Lamento el plomazo que le metieron al jugador del América, Salvador Cabañas, a muy termprana hora de ayer, lo que no me parece es que hagan tanto revuelo, tanto boato por tratarse de un futbolista.
¿Se trata de una persona discapacitada? No. ¿Pertenece a un grupo vulnerable? No. Según estimaciones andará ganando más del millón de pesos mensuales. ¿Era una persona indefensa? No, es un atleta, varón en pleno uso de sus facultades mentales y etílicas. ¿Fue víctima de un terremoto? No.
Si el jugador del América le hizo ojitos a una muchacha y a alguien no le pareció, si tuvo un altercado en el baño del bar o si discutió con otro cliente, es algo que sólo los que estuvieron ahí pueden aclarar.
Deseo que el señor Cabañas se recupere, también quisiera que los medios le dieran el mismo seguimiento a las autoridades responsables de aclarar los asesinatos de mujeres muertas en Ciudad Juárez, que investigaran el tráfico de infantes en México así como otros delitos sangrientos, y que exhibieran a los gobernantes coludidos con el narcotráfico. Y si se puede, también, que los medios hicieran más ruido por los recortes que los gobiernos aplican al rubro cultural.
Pero no. Estamos hablando de un futbolista que muy pocos empleos va a generar, que pocas inversiones va a atraer y que no va a incidir si quiera en las políticas públicas del más pequeño de los 2 mil 455 municipios que hay en México. Salvador.
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