domingo, 2 de mayo de 2010

Esto no es una carta


(Esto no puede ser una carta, puesto que no hay un destinatario paciente o impaciente que ocupe el espacio de una historia interrumpida y esquiva. Tampoco es un telegrama ya que éstos soportan con mucha dignidad el ritual del trámite y la espera. No, yo no creo en cartas o teleramas, que son más propios de los que se quieren o se importan, y no de quien camina desconfiando de sus propias palabras).

Las noches se van apagando conforme el mundo gira. Del mismo modo en que me remuevo en la cama para que la tierra se detenga y me deje en paz, dos horas más, dos horas menos, en el instante en que la mañana sabe a nada.

Así, la sombra del amanecer no respeta distancias ni curvaturas, rompe mi ventana y avanza implacable tragando ciudades y bostezos.

Yo no sé cómo puedo estar en dos lugares a la vez.

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