lunes, 19 de enero de 2015

Altos estudios


Tengo una amiga a quien llamaré Julia que nació con una malformación en la quijada y en el paladar. Cuando yo la conocí el rastro era poco notorio porque había pasado por muchos quirófanos. Las intervenciones la habían obligado a estar, en suma, sus años de adolescencia en cama, la suya o la del hospital, daba lo mismo.
En esos años se aficionó a la lectura; estoy seguro que muchas horas en soledad y su propios dolores le acomodaron el espíritu para oler de lejos el sufrimiento ajeno.
Algunos pocos años hace que no la veo ni sé de ella, pero en los tiempos más recientes de nuestra amistad supe que estudiaba Gerontología, que es la disciplina que atiende a los ancianos, sus necesidades y cuidados.
Esta parte de la vida de Julia me hace pensar que hay numerosas biografías que la vida dinamitó, mutiló y también les cicatrizó al final su trayecto para luego dejarles la proa apuntando hacia una visión, una profesión, un camino. Un destino involuntario, pero al fin un norte.

A Miguel le pasó lo mismo que a Julia, sólo que a él con el deseo.
Ahora él se dedica a la absurda idea de estudiar el deseo.

A diferencia de Julia, él sin escuela;
pero al igual que ella

sin futuro
y sin esperanza



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