lunes, 16 de febrero de 2015

La falla humana fundamental

Hace pocos días estuve en la playa, y es un lugar común citar lo que por antonomasia es inmenso. Es decir, citar la inmensidad del mar. Valga esa vista para tocar algo que de vez en cuando me hace detenerme. Eso que llaman creencias son algo que no se pude ver pero que da muchas veces sentido a la existencia.

Abro mi cartera y muestro dos credenciales: la de agnóstico y la de escéptico. Hace mucho leí en unos textos sobre el Análisis del Discurso que se debe hacer eso para que el lector sepa, de antemano y con honestidad, desde qué punto de vista se habla.

Pues bien.

Estoy en la playa,
ustedes me observan, hay un viento muy fresco, luego miran el horizonte que se pierde. El fondo del mar no se puede ver. Busco en Wikipedia y encuentro que la zona más profunda del Océano Pacífico se llama Abismo Challenger, y que ronda los 11 mil metros por debajo de la superficie del mar.

Supongamos que dentro de los muchos seres que habitan esas profundidades hay uno muy poderoso, nadie lo ha visto pero se cree que tiene propiedades con las que puede incidir en el destino de la gente.

No importa si ese ser existe, lo que importa es lo que cada persona puede hacer en función de esa creencia. Incluso hay algunos, me incluyo, que ni siquiera piensan a diario en la posibilidad de que un ser con esas características, exista. Si existe, qué padre. Pero es difícil asegurar que exista un ser en un lugar insondable.

Posiblemente exista un ser todopoderoso, posiblemente no. En ambos casos, la mente humana no lo podría demostrar, y no tendría ningún sentido intentarlo, diría yo. ¿Como para qué? Eso no cambiaría nada.

Excepto por nuestra necesidad de creer.

Como dijo alguien: La necesidad de creer sería la falla humana fundamental.


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