domingo, 27 de diciembre de 2009

Ensalada de salchicha

Reconozco que para la comida he sido un barbaján. Si hubiera una carrera para aprender a degustar y disfrutar de la (buena) comida yo estaría pasando de segundo a tercer año de primaria con seis. Y eso nomás porque como de todo y casi como esté. Un barbaján hecho y derecho.

Es más, puedo llegar a armarles un pedo si alguien me pregunta más de dos veces si prefiero este platillo en lugar de tal otro. Por qué. Actualmente pienso que el goce de comer es un acto privado, como son muchos de los goces y que uno no tiene porque andarlos divulgando. Comes o te vas. O comiendo y platicando. O comes y lo... bueno. Como yo no soy para nada buen cocinero, como seguramente lo son Toño Ramos u Horacio Ramírez, o con el gusto de Arturo Reyes que hasta se especializa en periodismo gastronómico, pues yo trato de no hacer olas. Gracias por su comprensión.

Pero, entre la comida que hace mi Carmen (la otra vez me vine en seco nomás de probar una ensalada y al estarme viniendo me puse a llorar dándome contra la mesa repitiéndome no puede ser no puede ser chingao no puede ser) y las protestas de mis hijos por la mala (malísima) comida que a veces les preparo, he decidido renovarme.

Salvar mi alma.
Y si no salvarla al menos reivindicarme.
Ya no quiero ser un barbaján.
Os juro.
Decido cambiar.
Tener la fuerza para recuperarme. Rehabilitarme.
Sí, hoy voy a cambiar.
Al menos por un ratito. Luego de hacer este sincero acto de contrición, de mea culpa gastronómico, les presentaré mi mejor platillo. Sí, como lo oyen.

O mejor dicho, el único que mis hijos aceptan con harto regocijo. La cantidad de calorías, proteínas y grasas se las debo, pero si quieren un respuesta certera, son un chingo.

Este platillo lo llamamos Ensalada de salchicha. Y es muy sencillo. Se necesitan:

Una lechuga, salchichas de las que vienen ya cortadas en trozos y con un poco de queso derretido encima todo esto en un platito de hielo seco envuelto en plástico que se estira un chingo y que se puede conseguir en Soriana. También se necesita una lata de elote de 450 gramos (para cuatro o cinco personas) o de 280 gramos (para tres o menos raciones). Un tarrito de crema.

Se lava la lechuga y se pone una cama en cada plato. Lucen más las hojas lo más enteras posibles. Luego se calientan las salchichas de un minuto a un minuto 20 en el horno de microondas y se pone una porción encima de la lechuga. Después se le pone el grano de elote (antes se le escurrió la agüita; sabe muy rica, eh). El que lo desee le puede poner crema al gusto. Este platillo mis hijos lo devoran. ¿Cómo les quedó el ojo? En la imagen, nomás en lo que fui por el teléfono ya mis hijos habían empezado el plato y uno de ellos se lo había acabado, así es que no se aprecia bien bien cómo queda, pero esta es la idea.

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