jueves, 21 de enero de 2016

El pan mío

Soy lo que mi familia ha horneado, con ingredientes que nadie eligió pero que eran parte de su alacena. A veces el gas disminuyó o unas partes mías se tostaron un poco, otras una mano impaciente o curiosa abrió la puerta contraviniendo las indicaciones de abuelita.
Así salí del horno y luego me decanté, me alejé; el pan que era se juntó con el café y muchas meriendas, y así por tardes y noches, y luego me dio el sol y me hice duro. Elegí lo que me vino bien, lo que a mí ahora tanto me gusta.
No soy un pan, es evidente. Esto lo utilizo para decir que cuando tú y yo hablamos, también hablan mis padres a través mío, y hablan otras personas que ya no están pero me acompañan todos los días de mi vida.
Entonces en algunas cosas básicas no puedo pensar y actuar de modo distinto, porque estaría traicionando a aquellos y sobre todo traicionándome a mí.
Cuando hablamos de política, es mi conciencia la que dicta, y también el pan que soy quien habla.
Y así, también en el amor. Y también sobre cómo es correcto ganarse la vida y alimento.
No minimizo mis elecciones, ni mi carácter que a veces apela no a tu corazón sino a tu hígado.
Soy el pan que tengo para ofrecer, mezclado con algunos vanos esfuerzos de lo que he querido hacer de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te agradezco el tiempo que te tomas para dejar un comentario. Mi correo es yadivia@hotmail.com