sábado, 27 de junio de 2015

Lo agridulce

Siento cierta fascinación por las contradicciones humanas. No todas son por falta de ética, sino porque hay algo en nuestro interior que a veces nos hace al mismo tiempo querer y no querer,

Hace años una amiga terminó con su novio con el que vivió varios años. Ella lo deja, pasa el tiempo y años después él se casa y tiene un niño. En las fotos sale feliz y ella siente algo por dentro que no es regocijo ni alegría.

Es un ejemplo.

Hay cosas que decidimos a conciencia y que provocan a la vez una tranquilidad y una desazón, un gusto y una tristeza.

Así me pasa a mí ahora. Por fortuna, justo me encuentro con este texto que reconforta mis pensamientos, lo bebí despacito:

Si las tensiones, los conflictos y los dilemas irresolubles son la sazón de toda cultura, un ser humano que pertenezca a cualquier cultura concreta ha de tener creencias contradictorias y estar dividido por valores incompatibles, Esta es una caractéristica esencial de cualquier cultura que incluso tiene nombre: disonancia cognitiva. A veces se considera que la disonancia cognitiva es una fracaso de la psique humana. En realidad, se trata de una ventaja vital. Si las personas no hubieran sido capaces de poseer creencias y valores contradictorios, probablemente habría sido imposible establecer y mantener ninguna cultura humana. 

De animales a dioses, de Yuval Noah Harari.

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