martes, 25 de octubre de 2016

En dónde ponemos las cenizas



La directriz que marca la Congregación para la Doctrina de la Fe, de no cremar y esparcir las cenizas de un difunto, sino de depositarlas en un lugar consagrado para ello es acorde con su idea doctrinal de la resurección, tal como lo dice la parte final del Credo ("Creo... en la resurección de la carne y la vida eterna, Amén").
Sin embargo, no me parece una disposición que haga sentido a las nuevas generaciones de católicos, pues dado los costos de los terrenos funeriarios frente a la cremación, y la disminución de una mística religiosa ante la muerte del ser querido, la cremación es más bien una medida práctica y cada vez más "normal".
Los milénicos no quieren más "leyes", sino quieren respuestas a problemas actuales. Olvidaba que la Iglesia católica ha perdido ya a los jóvenes. Los mismos que ignoran —como hacen con las marcas— a las instituciones religiosas que no tienen algo que realmente los llame, algo dirigido a ellos. Los jóvenes no se ven en un cementerio, sino se preguntan y se responden qué quieren que se haga con sus cenizas. ¿En dónde las ponemos?

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