domingo, 14 de febrero de 2010

Amor sin escalas


Por Gerardo Ortega
No del todo dentro de la industria hollywoodense, George Clooney se ha distinguido por seleccionar bien las cintas en las que trabaja, incluso ha llegado participar en ellas por verdadera convicción, como sucedió con Buenas noches, y buena suerte (2005), en la que cobró un dólar por escribirla, un dólar por dirigirla y un dólar por actuarla.

Ahora, en Amor sin escalas, Clooney encarna a Ryan Bingham, un experto en despedir amable y eficazmente empleados, y que pasa la mayor parte del año a bordo de un avión. Además, es tan encantador como falto de escrúpulos. Impecable e implacable; su insensibilidad y su sonrisa contrastan notablemente con la zozobra y angustia que provoca en los empleados que despide.

Contratado para liquidar personal, Bingham vive su soltería y al parecer disfruta de su trabajo. Incluso tiene en mente obtener el reconocimiento de la aerolínea por haber volado 16 millones de kilómetros… o lo que es lo mismo, ser un soltero con mucho kilometraje.

Así, sin dudas existenciales y amorosas, conoce a Alex Goran (Vera Fanning), una cincuentona con una vida muy parecida a la de él por lo que pronto hacen conexión. La trama gira aparentemente en esa relación libre, relajada, a veces divertida.

Pero así como en Buenas noches, y buena suerte se ponen en evidencia de manera inteligente las mentiras e hipocresía del sistema político norteamericano de principios de los cincuenta, Amor sin escalas tiene como transfondo la crisis económica por la que pasamos, y de la que las empresas no escapan.

Dirigida por Jason Reitman y en la que aparece también una joven Anna Kendrick como una recién egresada que por momentos pone en aprietos a Bringham, la cinta muestra las miserias del sistema capitalista que tira a la basura a los empleados que dejan de estar en el mapa económico.

El interés de Bringham en mantener una relación con Alex Goran y el desenlace que vendrá, así como el contexto de la eficiencia empresarial le dan a la película agilidad y la tensión suficiente para hacerla de actualidad.

Con ciertas dosis de comedia, y con inteligentes toques dramáticos, la cinta puede dejar satisfechos a los seguidores de George Clooney, pero también puede hacer pensar que las historias de amor, fallidas o no, son parte de una era mundializada (y a veces injusta) en la que vivimos.

Amor sin escalas hace una crítica certera y a la vez disimulada de algunos valores proempresariales, y al mismo tiempo nos ofrece una anécdota que quiere ser de amor, pero que los hombres confiados, triunfadores y libres no pueden prever.

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