sábado, 14 de agosto de 2021

El arte de conversar

 



He tenido pláticas con mucha gente, es algo que disfruto mucho. Me refiero al intercambio de ideas, experiencias, anécdotas llenas de humor de todos los colores, exposición de temas variados. 

Obviamente no siempre hay química y cada persona tenemos un ritmo y un criterio distinto para establecer a qué velocidad y hasta dónde y qué confiar a otro, dependiendo de muchos factores que ahora no vienen al caso.

Hay pláticas muy estimulantes y escasas, otras agradables, que son operativas y cotidianas, otras meramente sociales. Las que más me gustan a mí son aquellas en donde se intercambian ideas y opiniones que requieren de un poquito más de razonamiento, de poquita más de reflexión, de esa dosis del sello individual de cada uno, aquellas que se alejan de las fórmulas, los clichés (aborrezco los clichés sociales y me encantan los clichés individuales).

Tener una plática con otra persona, que mayormente es con alguien con quien se tiene al menos algo de confianza cuando no una amistad ya en forma, suele tener un patrón descendente. Es decir, se comienza con las convenciones de rigor (aunque hay vínculos muy chidos que usan sus propios códigos) y poco a poco se desciende, como si las dos personas bajaran lentamente hacia un sótano

Me gusta imaginar la escena al estilo de una biblioteca medieval como la de El nombre de la rosa y, que a la luz de las velas (la vaga luz del entendimiento) se pase de un nivel a otro de mayor profundidad (intimidad). En esa burbuja dos personas piensan hablando y construyen una conversación, pero también al menos uno, le entrega algo al otro. 

Hay un momento en el que se comunica, se menciona, un punto crucial, un sitio que yo llamo núcleo que no necesariamente es una declaración trascendental: puede ser un chisme, una preocupación, una decisión, pueden ser varias cosas; el punto es que para llegar a ese sitio, ese descenso no debe ser interrumpido, el acompañamiento debe ser más o menos sintonizado entre ambas partes y debe haber disposición a escuchar.  

Muchos tenemos algo disponible para comunicar, seguramente con la persona o las personas indicadas exclusivamente. No estoy pensando en qué tipo de vínculo hay para que esa plática se dé, estoy pensando en que la plática puede ser un arte en donde dos mentes que se respetan mutuamente, se saludan intercambiándose sus impresiones sobre el mundo.



2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias por tu tiempo de lectura, Alexander. Aprecio también que dejes un comentario. Saludos con agradecimiento.

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