martes, 8 de diciembre de 2009

Una final en grande

Estábamos pisteando muy a gusto cuando me enteré que la señal del partido entre Cruz Azul y Rayados del Monterrey será gratuita, se transmitirá en señal abierta... excepto en Monterrey.
Juárez, Nuevo León, podrá ser un río de sangre; el desempleo podrá estar cagando la vida de miles en el estado, Cartens buscando el Banco de México, los robos al alza, los políticos siguen peleándose, miles de ciudadanos corren el riesgo de perder su trabajo... pero primero está el futbol.
La televisora sabe muy bien esto, sabe que la señal se venderá, el estadio se llenará, la gente comprará toda la cerveza que su bolsillo le alcance... aunque el equipo pierda.
"La señal televisiva del encuentro está secuestrada por el sistema de televisión satelital Sky, una filial de Televisa, que cotiza en 10 millones de pesos la tarifa para abrir este partido a los televidentes de Monterrey", dice la nota de hoy martes de Miguel Arizpe para Reforma.
No soy amante del futbol, pero disfruto mucho las jugadas más grandes, como el extraordinario gol de Landín en abril pasado, o el segundo a los ingleses de Maradona, o la chilena de Hugo contra el Logroñés en junio del 88, pero de eso a estar matándome por ver un partido de futbol... con todo respeto, pero no mamen.
Un día una amiga con quien me juntaba me dijo "¿Sabes por qué salgo contigo?". "No lo sé", le dije con una sonrisa bobalicona. "Porque a ti, no te gusta el futbol", me dice sonriente. Claro que sí me gusta, me gusta mucho, puedo llorar de emoción por una jugada, pero nunca he pagado un boleto a un estadio, y a menos que sea una ocasión especial, no pienso hacerlo.
Vamos, será emocionante que al Monterrey, al equipo de casa, le vaya bien. Si somos románticos podemos decir que Antonio de Nigris, desde el cielo, ayudó al equipo de su hermano que se la estuvo partiendo en la cancha y que anotó todos los goles que pudo. Pero el futbol es un negocio, un negocio en grande. En una partido se pueden vender ocho millones de pesos en cerveza y alimentos. ¿De dónde sale todo ese dinero en tiempos de crisis? Y no conozco a ningún jugador profesional que viva mal ni que le llore a un equipo. El jugador juega en donde le pagan. Punto. ¿Qué lugar tiene el espectador? Sólo sacar el dinero y sentarse a ver.

Sí gana el Monterrey, pues qué bueno, pero me tendré que encerrar si no quiero ver y escuchar a tanta gente que estará delirando, tirada en las calles, echando espuma por la boca con la mirada perdida y vociferando que su equipo es el mejor. Yo tengo otras prioridades.

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