jueves, 10 de diciembre de 2009

Contraseña

Del deseo inventar la contraseña como puede ser tu mirada casual o un roce apenas al descuido.
No me reconozco en este hombre en el que ahora pones tu cuerpo y le dices que es inútil cualquier fantasma, pero igual me entrego y te contemplo como si hubieras salido del mar para arrebatarme la vista.
Descubrir de pronto que miles de kilómetros de llamadas se pueden reducir a la distancia de un beso dormido.
Descubrir que la luz de domingo es más lenta sobre la cama y que contrastan con tus piernas quietas que hace poco temblaban, y contrastan, también, con las palabras cuando aguerridamente juntos fuimos el otro que hay en uno.
Por la tarde no nos miramos, pero no nos quitamos la vista de encima pues sabemos en qué lugar exacto hay que extender los dedos para rozar y saber que hay una historia tibia transcurriendo entre el silencio.

2 comentarios:

  1. cosa mía, no importa la distancia, cuando nos vemos todo ese espacio se reduce a nada. La nada que por inercia nos hace existir en el otro.

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  2. que hermoso esto que estoy leyendo.... uy se m puso la piel chinita


    maestro siempre lo leo, pero no puedo dejar mis comentarios, me blokean la pag que sale cuando hago click en publicar jajajaja he hecho algunos intentos...

    saluditos y un abrazo

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