Esta semana que pasó tres escritores fuimos a unos recorridos de promoción de lectura y de nuestra propia obra a varios municipios. Diez poblados en cinco días; dos diarios. Nueve de las diez presentaciones fueron ante chavos de secundaria o de preparatoria.
¿Qué vi ahí? Vi muchas caras, algunas curiosas, otras sonrientes, alguno se mostró aburrido, muchos rieron. Nosotros leíamos algo de nuestra obra o platicábamos cómo "nos habíamos hecho escritores", ja.
Conviví con con mis otros dos compañeros, con uno de ellos, aunque hemos platicado un poco cada vez que nos vemos, ahora nos conocimos un poco mejor y planeamos un proyecto juntos. Al otro ya lo conocía y en algún momento del recorrido me pelee con él por pasarse de lanza. Le reclamé y tiré toda mis bronca, y una hora después reíamos en el restaurante almorzando bien sabroso(casi siempre fuimos cinco a la mesa).
El viaje fue un cambio de rutina, pero también un poco como salirse y pensar las cosas de otro modo, o al menos simplemente pensar.
Además de lo relacionado con la literatura, me asomé a las vidas de otros, las de mis compañeros que me mostraron un poco más de sí, y la de otros conocidos comúnes que ahí comentamos. Vi cosas tristes. Algunas provocadas por ellos mismos, así, gacho, y otras que les pasaron, como asuntos con la inseguridad.
Me quedé pensando lo mucho que nos cuesta decir "tengo miedo", también me da la impresión, sólo es la impresión, de que a muchos les cuesta decir "te amo" (cuando aman, claro, porque decir "te amo" cuando no se ama es toda la actitud de pasar a chingar).
Tengo que estar atento para que en mi vida predomine el amor, respeto, y seguir teniendo los huevos para sacar a alguien de mi vida cuando es prejudicial y biodesagradable.
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