No sé si yo también soy así, pero mi papá es una persona que viene contando las mismas anécdotas y los mismos chistes desde hace más de 30 años, por lo que mi interés en sus episodios y patoaventuras por desgracia ya no es el mismo.
Sin embargo, creo que una de las anécdotas más recientes incluidas en su catálogo, cuando la plática deriva en asuntos relacionados con los hijos, es la vez que se cayó el Concorde el 25 de julio del 2000, en el Charles de Gaulle.
Mi hermana Ángelbra, quien ha hecho de las matemáticas un modus vivendi, desde muy chica vivió fuera de casa como estudiante y luego como investigadora. (En el fondo pienso que halló la excusa perfecta para no trabajar y poder viajar y disfrutar de la vida a costa de una profesión en la cual nadie o muy pocos pueden desmentir, ja).
Bueno, mi papá presume a su hija con esta anécdota:
Dice que cuando se enteró del accidente del Concorde inmediatamente se alarmó al extremo. Un amigo que estaba con él le preguntó en tono de broma "¿Ay, a poco tu hija viaja en el Concorde?" a lo que el contestó "¡Nombre, si mi hija andaba abajo, por donde se cayó!".
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En fin. Hoy, a diez años del accidente, las autoridades determinaron que la culpa fue dos empleados de Continental, dos del programa Concorde y uno de las autoridades aeronáuticas francesas.
El primer vuelo de prueba del segundo avión supersónico de la historia se realizó en marzo del 69 y empezó a volar normalmente en enero del 76. Su último vuelo fue en noviembre del 2003.
En total de construyeron 20 aparatos, pero como dejó de ser costeable y siempre tuvo un muy alto índice de contaminación auditiva (o sea que era bien pinche ruidoso), finalmente pues le dieron cuello. Claro, tuvo mucho que ver el único accidente que tuvo, el del año 2000 en París.
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