miércoles, 11 de febrero de 2015

Tu cuerpo flota. Mi historia con los aviones

"Tu cuerpo flota", dice un verso del Fabián. Esa imagen no es ninguna novedad porque me consta; he visto flotar cuerpos. Con una precisión: siempre de forma horizontal. Incluso me he soñado avanzando por el aire, levitando; es una sensación perturbadora y emocionante.
Ícaro y Dédalo hicieron lo propio y al parecer no les fue tan bien. Para mí lo novedoso no es que un cuerpo flote, sino que un objeto se mantenga en el aire. Creo que la humanidad entera ha tenido esos sueños y sólo algunos sujetos fuera de serie, enfebrecidos, delirantes, pero a la vez muy lúcidos, han imaginado cómo se podría llevar a los hechos. Ahí está Leonardo Da Vinci, a finales del siglo 15, con ese armatoste que parece un tornillo, no voló pero lo imagino. Está también el aparatejo conocido como passarloa a principios del siglo 18, y más recientemente un par de locos enfermos, Orville y Wilbur que dijeron como Menudo, ¡vamos a volar! en diciembre de 1903.
Todo fue empezar. En un abrir y cerrar de ojos llegó el avión. Carlos Pérez Maldonado consigna que el primer vuelo en Monterrey fue realizado el 19 de febrero de 1911 por René Barrier, Roland Garros y René Simon, es decir, poco más de siete años después de que los hermanitos Wright volaran unos metros con su modelo impulsado con una cajita de chicles.
En ese mismo año, 1911, pero el 30 de noviembre, Francisco I. Madero fue el primer presidente mexicano en volar en avión, y parece que le emocionó la idea porque mandó comprar cinco "para empezar".

De niño, mi papá me llevaba al aeropuerto Mariano Escobedo a ver aterrizar los aviones. Algunas veces desde la cafetería, otras desde la malla ciclónica. La primera vez que vi un avión de cerca, es decir, en tierra, me quedé impresionado. Aún me sigue sorprendiendo que un aparato, digamos el más grande, el Airbus 380, se eleve sobre el suelo, sostenga 560 toneladas en el aire, transporte a 850 personas a una distancia de 15 mil kilómetros. Da Vinci babeaba. O se volvia a morir el cabrón.

Volar es una de las más grandes maravillas que pudo lograr un ser humano. Consiste en sueños, imaginación e ingeniería. Mi sueño es seguir volando, "seguir acumulando millas" (así dice la puta propaganda que me revienta), yo digo kilómetros o, mejor dicho, horas de vuelo.

Hoy hace 17 años volé por primera vez (Aeromexico, Mty.Mx, 1.15 hrs.) y pienso seguir haciéndolo. Aún son pocos mis 46 aterrizajes, en 10 aeropuertos distintos, por 8 aerolíneas y 113 horas de vuelo. Pero mi cuerpo,
lo he comprobado,
flota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te agradezco el tiempo que te tomas para dejar un comentario. Mi correo es yadivia@hotmail.com