Realmente estoy en una época en que no podría comprar muchas de las cosas que desearía, incluso mi situación económica está llegando a un punto que prefiero no salir a menos que el asunto no lo pueda resolver ni por internet ni por teléfono. Ya van unos dos meses sin un sueldo fijo y la temporada tampoco es la mejor para conseguir empleo... El panorama, que yo sé que será temporal, no es de lo más optimista. Si estuviera yo solo, seguro me iría a otra ciudad, o no regresaría a la casa hasta no encontrar algo; he trabajado de muchas cosas en mi vida y he hecho de todo, pero no ha caído nada al anzuelo y creo que debo meterme más enmedio del agua. Ahora soy padre y debo estar en todo o en casi todo. Mis hijos me necesitan (vamos, no es personal, no necesitan a Gerardo Ortega, necesitan a ese papá que les ponga límites, los acueste temprano, cosa que no siempre sucede, los lleve a la escuela, que vaya con ellos al parque y les dé de comer; necesitan ser amados, pues). La situación es complicada. Sí.
Sin embargo, mi corazón está lleno. Si quisiera comprar lo que tengo no me alcanzaría aunque el licenciado Carlos Slim me prestara la mitad de sus ahorritos... sin intereses.
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