martes, 21 de abril de 2015

Sin rastro del nosotros

Seguimos yendo al súper, pero siempre de malas. Sólo nos falta entrar con dos carritos. Nos pone de mal humor ir al súper juntos, pero de vez en cuando lo hacemos. En silencio; hablamos lo indispensable. Y lo poco que decimos provoca una discusión sorda, amarga, sin sentido, hasta que la boca sabe a bilis. Luego pasan 15 minutos en completo silencio y alguien, tú o yo, da lo mismo, hace un comentario del tipo


―Jorge e Imelda regresaron.
―No: siguen separados.
―Ah, yo creía que…
―…no, sólo van juntos a reuniones como esta de ayer. Los niños, tú sabes…
―Jajajaja.
―¿De qué te ríes?
―Deben pensar lo mismo de nosotros.
―Jajajaja.


En las reuniones –piñatas de los hijos de nuestros amigos, bodas de nuestros amigos– nuestros pequeños no se quieren ir. Tú y yo hablamos como dos viejos. Nos reímos, aprovechamos para contarnos los últimos chismes: de la política, de la cultura local, de mi tío que está enfermo, de las becas de los escritores, de las tranzas de algunos funcionarios, de quién está esperando bebé.
Nos reímos con sorna de los nuevos matrimonios, aunque en el fondo envidiamos la ilusión que hace mucho perdimos. “Tendríamos 15 años de casados”, te digo. “Después de todo eres buen tipo”, me contestas.
Nos sonreímos con tristeza. No sé cómo es eso, pero sonreímos con cierta tristeza en el fondo, no por que nos queramos, sino porque ya no nos queremos ni queremos estar juntos.


Nos decimos: “Cuando tengas tu pareja esto, cuando tengas tu mujer lo otro”. O: “¿No te ha llamado fulano de tal?, se me hace que anda tras de ti. Es un buen partido: hazle caso”. “¿No volviste a ver a fulana, era una buena mujer, creo que se hubiera llevado bien con los niños, en cambio tal otra…”.


Los que no vienen del matadero, apenas van llegando a él, pero no lo saben. Otros siguen en él, pero les gusta revolcarse en el lodo.


Estamos cada vez más viejos, o los hijos más grandes, como se quiera. Yo me quedo parado en el puente Zaragoza viendo pasar las aguas negras. Escupo al vacío. Y todo tarda tres segundos y medio en llegar.


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