sábado, 17 de octubre de 2009

La política

Estoy pensando en hablar de lo que me ha pasado en los últimos días, o mejor dicho, de la gente con la que he tratado últimamente. Hablar de ese aspecto humano de ciertas personas con las que he platicado sin introducir el papel de su trabajo, su puesto, su lugar social.
Creo que es difícil. Creo que tendría que decir que hago yo ahí en medio y qué es lo que pienso de ciertas cosas.
Participo en la organización y ejecución de una reunión de carácter político. Se llama Primera Conferencia Martí Juárez Lincoln, en el Alma de nuestra América. Quisiera obviar ciertas implicaciones, pero diré que se reúnen en Monterrey al menos 148 personas, entre participantes y ponentes, para hablar y escuchar acerca de la Alternativa Martiana para nuestra América, una suerte de congreso en donde se trata el tema de la intergración latinoamericana como un frente común, no sólo en contra del Acuerdo de Libre Comercio de América, sino con una serie de ideas que giran en torno al espíritu latinoamericano del bien común. Ya. Bueno. No quiero hablar de política de lo que entiendo más bien poco. Sino del contacto con esta gente, gente de Estados Unidos, Venezuela, Cuba, Nicaragua, varios países más. No quiero hablar de personalidades de las que sé muy poco, pero que son sumamente familiares a la Conferencia como Martí, Fidel, Hugo Chávez...
Platiqué con el padre Miguel D'Escoto Brockman, un hombre de 78 años de aspecto regordete y bondadoso. Lo entrevisté en la habitación de su hotel. Me habló de los momentos más relevantes que tuvo como presidente de la Asamblela General de la ONU, puesto que dejó ocupó durante un año y que entregó hace un mes. Contó que en el Consejo de Seguridad de la ONU, que se supone tiene el papel de desactivar conflictos, hay gente muy guerrerista. Me dijo que había ahí una mafia. Que ahí olía mal, que olía a formalina, esa sustanacia que le inyectan a los cadáveres para que se conserven. Cuando hablaba noté ternura en su mirada, en su trato, en toda su persona.
Hoy por la mañana, en el auditoria de la Facultad de Filosofía y Letras y mientras yo iba de un lado a otro resolviendo detalles de los aparatitos inalámbricos para la traducción simultánea, de los cambios del programa y la participación de los ponentes, el padre Miguel D'Escoto, de gorra beisbolera sentado en la tercera fila, me llama, me hace una seña. Pensé que necesitaba algo o me iba a preguntar sobre un detalle de la conferencia, pero no. Me preguntó al oído que si había leído una declaración de La Jornada de hoy en donde se hablaba de la propuesta de un presidente centroamericano. La verdad no recuerdo qué me dijo exactamente, pero me tomó por sorpresa lo específico. Ayer, en el restaurante del Hotel, le había llamado su secretaria en Nicaragua para informarrle que el presidente Daniel Ortega, que en pocas palabras es su jefe, lo solicítba para representarlo en ua reunión de jefes de Estado con Evo Morales. El padre deMiguel D'Estoto, terminando de comer y aún con la servilleta de tela colgando de el botón de su camisa, había contestado la llamada. Dijo, con una preocupación que sonó desolada pero a pesar de ello tranquila: "¿Pero no Daniel no sabe que estoy en Monterrey?Tengo un compromiso aquí."
D'Escoto se quedó a todas las ponencias, era uno más entre el público. Con su gorra beisbolera color crema y su caminar como de pingüino, parecía más un jubilado que va a una plática del sindicato, que el expresidente de la Asamblea General de la ONU. Ante todo, su fervor acerca del bien común me conmovió. Creo que se me salió una lágrima mientras lo escuchaba en su cuarto de hotel.

Otro con los que platiqué conviví un poco fue con Gilberto López y Rivas. Pero luego lo comento.

En el metro otro de los participantes, un cubano, durante la plática en el metro del hotel a la Universidad salió el tema de que buscaba unas piezas para un volkswagen. Me dio la lista más tarde. Resulta que es uno de los ponentes, de esos que tienen no sé qué doctorados y no sé cuántas investigaciones. Pero en el metro le interesaban las piezas para el choche. Aquí tengo la lista. Como yo también tengo un vocho ya sé el lugar en donde mañana voy a preguntar por esas piezas. Fue muy chistoso que ese hombre que sabe un montón de Martí y de política, ande buscando también un retén para cigüeñal para vocho 1,300 (los vocho 1300, me enteré más tarde, dejaron de fabricarse en 1967).
Por fortuna el papelito dice que en caso de que no haya para 1,300, comprar para un 1,600. Justo como el motor del mío.

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