta horarios, tal vez por ello mi mujer me pidió el día.

viernes, 13 de mayo de 2011

jueves, 12 de mayo de 2011

Otredad

Hay que entender al otro desde su propia historia, no desde la propia. Pero hay que usar el criterio propio para no justificar con el exceso de simpatía propio de los afectos.

lunes, 9 de mayo de 2011

Análisis del discurso por género

Una de mis conclusiones sobre los rasgos distintivos de género en el habla cotidiana tiene que ver con una intención muy sutil a veces, muy tajante otras.
Mientras que las mujeres generalmente actúan y se expresan como si tuvieran algo que cuidar, los varones se desenvuelven como si tuvieran algo que demostrar.

Pongo esta idea a su consideración antes de seguir con la otra parte. Me interesa conocer otras opiniones.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tolerancia

Propongo ampliar el siguiente principio.

Todas las personas son respetables, pero no todas las ideas son respetables. Entonces, cómo decirle a Osama Bin Laden, por citar un ejemplo extremo, que sus opiniones no son en absoluto respetables, pero respetar sus derechos.

Creo que asumimos, confundimos, o fundimos a la persona con sus ideas. Incluso, la crítica que hacen a nuestras ideas está a un milímetro de parecernos una ofensa, cuando no lo es realmente.

Hasta dónde debo tolerar la música del vecino de enfrente cuando interfiere en mi trabajo o en mi sueño.

¿Debo ser tolerante cuando el otro tiene una carnaval cuando estoy trabajando? ¿me debo quedar callado en nombre del respeto y la tolerancia?
¿Si soy herrero, me debo quedar callado cuando el panadero me viene a señalar que mi yunque no es apto para mi trabajo? ¿la tolerancia es para todas las ideas o nada más para las personas? ¿expresar una opinión no implica el riesgo en automático que otro te la rebata?

El asunto es más complejo que esto, pero esto es lo escencial.

martes, 3 de mayo de 2011

Si pasan por Berlín

Vayan a escuchar a mi hermanota. Aquí dice que va a leer, el resto no le entiendo porque triunfó la tradición inglesa, pero sé que es algo relacionado con las matemáticas. Y cualquier duda, ella se las resuelve de volada. Explica las cosas con bolitas y palitos (dar clic en la imagen).


lunes, 2 de mayo de 2011

Urbanarios




Esta es la publicación en la que he estado metido en los últimos seis meses. Reúne textos de autores, la mayoría de Monterrey, pero también unos cuantos que viven en el DF, en Tijuana y Guadalajara, entre otras ciudades.


Cada mes esta hoja literaria tamaño cuatro cartas doblada, reúne bajo un mismo tema poemas y relatos breves.


Enero el desamor, febrero la ciudad, marzo las mujeres, abril los niños, mayo el futbol, junio de hombres.

¿Alguna sugerencia para el mes de julio?

Si desean anunciar su asociación, comercio, depósito, museo, hotel o agencia de viajes, pueden escribir a redaccion@urbanario.com

miércoles, 27 de abril de 2011

Poesía y poder

¿El presidente Calderón habrá leído la obra del más importante poeta mexicano en la actualidad? Viene a cuento porque el presidente de Chile asistió al funeral del poeta Gonzalo Rojas.

jueves, 21 de abril de 2011

Mi peor 69

No es tristeza, quizá melancolía, o extrañamiento. Hoy cumplo 69 días en Ensenada. Y 69 días en Monterrey no son nada, pero aquí, para mí, lo son todo.
No me puedo quejar, no vivo mal. Hay una casita aquí, que es donde yo vivo, que por fuera es toda blanca. Es de dos pisos y es pequeña increíble, pero quien la hizo y lo que calienta en ella, la hacen parecer mucho más grande.
Desde ese segundo piso queda igual de cerca ir a la playa que al cine, o a un café. Hay un barecito que es billar y que se llama Goyri y está a dos cuadras de la casa. Pues en general no pienso en cosas tristes, excepto cuando veo por El Norte.com la cantidad de muertos en el rancho que he dejado que aquello va a explotar en cualquier momento.
Bueno, ya son muchos noes y aún no he contado lo importante: que lo mismo que cuando me fui al DF la noche del 10 de octubre del 2001 hacia un destino incierto, exactamente nueve años y cuatro meses después estaba haciendo algo muy parecido, también sin la intención de volver, pero hoy, con muchas más cosas definidas. Al menos dos cosas muy definidas.
"Espérate a los seis meses", me dijo Daniel hace dos semanas que estuvo por aquí, "ahí sí te va a pegar". Se refería al golpe de distancia, supongo. O quizá a esto que siento ahora, pero que no es tristeza porque todo está bien.
Quizá es melancolía,
o extrañamiento.

miércoles, 20 de abril de 2011

El balón está en el fondo

No importa cómo esté la economía ni la seguridad, ir al estadio a ver el futbol en Monterrey, es una de las actividades más viscerales, emotivas y multitudinarias que hay.

Rindiendo un homenaje al deporte de las patadas, Urbanario de mayo estará dedicado al balompié.

Entre las plumas de este número encontraremos a Daniel Salinas Basave, aficionado Tigre hasta el tuétano, pero también periodista y a últimas fechas, un exitoso autor de ensayo histórico. Con su libro Réquiem por Gutenmberg obtuvo el Premio Estatal de Literatura en la categoría de Ensayo este 2011 en su adoptiva Baja California.

Otro periodista, pero éste con una crónica aficion por el equipo de las rayas es Ángel Zamora Gallegos, quien narra sus inicios en el estadio Universitario cuando el Monterrey jugaba ahí de local. Seguidor de su equipo desde 1973, es uno de los que puede hacer un buen recuento de los grandes momentos de su equipo que, asegura él, es uno de los mejores del país. Debemos creerle.

Entre los escritores más identificados con nuestra ciudad, dos destacan no sólo por su amplio y reconocido trabajo escritural, sino por haber dedicado tiempo a escribir acerca y en forma sobre futbol.

José Eugenio Sánchez y Gerson Gómez. No deja de sorprenderme la poesía del primero, algunos de sus textos se leen con el mismo placer con el que se goza el mejor futbol brasileño: lúdico, sorpresivo y de repente el remate.

Gerson asiste al futbol y nos invita. Pero a él no le importa sólo el que se juega en el estadio, sino también el de barrio. En su texto, el terreno de juego es de pavimento: "Sobre la calle Villagómez, a eso de las cuatro de la tarde, poníamos dos blocks a cada lado. Entonces aun no comenzaba la canícula. Nos bañábamos de sol y de triunfo. Hasta acá llegaban los de la Garza Nieto y los de la Bella Vista".

Contrario a mi costumbre de no publicar trabajos de creación propios en las revistas que edito, finalmente vencí ese prurito ideológico y saco del baúl un cuento quizá más relacionado con una imaginaria relación pasada, que con el tema que nos convoca en el círculo central.

El cuento lo narra un tipo que no es aficionado, pero disfruta ciertas jugadas a veces cuadro por cuadro:

"Aclaro que no me gusta especialmente el futbol . Lo rechazo excepto por aquellos poquísimos goles esplendorosos en que Dios en persona mezcla las leyes de la física con la belleza que florece en la mecánica del universo."

Éste y otros textos aparecerán en Urbanario de mayo. Ah, y como la convocatoria dice que se cierra el 25 de abril, aún se reciben crónicas, poemas, cuentos, ensayos, todo breve, todo relacionado con el futbol. GO

"Ay, Rosy, no sé cómo pude vivir así tanto año".

Apenas tengo dos meses en Ensenada y ya me sale con sinceridad la frase "Cuando vivía en Monterrey...". Si vivir aquí, así, ahora, fuera mi placer culpable, no me levantaría de la cama y habría vuelto, con el mismo cassette regio y salvo el honor a mi ciudad de origen. Pero a veces para ser feliz se requiere aventarse el clavado.

Me pasa como a aquellas mujeres que después de años de maltrato sicológico del marido, un maltrato que nunca se atrevieron a reconocer abiertamente ante nadie, al fin se separan. Luego, van con su mejor amiga, y le dicen asustadas: "Ay, Rosy, no sé cómo pude vivir así tanto año".

Pero yo no estoy asustado, sólo me da pena reconocer que creía que esa ciudad no le ejercía un maltrato a nadie, que sólo era una perecepción mía, una absurda percepción jodida mía, y que a las 407 personas a quienes les han cocido el cuerpo a plomazos desde enero hasta hoy a las 6:00 de la tarde son algo menor, una absurda percepción mía.

No sé cómo pude vivir así tanto año.

Aquí cargo sólo lo necesario. Y me digo a mi mismo que si puedo correr 300 metros por la playa sin preocuparme que se me caiga o se me moje nada de lo que llevo encima, entonces podré decir que ando ligero.

martes, 19 de abril de 2011

La maldita primavera

"Es ñoñísima, pero me gusta, no sé por qué", le decía a Carmen hoy en la mañana mientras nos almorzábamos unos tacos de huevo con tocino en el comedor. Me refería a La maldita primavera, la canción que cantaba Yuri hace décadas y que hoy interpreta otra tipa de nombre muy parecido.

"En un principio no sabía si la rola me caía bien o me caía mal, pero ahora sí me gusta". Le comentaba, mientras buscaba en el yo tuve la mentada canción. "Es una rola hecha especialmente para el grupo de amigas pedas en un karaoke a las tres de la mañana". Nos reímos. "Sí, pinches viejas". Me contesta.

Carmen es un poco misógina, es otra de las cosas que me encantan de ella. Pero el tema aquí es La maldita primavera, no la maldita misoginia.

El sábado en el taller hice una referencia a la rola. René mencionó Moby Dick y me acordé del comienzo: "Llámenme Ismael", un comienzo literariamente elegante, abierto y sencillo. Ahí me vino a la mente la canción de Yuri. Y comenté que esa entrada, la de la "Maldita primavera", tenía una apuesta digamos que literaria. La rola empieza: "Fue más o menos así". Luego del inicio de Las batallas en el desierto, esta es toda una promesa de un buen cuento. Pero no, al final no da para tanto.

Pero hablemos de lo fundamental, de la ñoñez, de lo cursi, de esa idea barata del amor.

"Muchas mujeres no saben separar", me dice Carmen. "A huevo que no", digo con la boca llena. Y claro, pienso, ven amor en donde hay una pasión muy larga, una pasión como de toda una noche. Dice Carmen que lamentablemente esa es la educación sentimental que reciben muchas, y con eso crecen. Un día voy a escribir sobre esa idea romántica del amor, una concepción construida y que ha ido modificándose. Conseguir el amor es un calvario que muchas padecen con estoicismo, con entereza.

Y se reía de mí, dulce embustera, la maldita primavera. Lo dice una dama. Y su canto no es queja, y si lo es es una queja dulzona, masoquista. ¿Por qué cantar que soy una víctima?

Qué queda de un sueño erótico si, de repente me despierto y te has ido. Siento el vacío de ti. me desespera, como si el amor doliera, y aunque no quiera sin quererlo pienso en ti. Entereza y estoicismo, chingao.

¿De qué está ilusionada esta mujer? Suponemos que del amor, un amor que no le ha sido correspondido, cual debe ser en estos casos, pues un amor feliz y correspondido no interesa a nadie en absoluto. Y además cantarlo sería ofensa.

La maldita primavera es la maldita ilusión, esa que se fabrica rápido, pasa rápido, e igual hace daño, y si no, al menos un gracioso escándalo. Qué importa si para enamorarme pasa una hora, pasa ligera la maldita primavera me hace daño sólo a mí.

Más adelante aparece algo más concreto, relata un pasado, pero sólo tangencialmente, por sus consecuencias: Lo que a su paso dejó, es un beso que no pasa de un beso, una caricia que no suena sincera, un te quiero y no te quiero, y aunque no quiera, sin quererlo pienso en mí.



Pues algo es cierto: esta mujer no piensa en sí misma, no se quiere y es una víctima más de la idealización romántica del amor.



De momento voy a escuchar lo que al parecer es la versión orginal, interpretada según dice el wikipedia, por la cantante italiana Loretta Goggi y que obtuvo, asienta la página, el segundo lugar en el Festival de San Remo en el año 82.



A mí se me hace que el tema amor en la balada ochentera da para mucho más. La herencia de Camilo Sesto (hijo de...), Bosé, Miguel Gallardo, Yuri, Daniela Romo... Todos unos maestros en la educación sentimental de una generación.

































lunes, 18 de abril de 2011

Las llevan al baile

¿Por qué se llevan al baile a ciertas mujeres? Después de reflexionar por varias semanas he llegado a la sencilla conclusión de que es por pendejas.


Sí, para ir al baile hay que saber bailar, punto. O no vas.



¿Por qué no se fijan bien antes a quién se las dan?



Como en muchos de los padecimientos sociales, creo que la clave está en la educación y en la prevención.




La letra escrita

Con cierta frecuencia, luego de escuchar a un buen orador, a un talentoso maestro o a un apasionado de una materia determinada, he oído comentarios sobre la presentación del expositor con el siguiente sentido: comenta aparte uno de los presentes: “A pesar de que de esa materia conocía muy poco y no me interesaba en lo absoluto, esta persona te lo explica todo de modo tan sencillo, que lo entiendes”. Evidentemente hay conocimientos, saberes, cuya comprensión implica antes la comprensión de otros un poco más sencillos, pero de todos modos complejos, y éstos de otros un poco más simples y así, hasta bajar veinte escalones de altura en la complejidad del conocimiento, pero, ¿para qué saberlo todo si se puede disfrutar lo mismo sabiendo lo esencial? ¿no es mejor ser especialista en un tema, en dos o tres ser un aficionado muy informado, y en el resto saber una o dos cosas esenciales? El tipo de comentarios que menciono me llaman mucho la atención porque para mí revelan dos puntos interesantes. Primero, que hay personas que tienen la exquisita y grandiosa habilidad de entender y explicar lo complejo a través de lo sencillo. Y segundo y más importante aún: paso por paso, el mundo es dos metros más comprensible de lo que creemos a primera vista. Y si comprender es más sencillo de lo que creemos, entonces ¿por qué no lo hacemos? Mi explicación creo que no requiere de muchas pruebas y de ninguna evidencia: Uno. No tenemos ningún interés en aprender o conocer algo que esté fuera de nuestro mundo de instrumentos para subsistir, económica, académica o socialmente. Dos. Leer nos enoja. “Pero es que tiene muchas letras”, fue el lamento que escuché no hace mucho de un pequeño de primaria. No toda la culpa es suya. La avalancha mediática exige una cultura visual, consumista y autista en donde no hay lugar para la palabra dialogada, mucho menos para la palabra escrita. Tres. Leer no está de moda. Y pensar, reflexionar en lo que nos interesa es visto con desdén, o al menos con una profunda desconfianza. Incluso por los padres, adultos, o cualquier figura de autoridad, lo cual es más grave. ¿Qué será bueno para tratar de pulir el gusto por saber y comprender? Sin duda alguna voltear a la cultura escrita, partiendo, si se quiere de nuestros intereses. Apuesto que sobre cualquier tema que sea de nuestro interés ya se ha escrito algo, quizá un buen libro, quizá un artículo en una revista, seguramente habrá algo que leer en internet. Pero por favor, leamos más y por gusto, que nuestros hijos nos vean que el mantel en donde pondremos nuestras diversiones, disfrutes, goces, es la letra. La letra escrita.

sábado, 9 de abril de 2011

El extranjero

Aquí, tengo que pensar en otra cosa. Olvidar el Café Rubio y cómo es cruzar Madero por los cuatro costados. Debo olvidar que el reloj antes era una bomba de tiempo y que para llegar a mi destino hacía falta un ritual de horas y resbalones.

Tengo que dejar de pensar en los azotes de la gente que antes veía, y que hacía con un vaso de agua todo menos beberlo. Ahora me importan mucho más, mucha menos gente, pero quienes me importan me duermo con ellos.

He salido de un campo de lujo, pero de un campo de concentración. Ese que tantos y tantos adoran, aún cuando pisen un charco de sangre. Y siguan sonriendo (eso no lo entiendo).

Aquí pienso en otras cosas. Como que anoche granizó y hoy el cielo está limpio. (Antes, la lluvia habría sido de metralleta y el charco mucho más doloroso).

Aquí pienso en mis hijos, que a veces se me atoran en la garganta -uno de cada lado- cuando trato de sonreír.

Aquí pienso en mis padres y hermanas, y en tres amigos que me hacen a veces falta para platicar de nada.

miércoles, 6 de abril de 2011

Material

"...ese material tan precioso que es la mirada..."

domingo, 3 de abril de 2011

Autoexilio

Olvidé mi celular en alguna parte, y no tengo pensado regresar a vivir a la ciudad que me vio crecer. Aquí no necesito un coche, ni mucho dinero, ni una bala estallará su terror en mi mañana.

Aquí soy feliz.

El amor y el trabajo me dan para sonreír, y si por algún motivo no me alcanza, el resto me lo dará la poesía y algunas plumas encontrando sabores.

No uso reloj ni corbata, lo que en mi tierra haría alzar las cejas del buen decir.

Como bien, duermo justo, la ventana me sonríe al despertar, y con la luz, la sonrisa de mi nube me da el desayuno de besos que necesito para meterme a bañar.

sábado, 26 de marzo de 2011

El poeta Margarito Cuéllar en Tijuana

Se cancela la visita del poeta por causas de fuerza mayor.

jueves, 3 de marzo de 2011

Convivir con artistas

"Los artistas son temperamentales, por eso a veces es complicado convivir con ellos", me decía antier un amigo. Hablaba específicamente de una relación de pareja.
Me quedé dándole vueltas al tema.
Más que temperamentales, pienso yo, hay personas mamonas y personas que están mal de la cabeza (algunas tienen la destreza de combinar ambas habilidades), y a esa gente hay que sacarle la vuelta, sean o no "artistas".
También hay quienes están convencidos que a estas personas, que en su trabajo artístico pueden llegar a ser extraordinarios, se les debe perdonar todo.
Cada quien.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Mujeres XVII

No importa cuántos prejuicios sociales acerca del sexo hayan franqueado, al final se siguen enfrentando a la dificultad de conseguir una relación estable de pareja, al modo aspiracional de tierra prometida.

**

Al perro amarrado es más sencillo mandarle besitos.

lunes, 28 de febrero de 2011

El club de la pelea

Tengo un amigo que se está enfrentando a la posibilidad de que la chava con la que salía esté embarazada. Lleva un divorcio en su currículo y un niño pequeño a quien le pasa pensión.

Conozco otro cuyo matrimonio está prácticamente destruido y espera un tercer bebé en un par de meses.

Sé de otro que lo han bateado en un par de ocasiones muy duro en el último año. Está deprimido y al parecer trata de refugiarse (como ya es habitual) en la chamba.

Conozco a otro cuate a quien aprecio que no puede ver a su niño porque tiene pleito legal con su ex. Tiene unos dos años sin ver a su chavo y la verdad no la pasa nada bien.

Sé de otro que está cansado de buscar a su media naranja, de amanecer solo, y con frecuencia se refugia (como ya es habitual) en el alcohol.

No estoy tratando de presentar un capítulo de "Hombres, casos de la vida real", sino que me parece muy curioso que viendo la tempestad, no nos atrevamos a abrirnos de "hombre a hombre", declarando que por ciertas etapas nos está cargando la chingada.

A menos que sea con una chava de confianza (como ya es habitual, la nalguita), generalmente no hacemos círculo, o al menos diálogo con otros hombres más que para resolver, resolver y resolver, pero no para sacar el mugrero que venimos cargando.

Las historias que cito al principio pocas veces las he sabido de manera textual y directa, sino a más bien de rebote, y a veces nomás por encimita. ¿Tendremos temor a ser juzgados ("no sea joto, cabrón, nomás no llore", decimos en broma).

Hace falta un club de hombres en donde saquemos nuestros trapitos, y no sólo eventualmente con nuestras parejas, o parejas ocasionales. Hace falta un club de la pelea, pero uno en donde la batalla sea contra nosotros mismos hasta que el corazón nos sangre. Algo muy cabrón.

miércoles, 23 de febrero de 2011

No amo a Monterrey

Deploro las expresiones serias, cursis y acríticas sobre los cambios de vida, entiéndase cambios de estado civil.
Veo a Monterrey con otros ojos ("Mis títulos no son de sabio, son de enamorado", escribió Pedro Salinas); lo veo con otros ojos, y no de amor.

De Monterrey me gusta su historia (¿alguien ha escuchado por aquí o por allá el apellido Ogazón, que era el segundo apellido del general Bernardo Reyes?¿alguien ha visto en vivo la placa en el cruce de Villagrán y Luis Quintanar, en el sitio exacto en donde murió asesinado Eugenio Garza Sada?¿alguien ha visto la placa en donde fue fusilado Isaac Garza, a un lado de la iglesia del Roble?¿alguien se ha imaginado a Servandito (ese dominico blasfemo que se los arremangó frente al virrey), de siete años, explorando el río Santa Catarina con algún amiguito indígena como Huacami?)

De Monterrey me gusta su crecimiento, ciertos aspectos de su antiguo modo de ver las cosas. Me encantan sus montañas, sus paisajes, su carne asada como no hay ninguna otra. Es mi tierra, mi música colombiana como no la veré en ninguna parte. Celso, el Piporro de mi infancia, Los Vips, La Alameda con su tobogán gigante, El parque España, mi primera novia, mi primaria con Elizabeth con sus diez años casi doce, Sofía de mi primera juventud, mis primeras letras...

Pero no amo a Monterrey. Esa gente arrogante y soberbia porque tiene lana pero que no falta a lo servicios religiosos. Gente de doble moral, hipócrita. Adoradores de la imagen. Monterrey es la ciudad más arrogante, hostil, violenta y superficial que he conocido. Lástima de esta tierra tan bonita.


Deploro las expresiones cursis y serias para definir un estado de ánimo. Hace poco decidí cambiar cosas en mi vida. Todo es más sencillo ahora. Disfruto mucho esto.

lunes, 21 de febrero de 2011

Sueño de la sombra, este domingo en Minería

Este domingo 27 de febrero se presentará el libro El sueño de la sombra & Spondylus, del poeta Margarito Cuéllar, en el marco de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, en la Ciudad de México.

La presentación correrá a cargo del crítico literario Evodio Escalante, el editor y escritor Carlos López, y el autor.

La cita es en el salón Manuel Tolsá a las 15:00 horas. La entrada es libre.

viernes, 18 de febrero de 2011

Cumple un siglo primer vuelo en Nuevo León

En un acto considerado por algunos como una verdadera locura, Madero se convirtió en el primer Jefe de Estado en el mundo en surcar los aires

Monterrey, México (18 febrero 2011).-
El auge por la industrialización en el Monterrey de los primeros años del siglo 20 dejó prácticamente empolvado por la historia uno de los acontecimientos más importantes que ocurrieron en la Ciudad.

Justamente hace un siglo, entre el 19 y el 21 de febrero de 1911, a unos meses de iniciarse la Revolución Mexicana, se realizó en la Ciudad el primer espectáculo aéreo del País que influyó en el desarrollo de la aviación mexicana.

"Está muy olvidado el tema. Sabemos que hubo por ahí algunos vuelos en 1911, pagados por empresarios, pero no tenemos mucha información al respecto, salvo algunas fotos donde aparecen los aviones y que dicen que fue en el parque de beisbol Cuauhtémoc", señala el historiador Carlos González.

Para los aficionados a la aviación, sin embargo, el capítulo no ha sido olvidado del todo, como lo señalan algunos documentos que consagran el desarrollo de este medio de transporte en México.

Pioneros del aire

De acuerdo con la Enciclopedia de la Aviación, de Robert Jackson, tras varios intentos por traer a México espectáculos aéreos, llegaron a Monterrey los pilotos de la Moisant International Aviators, procedentes de El Paso, Texas.

Monterrey fue la primera ciudad mexicana en la que se presentaron, señala el texto de Jackson, editado en el 2005 y que constituye una de las referencias más completas sobre aviación mundial.

Para su espectáculo se preparó un terreno aledaño al Parque Cuauhtémoc, en lo que hoy es la Colonia Sarabia.

Ahí se colocaron gradas y habilitaron pistas desde donde los legendarios pilotos René Simon, René Barrier, Edmond Audemars y el héroe francés de la Primera Guerra Mundial Roland Garros despegaron montados en monoplanos Blériot XI, modificados por los hermanos Moisant.

Los pilotos de la compañía formaban parte de una élite de pioneros del aire, y realizaban exhibiciones en Estados Unidos y, a partir de este momento, en México.

Su primer espectáculo consistió en dos vuelos sobre la Ciudad, a cargo de Simon y Garros, también recordado por el estadio parisino y el famoso torneo de tenis que llevan su nombre.

"Simón estuvo más de 30 minutos en el aire y llegó a sobrevolar la Ciudad; Garros recorrió más de 20 kilómetros, y ambos realizaron perfectos aterrizajes, recibiendo sendas ovaciones de un entusiasmado público que, por primera vez, presenciaba el vuelo de los aviones", señala la Enciclopedia.

"Durante ese vuelo, Roland Garros, además, llegó a ascender a 4 mil 820 pies de altura (unos mil 469 metros)".

Al día siguiente, los austeros monoplanos franceses, con fuselaje de madera parcialmente cubierto por tela y propulsados por un motor de apenas 50 caballos de fuerza, la mitad de la potencia de un auto compacto, volvieron a alzar el vuelo, con un programa más espectacular.

Los vuelos de Simon, Garros y Barrier "electrizaron al público", relata Jackson basado en las reseñas que hizo el cronista e historiador Carlos Pérez Maldonado, considerado uno de los pilares de la Academia Mexicana de Historia.

"Barrier trató de hacer un vuelo de altura, aunque tuvo que descender por una falla en el carburador a cerca de 4 mil pies; Simon llegó cerca del Cerro de la Silla, donde hizo varias evoluciones antes de regresar al campo", relata el texto.

"Mientras tanto, Roland Garros tuvo a su cargo un vuelo de más de 25 millas (40 kilómetros) a campo traviesa. Todos aterrizaron perfectamente y el numeroso público que, pese al intenso frío reinante presenció los vuelos, tributó estruendosas ovaciones a cada uno de los pilotos".

El tercer día, los ejercicios aéreos consistieron en vuelos alrededor del parque, en los que Simon realizó pronunciados descensos hacia el área de gradas, donde los atónitos espectadores sentían que el avión se estrellaría contra ellos.

Si bien las maniobras de los pilotos pudieran parecer sencillas hoy en día, basta recordar que el primer vuelo de un aparato autopropulsado en el mundo se había realizado sólo 8 años antes por los hermanos Orville y Wilbur Wright.

Ellos volaron su Flyer Wright I cuatro veces, con tiempos de entre 12 y 59 segundos y a no más de unos cuantos metros de altura.

Una vez terminada su temporada en Monterrey, la compañía de Moisant marchó al DF, donde se presentó en los campos de la Hacienda de Balbuena.

El año anterior a la llegada de la compañía de los Moisant, estos campos ya habían sido escenario de otro vuelo histórico: el primero en todo Latinoamérica.

El historiador Manuel Ruiz Romero, en su libro Aeropuertos. Historia de la construcción, operación y administración aeroportuaria en México, señala que el mexicano Alberto Braniff despegó desde Balbuena, el 8 de enero de 1910, a bordo de un biplano Voisin, de fabricación francesa.

Poco después del vuelo de Braniff, en mayo de 1910, el piloto de carreras Miguel Lebrija recibió un avión Blériot de la compañía cigarrera El Buen Tono, con el que sobrevoló la Capital para promocionar la marca tabacalera.

Pese a esos antecedentes, fue tanta la emoción que despertó en el público capitalino la presentación de los pilotos de Moisant, entre el 25 de febrero y el 7 de marzo de 1911, que el aún Presidente Porfirio Díaz felicitó a los pilotos por las maniobras.

Vientos de cambio

Las exhibiciones de la Moisant International Aviators se realizaron en un México afectado por la incipiente Revolución, que derivó en la salida de Díaz de la Presidencia.

Y, en cierto sentido, los pilotos de la compañía atestiguaron esta transición, pues luego de haber sido vitoreados por Díaz en su primera visita, en noviembre de 1911, fueron recibidos por un recién nombrado Presidente, Francisco I. Madero.

En esta segunda temporada en la Capital, México volvería a ser historia.

El 30 de noviembre de 1911, 24 días después de su toma de protesta, Madero subió al asiento trasero de un monoplano Deperdussin, también francés, para realizar un vuelo con el piloto Geo Dyott, de la compañía Moisant.

En un acto considerado por algunos como una verdadera locura, Madero se convirtió en el primer Jefe de Estado en el mundo en surcar los aires.

Posteriormente, la aviación se desarrolló de forma vertiginosa; para 1913, las fuerzas armadas mexicanas realizaban ejercicios aéreos y, para los años 20 y 30, en la época posrevolucionaria comenzaba a gestarse en el País la aviación comercial.

Sin embargo, pese al traicionero paso del tiempo, el año de 1911 y las imágenes de los monoplanos Blériot surcando el cielo regio ocuparán un lugar especial en la memoria de los amantes de la aviación experimental. Nota de Cristóbal Martínez para Reforma.

viernes, 11 de febrero de 2011

Contratarán a azafatas transexuales

Bangkok, Tailandia (11 febrero 2011).- Una aerolínea tailandesa ha realizado un particular casting para seleccionar a sus azafatas.

Luego de un largo proceso y de numerosas entrevistas a decenas de aspirantes, la nueva compañía PC Air contrató a cuatro transexuales como asistentes de vuelo.

Entre ellas se encuentra Thanyarat Jiraphatpakorn, quien en 2007 fue elegida "Miss Tiffany" en el concurso internacional de belleza para personas transgénero que cada año se celebra en la localidad costera de Pattaya, al sur de Bangkok.

Jiraphatpakorn ya había intentado trabajar como azafata en varias compañías aéreas, pero siempre había sido rechazada por ser transexual.

Las elegidas, clasificadas como "tercer sexo" ante las autoridades migratorias, recibieron cursos de maquillaje, informó el diario local The Nation.

Los transexuales tienen un enorme potencial como asistentes de vuelo, dijo el presidente de PC Air, Peter Shan.

La compañía, que empezará a operar en abril, es la primera de Tailandia en admitir personas transgénero como azafatas.

jueves, 10 de febrero de 2011

Aniversarios

Mi hijo mayor cumplió hoy 13 años. Mañana se cumple el mismo aniversario de mi primer viaje en avión. Por Aeroméxico.
De entonces a la fecha llevo 99 horas de vuelo, prácticamente todas solo; espero el momento de hacer mis primeras 100, pero ahora acompañado, especialmente por mis hijos.
Aunque en pareja tendría connotaciones muy sugestivas.

martes, 8 de febrero de 2011

Precios de la turbosina harán toser a aerolíneas

Cd. de México (8 febrero 2011).- Cuando el panorama parecía despejarse para las aerolíneas mexicanas, una nueva turbulencia amenaza con sacudir a la aviación nacional.

A raíz de la crisis política en Egipto, los precios del petróleo se dispararon hasta los 100 dólares por barril en los últimos días.

Históricamente, la turbosina se cotiza por arriba del crudo, por lo que la Asociación Internacional de Transporte Aéreo teme que el precio de su principal combustible llegue a los 110.5 dólares.

En contraste, el mismo organismo calculaba a finales del año pasado que la cotización del barril se ubicaría en 79 dólares en el 2011.

Para este año, el Congreso federal proyectó un precio promedio de 65.40 dólares por barril para la mezcla mexicana de exportación, pero ahora los especialistas consideran que la media pudiera ser de 87 dólares.

Abraham Zamora, presidente de la Cámara Nacional de Aerotransportes, advirtió que, de persistir el alto precio de la turbosina, los boletos para los usuarios se encarecerán y las líneas aéreas tendrán que ajustar sus planes.

Tal es el caso de VivaAerobus, que ya reconsidera su meta de bajar 10 por ciento sus tarifas.

Las empresas que más sufrirían son Mexicana y Aviacsa, estimó Juan Antonio Pacheco, analista del sector, porque su pretendido regreso tropezaría con el hecho de que sus flotas no son recientes y el combustible absorbería mucha de su liquidez.

Ante esto, Mexicana precisó que ya asumió el entorno internacional en su nuevo modelo de negocios y que adquirió coberturas para estabilizar el precio del combustible.

También Interjet informó que recurrió a este tipo de contratos para protegerse, además de comenzar una campaña para recortar gastos.Reforma.

lunes, 7 de febrero de 2011

Destino

No quiero otro destino
que el tuyo.

domingo, 6 de febrero de 2011

Comprender

Comprender a alguien no es saber qué piensa y qué siente y determinar por qué razones no debería sentirse así o pensar eso, sino poder ver qué motivos tiene para sentirse así, no desde el propio punto de vista, sino de la visión del otro.
Comprender no admite estar o no de acuerdo, pues no se trata de que nos guste o no. Comprender es salir por completo de uno y ponerse en el lugar del otro, o de lo otro.
Por eso pienso que comprender sólo es posible partiendo del amor, de la curiosidad, o bien del interés científico, que es una extraña mezcla de ambas.
Escuchar es difícil, saber algo a fondo es más difícil, pero comprender a alguien a veces requiere de una agudeza y una inmovilidad que pocos tienen.

sábado, 5 de febrero de 2011

Queta y yo

Nos conocimos hará unos dos años, en donde se conocen quienes andan en esto de las letras: en una presentación de libro. Si ahora la recuerdo es porque nuestra relación nunca ha sido tal y quizá también porque hace un rato volvimos a tener otro encuentro.

Queta viene seguido aquí a la Gandhi. No. Eso no es exacto: Queta viene todos los días a la Gandhi. Hoy, en la planta baja, nos encontramos de frente. Le sonreí. Me sonrió. Luego le recordé que ya nos habíamos conocido. Dos años atrás. En una presentación del libro. El mío.

"Claro que me acuerdo", me contesta. Los ojos verdes se le iluminaron. "Precisamente ayer te estaba leyendo de nuevo; tienes un cuento que me gustó mucho, uno que dice 'es que Juan es mi novio, y luego dice que Juan es muy obvio'", se sonríe, yo no puedo creer esa memoria. "Escribes bien", me dijo, como concluyendo. Estuve a punto de besarla.

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Queta tiene por costumbre pasar la mayor parte del día en la cafetería, leyendo, y como vive enseguida pues no le cuesta mucho, ah, excepto porque a sus 84 años debe usar el elevador. Según entiendo lo suyo es la filosofía. Toma un libro, lo lee con un cafecito y así se la pasa. Seguido compra bolsas de libros, y los devora como si fueran pasteles.

Dicen que las cosas se toman de quien vienen, y hoy me agradó, me hizo el día el comentario de Queta, una señora que seguramente ha tenido un serio amor por la lectura durante al menos los últimos 65 años de su vida. Le regalé el Urbanario de febrero, junto al de enero y el de diciembre con la seguridad de que lo leerá de cabo a rabo. "Hasta luego, Gerardo", se despidió con su paso cansino.
Estuve a punto de besarla.