domingo, 4 de mayo de 2014

Búsquedas y encuentros

Al leer los 13 cuentos que componen el libro Búsquedas y encuentros, de Roselia Bonifaz Montes, uno puede adentrarse en distintas atmósferas. Desde la de angustia hasta la compasión, pasando por el amor y la ternura.
En algunos de los cuentos la fatalidad está presente, no como algo tangible, inmediato, sino como una posibilidad que amenaza. Es el caso de la primera de las historias, en donde el diputado pasa por un duro trance nunca especificado, mas preso de la angustia toma una decisión definitiva.
En la primera mitad del libro, es decir, en los primeros siete textos, se respiran situaciones ligadas al misterio, a una incógnita, como la angustia en el inicial, “La Burla”, pasando por el logrado suspense del segundo, “Condenado”, hasta llegar a una anécdota, a la vez “real” y asociada a lo fantasioso.
A partir del octavo cuento, “Encuentro”, se diluye esa angustiosa nube onírica de las historias y predomina más el tono realista, incluso dentro de un entorno urbano, pero en donde suele aparecer algún rasgo de misterio, como el caso de la misma historia “Encuentro”, donde la protagonista se encuentra casualmente con un hombre, que trabaja como agente de tránsito, que había sido sirviente en su casa de infancia.
En “Los tiempos de Dios”, el sacerdote jesuita Salvador Petri narra a la concurrencia asombrosos hechos vividos en su juventud y que definieron en buena medida su futuro. En esta historia aparece un poco más evidente ese ingrediente de reflexiones sencillas y profundas, dichas como al descuido, entreveradas con el hilo de la trama, como cuando el padre Petri dice en algún momento: “Las palabras tienen uso sólo para lo concebible”.
Ya en el cuento “Mariquita” asistimos a la crónica de un amor no consumado, al parecer parte de la historia de Ensenada, pero trabajada desde la literatura. Al igual que la historia de La Bikina, Mariquita se vuelve emblemática, punto de referencia de la belleza de su época con una historia que al parecer pocos conocen.
El cuento “No quieras con desgana”, en un homenaje a Mario Benedetti, muestra un retrato sucinto y emotivo de la invasión nazi a Checoslovaquia, en voz de una anciana Edith, que vivió en familia parte del trágico fin de muchos judíos. Pero la historia tiene otro argumento. La protagonista y su amiga Laura están de viaje por Europa, cuando esta última decide quedarse, abandonar esposo e hijo y no regresar a México sin mayores explicaciones que un par de cartas.
La narradora se niega, pero en el camino a bordo de un tren conocen a Edith, con quien Laura siente una profunda afinidad: “Ella y Edith se completaban las frases y entendían el sentido mudo de una mirada o un ademán”.
La historia Edith ocupa un lugar aparte no sólo en este cuento, sino en todo el libro

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Este libro de cuentos vale la pena, entre varias cosas, por el manejo de distintos tonos que guardan unidad, por el manejo de las atmósferas, desde fantásticas hasta policiacas, en donde el misterio se va desentrañando, entretejidas en ocasiones con un monólogo interno del protagonista.
También, en ocasiones, la historia se acerca a lo fantástico, pero no con un sentido ornamental, sino para poner en evidencia que tantito más allá del mundo hay otra realidad, que nos observa y a veces nos sonríe.
La combinación de agilidad y profundidad en cuentos de pocas páginas denotan un trabajo depurado y pulido para contar solamente lo esencial, pero sin dejar fuera los rasgos más distintivos de cada personaje.
La autora sabe que el arranque de cada historia es vital para atrapar al lector. Con cada inicio plantea no sólo las incógnitas, sino también el tono de todo el relato:
 “El diputado sabe lo que debe hacer. Lo sabe con certidumbre, hace apenas algunas horas pero lo intuye desde hace mucho tiempo atrás”. (La Burla)
O también:
«Todo ha salido bien, no podía ser de otra manera. El hombre de cabello gris y piel color ceniza cierra los ojos, recuesta la cabeza sobre la almohada y abraza el periódico. Después lo extiende y despacio, letra por letra, vuelve a leer el encabezado: “Dos mujeres se matan por un hombre”». (El Castigo)
Mario Vargas Llosa afirma que dos elementos son fundamentales en toda narración, el tiempo y el punto de vista.
En cuanto el tiempo, Bonifaz lo maneja de una manera eficaz, porque lo pone al servicio de la historia, como es el caso de en “El Castigo”. Y sobre el punto de vista, suena tan natural y con un lenguaje bien trabajado, que es notoria la buena elección.
Un libro para disfrutarse despacio, y reflexionar, sin proponérnoslo, sobre la relación que hemos tenido con nuestros semejantes a través del tiempo.
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Editorial: Acento Editores (Guadalajara, Jal.) www.acentoeditores.com
Foto de la autora: Vanessa Moreno Borrego.



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