sábado, 4 de agosto de 2018

La lengua de tu vecino





Compras un auto de los llamados de alta gama. Tu vecino tiene otro parecido, pero como tiene una empresa con dos plantas en otros estados, decides que su vehículo te debe gustar más que el tuyo, aunque él subestime a la bandita del barrio aledaño, desprecie a tus compas de la Consty y sienta que se le debe la vida porque su empresa le da de comer a 2,500 familias. En tu afán de asimilar su estilo de vida —al fin, si son vecinos, quizá los confundan— compras accesorios de su marca y se los colocas, discretamente, al tuyo. Tu carro se va convirtiendo en un tercer tipo de vehículo. Seguramente funciona bien. Te sientes orgulloso y lo luces por las principales avenidas.

Así es la anglolización del español.

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