viernes, 9 de septiembre de 2016

Soledad, capítulo 4


Aprecio y hasta cierto punto admiro el hecho de que una persona sepa estar sola.
Yo he tenido que aprender a estarlo.
Muchos años de mi vida he tenido pareja; he aprendido muchas cosas de ello y también he concluido que sí me veo en un futuro al lado de alguien. Me gusta mucho esa forma de ser feliz o de tener momentos felices, hacer planes, crecer juntos como individuos, el apoyo mutuo incluyendo ese compromiso diario de entrega que es el amor.
Ahora me veo así: por un lado más capaz de hacerlo de manera madura, y por el otro, con la conciencia de que eso sucede sin prisa. Es decir, sin prisa de que se dé, pero con el deseo de que si se da, se dé de la forma más sana de la que yo soy capaz de apostarle, siendo yo en mi mejor versión.
Ahora, y esto es lo más complicado, la tengo más clara en cuanto a esos estándares mínimos de lo que yo debo dar en una relación, y de lo que la otra persona debería de recibir y también pedir de ella. Para acabar pronto, mi eventual pareja se deberá sentir amada en todo momento y por encima de todo. Así de sencillo, así de difícil. Y yo sentirme el héroe de su película, jaja, el elegido.
Valoro mucho saber estar solo. Y es que el arte no sólo es estarlo, sino construir algo con uno mismo, realizar proyectos, madurar y avanzar a una vida más sana y armoniosa en donde el interlocutor más importante sea uno mismo. Ser uno mismo su mejor compañía, su mejor amigo, y eso implica tratarse muy bien. Implica total sinceridad con uno mismo porque luego resulta muy fácil hacerse pendejo solo, engañarse, y bueno, no vale la excusa que todos de alguna manera lo hacemos un poquito. En eso la terapia me ha ayudado, de ti mismo no te escondes, no te salvas. En lo más deplorable de uno, es jodidamente doloroso verte como eres. Pero también está lo otra parte, la de apreciarte en toda tu fuerza, eso también es un regalito, un pequeño dulcito que te da la terapia.

Estoy aprendiendo lento, pero avanzo. Seguido hago una lista mental de los aspectos característicos de mí y resalto especialmente lo favorable. Y sí, el balance es positivo. Miro a mi alrededor y no me veo tan perdido. Tengo lo mío, que de momento está guardado.


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